El síndrome del caballero blanco: personas que salvan

El síndrome del caballero blanco define a esa persona con una necesidad casi compulsiva por salvar, ayudar y solucionar los problemas ajenos. La conducta de este perfil viene explicada por un historial de abandonos, traumas y afectos no correspondidos. De ahí que su capacidad para empatizar con el dolor ajeno sea muy elevada. Aunque la ayuda que prestan no es siempre la más acertada.

La mayoría de nosotros conocemos a un rescatador nato, a alguien que en vez de corazón parece tener un radar con el cual detectar necesidades y ser el abanderado de la utilidad. En ocasiones, como bien sabemos, esa ayuda puede ser intrusiva. Puede incluso causarnos incomodidad o llegar a vetar la oportunidad de ser responsables y solucionadores de nuestros propios problemas.

Otras veces, cómo no, agradecemos ese altruismo sincero y siempre entregado. No obstante, lo que no vemos en ocasiones es el trasfondo que hay detrás de esas dinámicas, de esa necesidad. El síndrome del caballero blanco define a una parte de nuestra población. Son personas a menudo invisibles, un perfil comportamental que tiene tras de sí heridas que nadie ve, nudos que no han resuelto de manera efectiva.

Este síndrome fue descrito en el 2015 por las psicólogas y profesoras de la Universidad de Berkekey Mary C. Lamia y Marilyn J. Krieger. Veamos más datos sobre el tema a continuación.

“Las lágrimas nacen del corazón, no del cerebro”.

-Leonardo da Vinci-

hombre medieval representando las frases del libro El caballero de la armadura oxidada

Características del síndrome del caballero blanco

En los libros de cuentos el caballero blanco es el salvador de esa dama que está en apuros. En la vida real, dicha figura de nuestro folklore puede ser un hombre o una mujer, y su máxima aspiración es iniciar relaciones afectivas con personas dañadas o vulnerables. Ese vínculo les puede permitir ser de utilidad, reparar afectivamente al otro, reafirmarse y reafirmar al mismo tiempo a la pareja.

Sin embargo, las personas heridas difícilmente llegan a reparar algo. A menudo, lo que consiguen es hacer más grande la herida, ser ese espejo donde magnificar los traumas y los sufrimientos. Son rescates, como vemos frustrados, que traen una inevitable infelicidad. Así, lo que se esconde detrás del síndrome del caballero blanco y lo que explica su comportamiento es lo siguiente:

Causas que originan el síndrome del caballero blanco

Un pasado de abusos, la figura de unos padres autoritarios o la falta de un apego saludable y afectuoso en la infancia, suele factores comunes a la hora de dar forma al síndrome del caballero blanco. Haber vivido varias experiencias de abandono, tanto a nivel familiar como de parejas afectivas, suelen ser otros disparadores.

Rasgos que definen al caballero blanco

Temor a experimentar nuevamente la distancia emocional, de ser heridos, traicionados y abandonados.

  • Son personas muy vulnerables, con baja tendencia a la frustración, se sienten ofendidas y decepcionadas por actos a menudo insignificantes.
  • Presentan una baja autoestima y una elevada inseguridad.
  • Carecen de ecpatía. Es decir, no separan la realidad emocional ajena de la propia, de ahí que sufran abundantes contagios emocionales. No saben poner límites y se identifican de tal modo ante quien sufre, ante quien está preocupado o asustado, que lo que consiguen a menudo, es intensificar aún más le sufrimiento ajeno.
  • Son proclives a construir relaciones afectivas muy dependientes. Ansían serlo todo para la otra persona. Buscan ser ese apoyo imprescindible, ese nutriente cotidiano y esa otra mitad indispensable. Algo así acaba generando infelicidad y un alto coste emocional para ambas partes.
Romper cadenas simbolizando el síndrome del caballero blanco

Tipos de caballeros blancos

El síndrome del caballero blanco no presenta una única tipología. Entra en realidad dentro de un espectro comportamental donde hay figuras con rasgos más normales y extremos más patológicos. Son los siguientes:

  • El caballero blanco altamente empático. En este caso tenemos a alguien que establece una conexión emocional desmesurada con su pareja u otra persona. Ahora bien, esa empatía se convierte a menudo en una fuente de miedos extremos. De ahí que aparezcan los celos, el deseo de control, la angustia ante la idea de ser traicionados…
  • El caballero blanco idealista. Esta tipología define a esa figura que busca personas a las que rescatar y reparar. Ansían crear a alguien perfecto, a alguien ideal. Ser responsable de esa mejora les permite a su vez a ellos llenarse de gloria.
  • El caballero blanco asustado. De entre todos los tipos de caballeros blancos, este es el más problemático. Encierra tras de sí a una persona que arrastra graves traumas (abusos, maltratos…). Sienten la necesidad de ser de ayuda a los demás, sin embargo no saben cómo prestar esa ayuda, como acercarse a los demás, como ofrecer afecto.
  • Por último, tenemos el síndrome del caballero blanco “equilibrado”. Es ese salvador centrado y respetuoso que atiende las necesidades de su entorno. Da apoyo con libertad respetando al otro y se esfuerza siempre por hacerlo bien. No obstante, sigue siendo una conducta compulsiva y por tanto poco ajustada.

El caballero blanco solo debe rescatar a una persona: a sí mismo

Ser un caballero blanco “equilibrado” no nos exime del auténtico problema. Seguimos matando dragones ajenos, seguimos sujetando una espada y un yelmo para introducirnos en batallas que nos pertenecen. Ayudar a quien lo necesita está bien y es noble. Ser esa mano amiga para las personas que amamos es positivo. Sin embargo, nadie merece ir por la vida siendo solo un salvador.

El síndrome del caballero blanco se resuelve de una sola manera: salvándonos primero a nosotros mismos. Emprendiendo el viaje más difícil de todos, ese donde es necesario transitar a un universo interno, ahí donde enfrentarnos a los propios demonios para entenderlos, vencerlos y llenar de luz nuestros rincones más oscuros.

No dudemos tampoco en llevar a cabo el acto más valiente de todos para un caballero blanco: pedir ayuda a otros, solicitar la ayuda de profesionales especializados.

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