Las aguas del Diluvio se esparcieron sobre la Tierra y toda criatura fue destruida

En numerosas tradiciones en todo el mundo encontramos referencias a un gigantesco diluvio o inundación. Y ahí surge la pregunta de qué pudo causar dicho cataclismo. Hay varios interrogantes que se nos plantean: ¿Hubo un cataclismo en toda la Tierra? ¿En qué fecha podemos datarlo? ¿Por qué los supervivientes de la catástrofe tuvieron que ascender hasta las montañas más altas para salvarse? ¿Se trató de un mega-tsunami? En este caso, ¿qué lo causó? ¿Por qué la agricultura post diluviana se inició en zonas montañosas? ¿Por qué encontramos fósiles marinos en altas montañas, como en los Andes o en Nepal? ¿Por qué Noé o los otros personajes equivalentes fueron avisados por un supuesto dios para que se embarcasen en una nave a fin de salvarse? ¿Por qué se tuvo la previsión de ordenar salvar también un ejemplar de cada animal o planta? Como se supone que todos no cabían en una nave, ¿tal vez estamos hablando de muestras genéticas de cada especie? ¿Qué entendemos por dioses? ¿Tal vez extraterrestres o seres de otra dimensión? ¿Quiénes sabían que se produciría la catástrofe? ¿Fue provocada? ¿Por qué estos supuestos dioses tenían tantos deseos en eliminar a los seres humanos? ¿Por qué casi no tenemos información de las posibles civilizaciones antediluvianas? ¿Quiere esto decir que el cataclismo destruyó prácticamente la vida humana en la Tierra? Evidentemente no podemos responder a todas estas preguntas, pero intentaremos dar algunas posibles respuestas. En el Libro de Enoc tal vez tengamos una pista para algunas de las preguntas, ya que podemos leer lo siguiente: “Tú conoces todas las cosas, Tú sabes todo lo que pasa, y sin embargo no nos dices nada. Por tantos crímenes, ¿qué debemos hacer a los malvados? Entonces el Altísimo, el grande y el santo hizo oír su voz. Y envió a Arsayalalyur al hijo de Lamech, (Noé), diciendo: Háblale en mi nombre, mas ocúltate a sus ojos. Después revélale el gran cataclismo que debe hacer perecer a todos los hombres, pues las aguas del diluvio se esparcirán sobre la faz de la tierra, y toda criatura será destruida. Pero enséñale los medios de escapar; dile cómo su raza se perpetuará sobre toda la tierra“. Aquí se nos indica que el cataclismo fue previsto y, tal vez, provocado, quizás moviendo un asteroide de su trayectoria. Arsayalalyur posiblemente sea más conocido como arcángel Uriel. En el Libro de Adán y Eva, Uriel es identificado como el querubín que permanece junto a las puertas del Edén con una espada ardiente para evitar el acceso de los humanos al árbol de la vida (Génesis). En el texto apócrifo La vida de Adán y Eva se relatan historias, en tiempos de Adán, en que aparece la figura del fuego y de los carros volantes. Aunque la versión que ha llegado a nosotros data del 730 d. C., se basa en documentos de una gran antigüedad. En este texto se dice: “Eva miró a los cielos y vio un carro de luces que se aproximaba, tirado por cuatro águilas brillantes, cuya belleza magnífica no puede expresar nadie nacido de mujer”.

En La vida de Adán y Eva, Uriel es considerado como el espíritu que cumple este papel. También se le identifica como uno de los ángeles que dieron sepultura a Adán y a Abel. En el Libro de Enoc se menciona a Uriel, y en algunas partes se dice que es el ángel del mundo y del lugar de los muertos. Algunas versiones de ese libro asignan a Uriel el papel de anunciar a Noé la llegada del Diluvio, pero otras versiones mencionan a Asaryalyol (Arsayalalyur) o a Sariel cumpliendo esa misión. A causa del Diluvio una civilización antediluviana fue destruida prácticamente en su totalidad. La tradición hebrea estima que la población del mundo antediluviano era de millones de personas. Se dice que Adán inventó setenta idiomas; Caín, su hijo, construyó ciudades y monumentos, y gobernó sobre los reyes. Estos personajes eran representativos de diversas generaciones. Según las leyendas hebreas, el Diluvio y su datación ya habían sido predichos por Enoc, a veces transcrito como Enoch o Henoc, que es, en el libro del Génesis del Antiguo Testamento, el nombre de dos personajes bíblicos mencionados en dos genealogías, y posteriormente por muchos autores judíos, cristianos y musulmanes. El primero aparece como primogénito de Caín, quien construyó una ciudad a la que le puso el nombre de Enoc (o Henoc) para celebrar su nacimiento. Enoc fue padre de Irad, éste de Mehujael, éste de Matusalén, éste de Lamec quien aparece como el primer polígamo, y éste de Jabal. El segundo Enoc aparece como hijo de Jared, descendiente de Set, hijo de Adán, padre de Matusalén, abuelo de Lamec y bisabuelo de Noé (Génesis). Este último es el Enoc al que nos referimos: «Enoc anduvo con Elohim, y desapareció porque Elohim se lo llevó. Por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios». La tradiciones dicen que generaciones más antiguas erigieron lápidas con cálculos astronómicos y calendarios, prediciendo la catástrofe. Y aquí planteamos unas preguntas: ¿Cómo es posible que existan mapas prehistóricos que representan regiones de nuestro planeta (como la Antártida sin hielo) que datan de hace miles de años? ¿Estos mapas pertenecen a civilizaciones antediluvianas que habitaban nuestro planeta antes de la historia escrita? El Período antediluviano o el período pre-inundación es el nombre dado al tiempo ‘antes del gran diluvio’. En la Biblia este período se establece entre la expulsión del hombre del jardín del Edén y el diluvio de Noé, tal como se describe en el Génesis. Sin embargo, las historias de un gran diluvio no sólo están presentes en la Biblia, ya que historias similares se pueden encontrar en diferentes tradiciones y religiones, remontándose a miles de años.

Estos antiguos mapas plantean muchos enigmas y preguntas, sin ninguna respuesta consistente, lo que sugiere que en un pasado relativamente distante, que se remontaría al menos a un período entre 10.000 o 12.000 años, antiguas civilizaciones avanzadas existieron en la Tierra, erigiendo ciudades increíbles. Los mapas preservados por marinos, como el turco Piri Reis, con la Antártida cartografiada sin hielo hace miles de años, confirman también que un conocimiento semejante sólo podía haber sido posible por parte de una civilización marítima anterior a los cambios de nivel sufridos por el mar a finales de la última era glaciar, hace unos 11.500 años. El mapa de Piri Reis fue encontrado en el año 1520 y además de mostrar la Antártida sin hielo, describe con precisión la geografía del continente americano como si se hubiera realizado con la ayuda de la fotografía aérea. Curiosamente, este mapa fue examinado por el Servicio Hidrográfico de la Armada de Estados Unidos, donde se confirmó su autenticidad. Otros mapas, como el mapa de Zeno es sorprendente, ya que es anterior al mapa de Piri Reis y muestra la costa de la actual Noruega, Suecia, Dinamarca, Escocia y Alemania. Además de eso, el mapa de Zeno incluye la longitud y latitud exactas de una serie de islas, cuando se supone que en aquella época no habían instrumentos para realizar mediciones tan precisas. Además, el mapa de Zeno parece representar la topografía de la actual Groenlandia libre de hielo, lo que significa que alguien tenía que haber explorado Groenlandia antes de que fuese cubierta por el hielo. Asimismo, tenemos el mapa Oronteus Finaeus, que muestra la Antártida antes de ser descubierta. !Y la muestra libre de hielo! En el mapa pueden apreciarse ríos, valles y montañas. Es importante mencionar que de acuerdo con las tablillas sumerias, justo antes de la gran inundación que golpeó la Tierra, «los dioses abandonaron el planeta para permanecer a salvo en los cielos», «sólo para volver después de la inundación». Estas historias, comúnmente conocidas como mitos, indican que hubo un momento en que diferentes civilizaciones habitaron nuestro planeta, por lo que distintas culturas y pueblos vivían en la Tierra antes de que nuestra actual historia fuese escrita. Se trata de un período perdido de acontecimientos prehistóricos, cuyos escasos vestigios estamos recopilando muy poco a poco. Pero no sólo las historias sobre una gran inundación son casi la única evidencia que apoya la teoría de que civilizaciones avanzadas existieron mucho antes que nosotros. Hay  otros descubrimientos que apoyan la idea de avanzadas civilizaciones antediluvianas. El hecho de que haya diversos artefactos descubiertos en todo el planeta indica que la historia, tal como se nos ha enseñado, no responde a la realidad.

Según Zecharia Sitchin, autor de la serie de libros Crónicas de la Tierra, y David Icke, autor de El Mayor Secreto: El libro que cambiará el mundo, el ser humano pronto pobló la Tierra como esclavo de los anunnaki, unos seres supuestamente extraterrestres, a los que veía como dioses. Tal como dice el Génesis los hijos de los dioses, supuestamente los anunnaki, se  aparearon con las hijas del hombre, produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en el Antiguo Testamento como los Nefilim. Asimismo Sitchin afirma que también realizaron experimentos genéticos que produjeron formas monstruosas, tal como se refleja en mitos y leyendas. Pero la vida en la Tierra se vio dramáticamente afectada por una gran catástrofe mundial. Diluvio Universal es el nombre que se ha dado a un supuesto cataclismo mundial, que ha sido relatado a nivel mundial en tradiciones de múltiples antiguas culturas. Ha sido ampliamente aceptado en un contexto mítico que también se narra en el Génesis, primer libro de la Biblia. Se trata de la historia de Noé, en el caso de la Biblia, que se salva de un castigo enviado por Dios. También aparece, antes que en la Biblia en la Epopeya de Gilgamesh. Igualmente se utiliza la expresión Diluvio Universal para referirse a la creencia de un gran diluvio que afectó al planeta en la antigüedad. La aceptación de esta historia bíblica como real varía entre aquellos que aceptan literalmente toda la historia, aquellos que la ven como una alegoría, o quienes piensan que puede existir alguna base histórica que diese origen al mito. En el Génesis, capítulo 7, podemos leer: “El nivel de las aguas creció tanto que quedaron cubiertas todas las montañas más altas de la Tierra; por encima de las cumbres más altas aún había siete metros de agua. Se ahogaron todos los seres vivos sobre la Tierra: pájaros, animales domésticos y feroces, bestias que se arrastran y todos los hombres“. En el Génesispodemos encontrar distintos párrafos que hacen referencia directa a un posible Diluvio. En distintos escritos antiguos encontramos frases que hablan de grandes lluvias, de agua, de que la tierra quedó sumergida. Otros escritos relatan que la tierra entera fue zarandeada y que el norte se convirtió en el sur. También encontramos relatos que dibujaban un panorama apocalíptico en el que cielo y tierra chocaban o donde ésta se plegaba sobre ella misma. Asimismo, leemos otros escritos en que se dice que el cielo estallaba o la tierra se abría para engullir a toda la especie humana. También había diluvios de fuego o se explicaba que la temperatura aumentó tanto que los que se acercaban al agua para refrescarse morían hervidos. En el llamado Papiro Harris, encontrado en Egipto, podemos leer: “Fue un cataclismo de fuego y agua. El sur se convirtió en el norte y la Tierra volcó“. Con el nombre de Harris hay varios papiros, todos ellos encontrados por Anthony Charles Harris y conservados en el Museo Británico. Platón, en su obra Timeo, dice: “La Tierra basculó adelante y atrás, a derecha e izquierda, moviéndose en todos sentidos“.

Pero Grecia había bebido de las fuentes de Egipto y bien podía ser que Platón hubiese copiado el texto. Sin embargo, nos podemos preguntar qué puede haber tan poderoso que zarandee la Tierra con semejante violencia. Y asimismo nos podemos preguntar quién habría sobrevivido después de un cataclismo de tales proporciones para poder explicar lo sucedido. Pensando en el Diluvio Universal y en Noé, podemos preguntarnos si existía alguna relación entre ambos sucesos. Galileo había escrito, antes de su condena, que no hay que tomar los textos bíblicos por científicos, sino que hay que interpretarlos en función de los nuevos conocimientos. El Diluvio Universal abría un gran interrogante: ¿de dónde salió tanta agua? y ¿a dónde fue a parar luego? Porque es evidente que el nivel de las aguas luego bajó. Y el agua no aparece ni desaparece por arte de magia. Muchos autores coinciden en que la versión del diluvio recogida en el Génesis se basaría directamente en los textos del siglo XIV a. C. de la literatura de Mesopotamia, conocidos como la historia de Utnapishtim, incluida en la Epopeya de Gilgamesh, ya que se observa una evidente relación al comparar los pasajes del mito de Utnapishtim con los del diluvio judeocristiano, teniendo en cuenta que los pueblos hebreos en su mayoría tuvieron contacto con Mesopotamia y su cultura. Básicamente el texto mesopotámico relata lo siguiente: “Enlil (dios sumerio y supuesto ser extraterrestre anunnaki) decide destruir a la humanidad porque le resultan molestos y ruidosos. Ea (también llamado Enki y hermano de Enlil) advierte a Utnapishtim para que construya un barco. El barco se deberá llenar de animales y semillas. Llega el día del diluvio y toda la humanidad perece, excepto Utnapishtim y sus acompañantes. Utnapishtim se da cuenta de que las aguas bajan y suelta un cuervo el cual revoloteaba sobre las aguas yendo y viniendo hasta que se evaporaron las aguas de la tierra. Utnapishtim hace una ofrenda a los dioses y éstos quedan satisfechos por el sacrificio“. Un relato muy similar es narrado en tablillas sumerias muy antiguas de la ciudad de Ur, en las cuales el protagonista, a quien Enki/Ea previene del diluvio, se llama Ziusudra. Lo mismo podemos ver en un relato de origen acadio, titulado Atrahasis, poema épico que relata desde la creación hasta el diluvio universal. Aunque la mayor parte de las opiniones referentes al diluvio, desde el punto de vista bíblico-mesopotámico, se inclinen a pensar que tiene un origen mítico, el estudio científico no está totalmente de acuerdo de que absolutamente todos los aspectos no sean reales.

No obstante, las historias sobre un diluvio bíblico, o su versión de Mesopotamia, no son las únicas historias sobre este asunto. Existen también otras historias de diluvios en otras culturas repartidas por todo el mundo, lo cual apuntaría a un gran cataclismo a nivel global más que a una catástrofe local. En las historias griega e hindú aparece también la ayuda divina y un barco o arca. En las Escrituras védicas de la India encontramos a un rey llamado Svayambhuva Manu, que fue avisado del diluvio por una encarnación de Visnú en forma de un gigantesco pez, Matsya Avatar. Matsya arrastró el barco de Manu y lo salvó de la destrucción. El diluvio hindú fue mucho más devastador, ya que el agua no provenía de las nubes de este planeta, sino que se trataba de una creciente del océano que se encuentra en el fondo del universo. Curiosa versión que daría verosimilitud a que el agua del planeta Tierra proviene de otro planeta que fue destruido por un enorme cataclismo. No obstante, esta versión hindú es congruente con el desbordamiento del mar Mediterráneo que inundó el área ahora ocupada por el mar Negro, forzando a los supervivientes indoeuropeos de la zona este del mar Negro a emigrar, en este caso hacia la India. En las tradiciones del pueblo amerindio mapuche, pueblo aborigen sudamericano que habita el sur de Chile y el suroeste de Argentina, igualmente existe una leyenda sobre una inundación. El pueblo mapuche cuenta entre sus mitos con una fantástica leyenda de diluvio universal que reviste cierta analogía con el diluvio bíblico. Encarnan la leyenda dos serpientes, la llamada Treng treng vilu, protectora de los hombres, equivalente al Enki sumerio, y Caicai vilu, enemiga del género humano y equivalente al Enlil sumerio. Un día fueron advertidos por la serpiente amiga Treng treng vilu de que la serpiente enemiga preparaba su exterminio mediante una terrible crecida del mar y les instó a refugiarse en el cerro sagrado que ella habitaba, donde sólo unos pocos concurrieron. Producida la inundación, a medida que las aguas subían, Treng treng vilu elevaba el cerro hasta acercarse al sol, como si fuese una nave espacial. Los refugiados se salvaron y los que fueron alcanzados por las aguas quedaron convertidos en peces, cetáceos y rocas. Así fue cómo se salvó la humanidad al bajar estos pocos hombres desde el cerro en el que se habían refugiado. Para los indios quiché, de Guatemala, la inundación fue producida por Uk’u’x Kaj (“Corazón del Cielo”) o Jurakan, Madre y Padre de los dioses, a fin de destruir a la raza de los hombres de madera.

Fray Bartolomé de las Casas refiere también que entre los indios quiché “había noticia de un diluvio y del fin del mundo, y le llaman Butic, que significa diluvio de muchas aguas y quiere decir juicio, y así creen que está por venir otro Butic, que es otro diluvio y juicio, no de agua, sino de fuego, el cual dicen que ha de ser el fin del mundo, en el cual han de acabar todas las criaturas”. Semejante al anterior relato es un pasaje contenido en la Relación de la ciudad de Mérida, que confirma la creencia en diluvios sucesivos de agua y fuego, como también en un caimán que simbolizaba la inundación y la tierra. En la obra Historia de la América Central, de Enrique Gómez Carrillo, el autor recopila documentos de la conquista, principalmente de fray Francisco Ximénez, en que se describe cómo a la llegada de los primeros misioneros cristianos encontraron muchos paralelismos con los temas de la torre de Babel, las tribus perdidas, la caída de Lucifer, los viajes de evangelización de los apóstoles y, por supuesto, el diluvio universal. En un fragmento se describe cómo el cacique de Nicaragua, sosteniendo un diálogo con Gil Gonzáles de Ávila, preguntó si ellos también tenían noticia del diluvio que había destruido el mundo antiguo. En el manuscrito mexica, denominado Códice Borgia (Códice Vaticano), se recoge la historia del mundo dividido en edades, de las cuales la última terminó con un gran diluvio a manos de la diosa Chalchitlicue. En la mitología incaica, Viracocha destruyó a los gigantes con una gran inundación, y dos personas repoblaron la Tierra, Manco Cápac y Mama Ocllo, que sobrevivieron en cuevas selladas. En el lago Titicaca, donde habita un grupo de indígenas, conocidos por el nombre de urus, existe una leyenda local que dice que, después del diluvio universal, fue en el lago Titicaca donde se vieron los primeros rayos del Sol. Para los Kawesqar, o Alacalufes, de Tierra del Fuego, una gran inundación tuvo lugar en el mundo cuando un joven cazó una nutria, que era tabú cazarla, para regalarle a su novia una buena comida. La nutria era una criatura protegida por el espíritu de las aguas, quien, dolido por esta afrenta, hizo subir el mar para vengarse de toda la humanidad. Al final del relato, el joven y su novia se salvan al subir a elevados cerros. Luego son ellos los encargados de repoblar la tierra.

Según una tradición de los taínos del Caribe, Yukiyu, su dios, creó una gran inundación. Se dice que se salvaron gracias a que se albergaron en el bosque fluvial del Yunque. La mitología guaraní de los nativos de América del Sur sostiene que durante el tiempo conocido como Yvy tenonde (primera tierra), los hombres y los dioses convivían libremente en abundancia y no existían enfermedades ni penurias. Hasta que un hombre llamado Jeupié transgredió su máximo tabú, el incesto, al copular con la hermana de su padre. Este hecho fue castigado severamente con un diluvio (Mba’e-megua guasu), que destruyó aquella tierra primera y produjo la partida de los dioses hacia su morada celestial. Ñamandú, dios principal de los guaraníes, decide crear entonces una segunda tierra, aunque imperfecta. Solicita entonces la ayuda de Jakairá, quien esparce una bruma vivificante sobre la nueva tierra. Los sobrevivientes del diluvio pasan a habitar esta tierra donde ahora hay enfermedad, sufrimientos y muerte. Desde entonces, los hombres habitantes de la “nueva tierra“, conocida como Yvy Pyahu, están condenados a la eterna búsqueda de aquella primera tierra perdida que llaman Yvymara’eỹ (Tierra sin Mal). La tradición del pueblo de la Isla de Pascua dice que sus ancestros llegaron a la isla escapando de la inundación de un mítico continente o isla llamada Hiva. Al otro lado del Atlántico, en el Chad africano, la tribu moussaye cuenta en su mitología la historia de una familia que vivía en un lugar remoto. Cierto día, la madre quiso preparar una comida opípara para su familia; así que tomó el mortero con su majador para moler el grano y hacerlo harina. Parece que en aquel tiempo el cielo estaba mucho más cerca que ahora, por lo que si se alargaba la mano, podía tocarse. Majó el grano con todas sus fuerzas y machacó el mijo hasta que lo hizo harina. Pero al moler, la mujer se descuidó y alzó el majador tan alto que hizo un agujero en el cielo. En el acto empezó a caer a la tierra mucha agua. No era una lluvia normal. Llovió durante siete días y siete noches hasta que toda la tierra quedó anegada. Conforme caía la lluvia, el cielo se iba levantando, hasta que llegó a la altura inalcanzable que ahora tiene. Desde entonces perdimos el privilegio de tocar el cielo con la mano. Hay una frase, perteneciente a la tradición peruana, que explica lo siguiente: “Durante cinco días y cinco noches, el sol no apareció en el cielo. Mientras, el océano, abandonando el litoral, regresó y se echó sobre el continente con un estruendo espantoso. Toda la faz de la Tierra fue cubierta“. Este relato recuerda, aunque en una versión ampliada, lo que las televisiones habían mostrado sobre el gran tsunami acaecido el año 2005 en Indonesia, que mató a más de 250.000 personas en pocas horas. Y en el relato peruano hablaban de cinco días y cinco noches y que toda la faz de la Tierra quedó sumergida. Aquello tenía sentido.

Tal vez un Diluvio Universal sea poco creíble, pero un tsunami ya es otra cosa y el efecto puede ser tanto o más devastador. En un relato de indios de América del Sur se dice: “Un gruñido quebrantó cielo y tierra, y los ríos se desbordaron a su paso por las ciudades. Un mes más tarde, resonó de nuevo, enorme esta vez, y la Tierra se quedó a oscuras bajo una lluvia incesante y espesa“. Los indios Choctaw, de América del Norte, también hablaban de una ola tan alta como una montaña: “La Tierra se quedó a oscuras, cuando una luz viva alumbró todo el norte. Pero era una ola, alta como una montaña, que avanzaba a toda velocidad“. Un legendario poema lapón, en el norte de Finlandia, en Europa, también habla de un tsunami gigantesco: “Avanzaba la pared de agua, espumante, ensordecedora. Se elevó hasta el cielo, rompiéndolo todo. De un solo golpe, el suelo se levantó, se plegó, se dio la vuelta y cayó. La bella Tierra, el hogar de los hombres, se llenó del lamento de los moribundos“. Una tradición de indígenas del Brasil, explica que: “Los relámpagos rasgaban el cielo y el trueno producía tal estruendo que los hombres se quedaron petrificados. Entonces el cielo estalló. En su caída, los fragmentos lo aplastaron todo, matando a todo el mundo. Tierra y cielo volcaron. Nada vivo quedó sobre la Tierra“. «Entonces el cielo estalló» es una descripción adecuada para indicar que algo terrorífico se nos vino encima. En América del Norte, entre las tribus Tlingit se cuenta un relato que dice: “La mayor parte de la humanidad pereció en un diluvio. Los supervivientes fueron entonces víctimas de una ola de calor a la que siguió un frío intenso y una helada“. En esta descripción aparece una novedad, ya que habla de un diluvio seguido de una ola de calor y luego un frío intenso y una helada. Si trasladamos a un mapa terrestre todas estas tradiciones sobre una catástrofe planetaria, vemos que, de norte a sur y de este a oeste, desde Laponia hasta Egipto, desde el Canadá hasta el cono sur del continente americano, desde Brasil hasta la India, sin olvidar China, América Central o el propio Tíbet, todos los relatos cuentan que tuvo lugar un cataclismo de proporciones inimaginables. La conclusión que podemos deducir es que en tiempos remotos se produjo un suceso espantoso, que asoló la Tierra. Y que había gente que lo vivió.

Un gran misterio de la antigüedad lo constituye Tiahuanaco, que todo indica que son las ruinas de un antiguo puerto marítimo situado en la cordillera de los Andes, a casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Pero no tiene ningún sentido construir un puerto marítimo a esta altura. Hay distintas teorías sobre Tiahuanaco, desde que fue construido hace unos cuatro o cinco mil años hasta que tiene más de cien mil, incluyendo las teorías que dicen que era un puerto de mar que fue elevado hasta esa altura por algún tipo de cataclismo. Los geólogos clasifican las montañas en viejas y jóvenes. Lo que parece bastante generalizado es que todos los geólogos, o casi todos, llegan a la conclusión de que nuestros antepasados vieron nacer las cumbres más altas de la Tierra, como el Himalaya, los Alpes, los Pirineos, las Rocosas y los Andes. Ello indicaría que no son tan antiguas como se suponía. Sin embargo, la mayoría de los geólogos opinan que ese fenómeno no se produjo de golpe. Afirman que las montañas más altas del mundo surgieron del suelo a una velocidad de 2 a 4 centímetros por año. Entonces tendrían razón los que afirman que Tiahuanaco fue construida hace por lo menos cien mil años, porque éste es el tiempo que se tarda en crecer cuatro mil metros (cuatrocientos mil centímetros) a la velocidad de cuatro centímetros por año.  Pero se supone que no existían ciudades hace mil siglos. Charles Berlitz, en su libro El misterio de Atlantis, decía: “Arqueólogos sudamericanos sitúan la construcción de Tiahuanaco en una época cuando el terreno estaba unos 4.000 metros más bajo que el actual […] Su teoría se apoya en las transformaciones de la cordillera de los Andes inscritas en los depósitos calcáreos o en las líneas del nivel dejadas por las aguas del mar en los acantilados y en las montañas, y que muestran que esta parte de los Andes fue levantada, con el lago Titicaca, provocando la destrucción y la muerte de la ciudad. […] Estos arqueólogos sitúan la despoblación de Tiahuanaco en una época comprendida entre los 10 ó 12 mil años de nuestros días“. El mismo autor, en su libro Doomsday 1999, dice: “Aunque Tiahuanaco esté hoy a una altitud de 4.000 metros, demasiado elevada para vivir, sus diques y sus muelles muestran que en otro tiempo fue puerto de mar y que fue elevada a esa altura con la creación de los Andes, hace 11.000 años“. Richard Mooney, en su libro Colony Earth, dice: “La abundancia de fósiles marinos sobre el altiplano da pie a pensar que la región estuvo un día a nivel del mar. Las relaciones geológicas muestran que el levantamiento de la planicie es bastante reciente. Debió de producirse hace unos 6.000 u 8.000 años […] Tiahuanaco estaba posiblemente en fase de construcción cuando sobrevino la catástrofe que asoló la Tierra […] Estimaciones recientes muestran sin embargo que la ciudad fue fundada mucho antes, lo que la situaría antes del Diluvio“.

La geología tradicional dice que «las rocas que se amontonan entre los cuatro mil y los ocho mil metros están en orden inverso a su edad. Es decir: las más antiguas sobre las más recientes». Eso es justo al revés de lo que la lógica apuntaría, porque significaría que la cordillera Himalaya, la más alta del mundo, sería también el más joven, surgido ya en tiempos históricos. Era similar al caso de un arado que removía la tierra y dejaba lo que está debajo encima. Pero en este caso, en lugar de un arado, ¿no sería tal vez el efecto de un gigantesco tsunami, con sus posibles correspondientes terremotos, o un volteo de la Tierra? Según algunos textos científicos, apenas formados, los Alpes pivotaron sobre sí mismos y ascendieron hacia el noroeste centenares de kilómetros; el Himalaya, en bloque, y toda la falda de las Rocosas recorrieron cien kilómetros; un macizo de tres mil metros, Chief Mountain, atravesó la planicie de Montana y se desplazó sesenta kilómetros; enormes placas de roca, dos veces más extensas que el Gran Ducado de Luxemburgo, fueron catapultadas más de cien kilómetros como vulgares guijarros. ¿Qué fuerza gigantesca fue capaz de realizar semejantes acciones? Es lógico pensar que la gran violencia de tal cataclismo universal tendría que haber producido una gran mortandad entre los seres vivos. En efecto, los libros de paleontología explican que en cualquier parte del mundo pueden encontrarse centenares de osarios gigantescos. Desde el estrecho de Boering a la Patagonia, desde Maine a Michigan y desde New Jersey, pasando por el Brasil, Perú, Europa Central, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Siberia y China, existen montones de cuevas y grietas llenas de restos de animales que se cuentan por millones. Ya sea en las laderas del monte McKinley en Alaska, con inmensos depósitos de restos de mamuts, mastodontes y bisontes, la cueva de Cumberland, la grieta de Chou-k’ou-tien, la cueva de San Ciro, en Palermo, con veinte toneladas de huesos de hipopótamos, la cueva de Vallonet, en Mónaco, donde encontraron restos de elefantes, rinocerontes, leones e incluso ballenas, o la isla Liakhov, en Siberia, por citar sólo los lugares más célebres, todos los osarios presentan las mismas características.

Aparecen montones de cuerpos en todas las actitudes, sorprendidos por la muerte, aplastados aunque pesasen toneladas, incluso despedazados y esparcidos. Pero aún había más, ya que los geólogos encontraron en los depósitos sedimentarios restos humanos, de animales, de plantas y utensilios, todo mezclado. Llegaron a la conclusión de que, para que se produjese semejante hecho, fue necesario un medio aglutinante que lo moviese todo en la misma dirección para acabar sepultado por el aluvión. Incluso encontraron fósiles de insectos en los que no se detectaban huellas de desintegración, lo que apuntaba a una muerte súbita y un enterramiento casi instantáneo. Esto es característico en un desastre ocasionado por una gigantesca ola de agua, probablemente de más de 1 km. de altura, seguida de un asentamiento de todas las partículas en flotación. La carnicería fue tan impresionante que Charles Darwin escribió: «Nuestro espíritu nos empuja a imaginar alguna catástrofe terrible, porque para matar a tantos animales de todo tipo, no queda más remedio que sacudir todo el globo terrestre». Asimismo Platón dijo: «La Tierra basculó adelante y atrás, a derecha e izquierda, moviéndose en todos sentidos». La mayoría de las leyendas y relatos del Gran Cataclismo atribuyen el desastre a la cólera divina. Ya fuesen babilonios, aztecas o guaraníes, cuentan que los dioses estaban irritados por la malignidad del hombre. El Dios de la Biblia también reacciona con brutalidad ante la maldad, la corrupción y la violencia de la gente. Pero había otro detalle sorprendente. Todos los relatos eran unánimes al explicar que los dioses, o Dios, prometieron solemnemente que semejante castigo no se abatiría nunca más sobre la Tierra, fuera cual fuese la conducta del ser humano. Toda esta explicación sobre el Diluvio Universal sirve para hacer ver que hay gran parte de verdad en los mitos, leyendas, tradiciones y escritos antiguos. Según Sitchin, los dioses anunnaki se retiraron de la Tierra en sus naves espaciales, dejando atrás a su descendencia semidivina para que pereciera con la humanidad en la gran inundación. Cuando se empezaron a retirar las aguas, los dioses descendieron una vez más, para ayudar a los sobrevivientes a establecer nuevas ciudades en las llanuras de Mesopotamia. Apareándose nuevamente con seres humanos produjeron otra nueva raza de seres semidivinos para gobernar sus imperio en la Tierra. Los descendientes de los nefilim, gigantes conocidos por el nombre de rephaim, sometieron a la humanidad por miles de años y luego, alrededor del primer milenio a.C., aparentemente fueron eliminados.

Parece posible que el gran diluvio bíblico de Noé fuese causado por fragmentos de algún cometa o asteroide que golpease la Tierra. En 1680 Isaac Newton fue el primero en proponer una teoría que conectaba la inundación con la caída de algún cometa o asteroide. Según un artículo de National Geographic, Newton declaró que un cometa había pasado cerca de la Tierra hace miles de años. Y llegó tan cerca de nuestro planeta que roció nuestro mundo con agua procedente de su cola, al miso tiempo que ejerció suficiente fuerza gravitacional para extraer cantidades ingentes de agua de debajo de la corteza de nuestro planeta. Ahora, una nueva teoría proporciona evidencias que respaldan la idea de Newton de que un cometa estuvo involucrado en un cataclismo. Según esta teoría, entre hace 10.000 y 12.000 años un cometa entró en la atmósfera de la Tierra y se partió en miles de pedazos, que lanzaron una lluvia de fuego y azufre en toda la Tierra. Algunos de los fragmentos llegaron a lugares de todo el mundo, incluidos Europa y el Lejano Oriente. Los fragmentos de cometa que cayeron en los océanos causaron grandes tsunamis con las correspondientes inundaciones por todas partes. Los fragmentos que cayeron en el Océano Atlántico habrían creado un mega-tsunami que cruzó todo el océano, por lo que las islas en el Océano Atlántico habrían quedado cubiertas de agua, incluyendo Canarias y Gran Bretaña, a excepción de sus montañas más altas. Se supone que las enormes olas del tsunami se abrieron paso a través del Estrecho de Gibraltar e inundaron toda la cuenca del Mediterráneo. Aquella gran inundación parece que dejó más de 4 metros de sedimento orgánico alrededor de las pirámides en la meseta de Giza, que se supone ya existían e aquella época. Estos sedimentos contienen conchas marinas y fósiles que han sido analizados por científicos. Al analizar dichos sedientos, los investigadores encontraron evidencias que ayudaron a datar la inundació en unos 11.600 años. Este hallazgo mostraría que el Diluvio Bíblico ocurrió entre 10.000 y 12.000 años atrás. Según el geólogo norteamericano Robert M. Schoch, la erosión en la Esfinge solo podría haber sido causada por el agua. Su investigación muestra que la erosión tuvo lugar hace unos 11.700 años. Curiosamente estas dataciones coinciden con la afirmación de Platón sobre el presunto hundimiento de la Atlántida.

Pero hay más evidencias de que un cometa posiblemente chocó contra la Tierra hace unos12.000 años. Los nano-diamantes encontrados en distintos lugares de Norte América sugieren que pudieron haber sido provocados por algún cuerpo caído del cosmos, causando un cambio climático muy importante. En efecto, una banda de 40 centímetros de sedimento oscuro descubierto en Murray Spring, Arizona, puede indicar un impacto cósmico o una explosión que inició un período de enfriamiento global, así como una extinción masiva en Norte América. Se calcula que hace unos 12.900 años empezó de repente un enorme enfriamiento global, acompañado de la extinción de aproximadamente 35 especies de mamíferos diferentes, incluyendo el mamut, así como también la llamada cultura de Clovis de la Norte América prehistórica. La cultura de Clovis, en el sur de Estados Unidos, fue considerada a mediados del siglo XX como la cultura indígena más antigua del continente americano. Su datación por radiocarbono indica que se extendió durante un periodo entre el 10.600 y el 11.250 a. C. Esta época corresponde a los últimos años de la glaciación de Würm o Wisconsin, la última era de hielo. Se propusieron varias teorías para la extinción, que van desde un cambio climático repentino hasta un exceso de cacería en las regiones salvajes de América del Norte. Pero ahora los nano-diamantes encontrados en los sedimentos de este período apuntan a una alternativa más dramática. Se trataría de una enorme explosión o explosiones debidas a un cometa fragmentario, similar pero aun mayor que el que se supone produjo el evento de Tunguska, en Siberia, en 1908. Los sedimentos de seis lugares de América del Norte contenían diamantes tan diminutos que sólo se producen en sedimentos expuestos a temperaturas y presiones extremas, como las de una explosión o impacto. El descubrimiento respalda la teoría de que algún tipo de impacto o impactos cósmicos, tales como los producidos por un cometa fragmentado que explotase en la atmósfera o que cayese sobre los océanos, iniciase el período de enfriamiento de más de 1.300 años en el hemisferio norte, conocido como Younger Dryas. Este período de enfriamiento interrumpió temporalmente un calentamiento prolongado después de una edad de hielo. Este calentamiento interrumpido era causado por leves cambios en la órbita terrestre, que continúa actualmente.

El Younger Dryas, o Dryas Reciente, fue una breve (de 1300 ± 70 años de duración) fase de enfriamiento climático a finales del Pleistoceno, de 1300 ± 70 años de duración, que sucedió entre 12.700 y 11.500 años atrás. Hay indicios del impacto del cometa Clovis hace unos12.900 años en América del Norte, que según una hipótesis reciente, podría haber iniciado la fase de enfriamiento del Dryas Reciente, que significó un rápido regreso a las condiciones glaciares en las latitudes más altas del hemisferio norte entre hace 12.900 y 11.500 años. Esto contrasta con el calentamiento y el deshielo que tuvo lugar en el periodo anterior. Estas transiciones duraron aproximadamente una década. Las informaciones obtenidas de isótopos térmicamente fraccionados de nitrógeno y argón provenientes de núcleos de hielo en Groenlandia, indican que esta isla era unos 15 °C más fría que en la actualidad. En las islas británicas, los fósiles de escarabajos indican un descenso de las temperaturas medias anuales de 5 °C y las condiciones peri-glaciares, procesos geomórficos creados por el congelamiento de agua en hielo, prevalecían en las tierras bajas y los glaciares en las tierras altas. Desde entonces, no ha habido ningún periodo de abrupto cambio climático tan grande, extendido o rápido. Es difícil de determinar si el Dryas Reciente tuvo un alcance global, puesto que no está claramente definido en todos los registros. En el oeste de Europa y Groenlandia el Dryas Reciente es un período frío bien determinado. Pero es posible que las regiones tropicales del Atlántico pudieran haberse empezado a enfriar unos cuantos siglos antes. Por ejemplo, en Sudamérica no se encuentra un inicio bien claro, pero el final del Dryas Reciente está bien definido. De manera similar, el enfriamiento del hemisferio sur, conocido como Inversión Fría Antártica, parece haber empezado un milenio antes del Dryas Reciente, y no tiene ni un principio ni un final bien definidos, que se calcula entre 14.000 y 11.500 años, como se visualiza en el núcleo de hielo del Nevado Sajama, en Bolivia. El clima andino volvió a las condiciones frías del último máximo glacial junto con una mayor precipitación, que puede observarse en los lagos del altiplano andino. Otros eventos de este período son la sustitución de los bosques escandinavos por una tundra glaciar; glaciaciones o incremento de la nieve en las cordilleras de cualquier parte del mundo; formación de capas de solifluxión y depósitos de loess al norte de Europa; más polvo en la atmósfera terrestre, proveniente de los desiertos asiáticos; sequía al este del Mediterráneo, lo que podría haber empujado la cultura Natufiense, que se extiende por toda la zona del Próximo Oriente, desde el Éufrates hasta Egipto y los desiertos situados al sur, a inventar la agricultura.

El enfriamiento denominado Huelmo-Mascardi del hemisferio sur empezó un poco antes que el Dryas Reciente y acabó al mismo tiempo. La teoría más extendida mantiene que el Dryas Reciente fue causado por una reducción significativa o una parada total de la circulación termohalina del Atlántico Norte, conocida como corriente del Golfo, debido a un flujo repentino de agua dulce. El clima global se habría quedado atrapado en este estado hasta que la glaciación paró el flujo de agua dulce. Pero esta teoría no explica por qué Sudamérica se enfrió antes. Se han sugerido que el flujo repentino de agua dulce procedería del lago Agassiz y del deshielo de manto glaciar Laurentino, en Norteamérica. Sin embargo, otros estudios sugieren que la eliminación de las capas de hielo de esta región se produjo casi 1000 años más tarde y, por tanto, el drenaje del lago Agassiz probablemente no podría haber causado el Dryas Reciente. En su lugar, esta ola de frío podría haber sido activada por un mayor flujo en el océano Ártico, procedente del estrecho de Fram al este de Groenlandia y, en última instancia, en la región oriental del Atlántico Norte, entre 12.900 y 12.800 años antes del presente. Las glaciaciones anteriores probablemente no tuvieron eventos similares al Dryas Reciente, lo que sugiere que, sea lo que sea el mecanismo que lo provocó, tiene un componente de azar. Se especula que el Dryas Reciente podría haber sido causado o acelerado por el impacto del cometa Clovis. También se suele relacionar el Dryas Reciente con la adopción de la agricultura en el Creciente Fértil, región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia.. El argumento principal es que el frío y la sequía del Dryas Reciente obligó a la sedentaria cultura Natufiense a adaptarse a un patrón de subsistencia más flexible. Un deterioro todavía más severo del clima les podría haber obligado a cultivar cereales. Mientras que hay un cierto consenso en cuanto al papel del Dryas Reciente en los cambios de los patrones de subsistencia durante el Natufiense, todavía se debate su conexión con los inicios de la agricultura.

La hipótesis del cometa Clovis habla de una gran explosión en el aire o un impacto astronómico de un objeto u objetos del espacio exterior, que provocó el comienzo del período frío denominado Dryas Reciente hace unos 12.900 años, según el método de datación por carbono calibrado, o hace 10.900 años, según el método no calibrado. Un escenario propone que una explosión en el aire o un impacto en la Tierra produjo un enjambre de condritas carbonáceas que prendió fuego a vastas zonas de América del Norte, causando la extinción de la mayoría de los grandes animales en América del Norte y la desaparición de la cultura Clovis al final de la última glaciación. Estos cuerpos estelares habrían estallado sobre la capa de hielo Laurentino, al norte de los grandes lagos norteamericanos. Esta explosión aérea podría haber sido similar pero más grande que el evento de Tunguska, en Siberia, en 1908. La vida animal y humana que no pereció directamente por la explosión o los incendios forestales que asolaron el continente habrían perecido de hambre. En un estudio publicado en la revista The Journal of Geology en el año 2014, una colaboración internacional de científicos apoyó la hipótesis de que un impacto cósmico precipitó el período Dryas Reciente. Se conjetura que este impacto provocó la extinción de muchos mamíferos de América del Norte. Los marcadores para el posible impacto también aparecen al final de la cultura Clovis. La revista británica Nature hizo referencia a la teoría en una noticia el 17 de mayo de 2007. El 24 de mayo de 2007, en una reunión de la Unión Geofísica Americanaen Acapulco, México, se discutió esta hipótesis y se reveló su evidencia. El 27 de septiembre de 2007, se presentó un artículo presentando resultados del grupo de Acapulco en Proceedings of the National Academy of Sciences. De acuerdo al estudio, el impacto puede haber conducido a disminuir drásticamente la población humana en América del Norte. Una serie de fragmentos cometarios que estallaran sobre América del Norte podrían explicar una capa de suelo que contiene niveles inusitadamente altos de iridio, un elemento más común en los meteoritos que en la corteza terrestre.

Esta capa de iridio existe desde la época de la extinción de, al menos, 35 especies de grandes mamíferos, incluyendo los mamuts, lo cual sería una fehaciente prueba de un cataclismo cósmico. Según el arqueólogo de la Universidad de Oregon, Doug Kennett: “Hallamos muy fuertes indicadores de impacto en los sedimentos directamente arriba, y a menudo como envoltura en el caso de Murray Spring, los restos de estos animales y de la gente que los estaban cazando“. Según Kennett, las búsquedas en terrenos más alejados, como Europa, Asia y Sudamérica, resultaron mostrar minerales y elementos similares en los sedimentos de la misma época. Asimismo, su propio trabajo sobre las Channel Islands de California relata un masivo incendio, seguido por erosión y un cambio total en la flora de la región. Kennett afirma, explicando por qué no ha sido encontrado hasta la fecha ningún cráter de impacto, que “es compatible con un cuerpo fragmentario que se rompe con el impacto del aire y posibles impactos superficiales en varias partes de Norte América. Podía ser encima de la capa de hielo o cerca de la costa en el océano”. Y añade: “Los efectos inmediatos en la Tierra incluyen altas temperaturas y presiones que provocan transformaciones muy importantes en la vegetación, volteando árboles pero también quemándolos“. Y eso habría causado que el cambio climático del Dryas Reciente se pareciera al causado por el impacto del enorme asteroide que barrió a los dinosaurios hace 65 millones de años. “Éste es un evento que ocurrió en un día“, dice Kennett. “Vamos a necesitar registros climáticos de alta resolución, registros arqueológicos, registros paleontológicos para tratar de explorar los efectos“. Si se produjo el choque de algún cometa o asteroide, tenemos como referencia de lo que podría haber ocurrido el descubrimiento de que el asteroide que acabó con los dinosaurios produjo un tsunami de nada menos que hasta 1.500 metros de altura. En efecto, unos científicos liderados por Molly Range, de la Universidad de Michigan, han descubierto que el impacto del asteroide Chicxulub en el Golfo de México, que se supone acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años, produjo un enorme tsunami que se propagó por todo el mundo. En la primera simulación global de este evento utilizaron dos modelos. Uno para el impacto inicial de un asteroide de 14 kilómetros de diámetro en aguas poco profundas y otro centrado en la consiguiente propagación del agua desplazada en todo el océano. Según la simulación resultante, el primer efecto del impacto habría sido un tsunami de aproximadamente 1.500 metros de altura. El estudio se presentó en una reunión de la American Geophysical Union. El impacto del tsunami se extendió rápidamente desde el Golfo de México hacia el Atlántico y desde América Central hacia el Pacífico en las primeras 24 horas.

La reflexión y la refracción de las olas crean un patrón de propagación de tsunamis más complejo 48 horas después del impacto, con alturas menores, de unos 14 metros. Las velocidades de flujo superaron los 20 centímetros por segundo a lo largo de las costas de todo el mundo y pudieron haber alterado los sedimentos a más de 6.000 kilómetros del origen del impacto. Este modelo sugiere que el impacto del asteroide no solo tuvo efectos importantes en la atmósfera y la biosfera globales, sino que también creó un tsunami de tal magnitud que su efecto se sintió en gran parte de los océanos mundiales. Los científicos rusos advierten que la caída en las aguas de los océanos de un asteroide de un diámetro de entre 100 y 200 metros podría causar un enorme tsunami con olas de hasta 500 metros de altura. “Los asteroides de un tamaño de entre 100 y 200 metros no han sido muy bien estudiados, pero en caso de caer en las aguas de la Tierra causarían olas que, según los expertos, llagarían hasta los 500 metros de altura“, dijo Vladislav Bolov, del Ministerio de Emergencias de Rusia. Si el tamaño del objeto llega a ser de más de un kilómetro y medio, causaría un desastre que afectaría a todo el planeta, añadió Bolov. Hasta la fecha, los científicos han descubierto unos 120 cráteres que han dejado grandes asteroides tras su colisión con la superficie terrestre. El mayor de los cráteres tiene un diámetro de unos 100 kilómetros y se encuentra en la región rusa de Siberia, en la cuenca del río Popigai. Los científicos creen que un asteroide se estrelló en ese lugar hace unos 36 millones de años. Algunos expertos también explican la extinción masiva de los organismos vivos hace unos 250 millones de años por la caída de un gran meteorito. Según otra hipótesis propuesta por el físico estadounidense Luis Álvarez, un meteorito causó la extinción de los dinosaurios al colisionar con la Tierra. No obstante, los científicos también advierten que hasta objetos relativamente pequeños representan una grave amenaza para nuestro planeta, ya que en caso de impactar cerca de asentamientos humanos, debido a la onda expansiva y al calor generado, podrían causar daños considerables comparables con las consecuencias de una explosión atómica. Pero lo más letal de un asteroide que cayera en la Tierra no sería el impacto. En teoría, vientos y ondas de choque se cobrarían más del 60% de las víctimas. Las ondas pueden reventar los órganos internos y los vientos aplastarlo todo. Sin embargo, la caída de un asteroide es un fenómeno extremadamente raro. La gente piensa que si un asteroide cayera en nuestro planeta tendría más probabilidades de sobrevivir si no cayera cerca de donde vivimos. Pero en realidad el impacto de un objeto de este tipo sobre nuestro planeta causaría estragos de muy variada magnitud. Y lo más letal si un asteroide chocara en la Tierra no sería el impacto en sí o un hipotético y gigantesco tsunami, ni tan siquiera el elevadísimo calor, sino los vientos huracanados y las ondas expansivas provocadas por el impacto, que serían responsables del 60% de muertos en caso de impacto catastrófico.

Un nuevo estudio ha explorado varios efectos asociados con los impactos de asteroides, como calor, ondas expansivas de choque, escombros voladores, tsunamis, ráfagas de viento, sacudidas sísmicas y cráteres, y ha estimado su letalidad en función de diferentes tamaños. Los investigadores clasificaron entonces los efectos de los más a los menos mortales, o cuántas vidas se perderían como resultado de cada efecto. En general, los vientos violentos y las ondas de choque fueron las secuelas que más víctimas causarían, según el estudio. En escenarios experimentales, estos dos efectos representaron más del 60% de las vidas perdidas. Las ondas de choque surgen de un pico en la presión atmosférica y pueden romper los órganos internos, mientras que las explosiones de viento llevan suficiente energía para lanzar cuerpos humanos y aplanar los bosques. “Este es el primer estudio que analiza los siete efectos de impacto generados por asteroides peligrosos y estimaciones que son, en términos de pérdidas humanas, más graves“, comentó Clemens Rumpf, autor principal del estudio publicado en Geophysical Research Letters, una revista de la American Geophysical Union. Rumpf comenta que sus hallazgos, que planea presentar en la Conferencia de la Academia Internacional de Astronáutica de 2017 en Tokio (Japón), podrían ayudar a los grupos de mitigación de riesgos a prepararse mejor para las amenazas de asteroides, ya que detallan los efectos de impacto más importantes y donde deben ser asignados los recursos. Aunque estudios como el suyo son necesarios para reducir los daños, los impactos catastróficos de asteroides son todavía, afortunadamente, raros. La Tierra es golpeada por un asteroide de 60 metros de ancho aproximadamente una vez cada 1.500 años, mientras que un asteroide de 400 metros de diámetro probablemente golpeará al planeta cada 100.000 años, según Rumpf. “La probabilidad de un impacto de asteroides es muy baja“, ha declarado Rumpf, que por otro lado no duda sobre las “inimaginables” consecuencias que tendrían lugar en caso de que así sucediera. Rumpf y sus compañeros usaron modelos para pintar el globo terráqueo con 50.000 asteroides artificiales, que van de 15 a 400 metros de diámetro, los que más frecuentemente golpean la Tierra. Los investigadores calcularon entonces cuántas vidas se perderían para cada uno de los siete efectos.

Pero peor sería un impacto en tierra firme que en el océano. Los impactos terrestres serían, en promedio, más peligroso que los asteroides que impactasen en los océanos. Los grandes asteroides impactantes en el océano podrían generar suficiente energía para desencadenar un tsunami, pero la energía de la ola probablemente se disiparía a medida que se moviese y eventualmente se rompería cuando se encontrase con una plataforma continental. Incluso si un tsunami llegara a las comunidades costeras, moriría menos gente que si el mismo asteroide golpeara tierra, según ha indicado Rumpf. En general, los tsunamis representarían el 20% de las vidas perdidas, mientras que el calor generado por un asteroide representaría casi el 30% de las vidas que se cobraría, según el estudio. Las poblaciones afectadas podrían evitar los daños escondiéndose en los sótanos y otras estructuras subterráneas, tal y como señala Rumpf. La sacudida sísmica sería la menos preocupante, ya que representaría sólo el 0,17% de las víctimas. Los cráteres y los desechos transportados por el aire serían igualmente menos preocupantes, ya que acapararían menos del 1% de las muertes. Sólo los asteroides que abarcaban por lo menos 18 metros de diámetro serían letales. Muchos asteroides en el extremo inferior de este espectro se desintegrarían en la atmósfera terrestre antes de llegar a la superficie del planeta, pero llegan más frecuentemente que los asteroides más grandes y generan suficiente calor y energía explosiva para causar daños. Por ejemplo, el meteorito involucrado en el impacto de 2013 en Chelyabinsk (Rusia), fue de 17 a 20 metros de diámetro y causó más de 1.000 heridos, infligiendo quemaduras y ceguera temporal a las personas cercanas. Algunos científicos creen que el meteorito de Rusia puede tener relación con un gran asteroide.

El 70% de la superficie de nuestro planeta está cubierta de agua. Eso significa que si somos los bastante desafortunados como para que un meteorito de gran tamaño choque con la Tierra, lo más probable es que lo haga sobre el mar. ¿Qué pasaría exactamente? ¿Qué pasaría si el volcán bajo Yellowstone entrara en erupción a causa del choque de un asteroide ? El parque natural de Yellowstone no está lleno de géiseres, fumarolas y actividad termal por nada. Un equipo de especialistas del Laboratorio Nacional Los Álamos ha elaborado un modelo de qué pasaría en ese supuesto. Los resultados son tan apocalípticos como hermosos. Galen Gliser y sus colegas de Los Álamos han usado superordenadores para visualizar cómo se transfiere la energía cinética de un meteorito en el momento del impacto y presentaron sus resultados en la convención de la Unión Geofísica de Estados Unidos. Según ellos, un asteroide genera una fuerza de impacto puntual, y las olas que nacen de ese tipo de fuerzas pierden fuerza muy rápido. En otras palabras, que no generaría tsunamis de decenas de metros de altura que devoren Nueva York. No, la máxima preocupación del impacto de un asteroide contra el mar es el vapor de agua. “La parte más importante del efecto sobre el océano sería la súbita inyección de vapor de agua sobre la estratosfera y sus posibles efectos sobre el clima” explica Gliser. Sus simulaciones muestran como una roca de 250 metros de diámetro podría vaporizar hasta 250 millones de toneladas métricas de agua. Al entrar en la troposfera, ese vapor de agua puede caer en forma de lluvia de manera bastante rápida, pero el que llegue hasta la estratosfera no caerá tan rápido, y puede actuar como un potente agente de efecto invernadero. Por supuesto, hablamos de un caso muy especial. La mayor parte de los meteoritos se evaporan en nuestra atmósfera. Los más pequeños tienden a explotar en el cielo y sus restos caen al mar produciendo muy poco vapor y unas olas inofensivas para la costa. En general, los cálculos de Gliser y su equipo muestran que los asteroides sobre el océano suponen mucho menos peligro para los seres humanos que si cayeran sobre tierra firme. Solo hay una excepción y es si el asteroide cae muy cercano a la costa. Un impacto en el agua junto a la línea de la costa sería muy peligroso, tal como parece pasó con el que causó la desaparición de los dinosaurios . En este caso, los tsunamis que devoran ciudades sí que podrían ser una realidad.

¿Fue real el diluvio universal? Tal como hemos dicho antes, son varias las fuentes antiguas que hablan de este fenómeno en diferentes culturas. Una de las más conocidas en todo el mundo es la historia bíblica del Arca de Noé, pero no es la única. Unas tablillas de arcilla babilónicas cuentan la narración de la Epopeya de Gilgamésh, donde se narra también la existencia de un diluvio de inmensas proporciones. ¿Pero se puede explicar este hecho desde el punto de vista de la ciencia? Es evidente que con el tiempo y la investigación, se ha demostrado que gran parte de las leyendas que han llegado a nuestros días tienen su origen en acontecimientos reales. Sin embargo, la falta de fuentes fiables y la degeneración y fabulación de los relatos orales que pasan de generación en generación hacen sumamente difícil llegar al origen de estos hechos. Sin embargo, existen dos teorías científicas que podrían explicar el mito del diluvio universal. Una teoría que esgrimen científicos de la NASA es la posible caída de un meteorito sobre una capa de hielo en Canadá. Algunos geólogos han estudiado esta posibilidad y han localizado indicios de un cataclismo natural que tuvo lugar hace unos 10.000 años. Aunque el supuesto meteorito explotase en el aire, la energía liberada, equivalente a miles de bombas atómicas, provocaría olas gigantes y tsunamis capaces de anegar al mundo en cuestión de horas. Esta teoría coincidiría aproximadamente con la época en que se estima que pudo tener lugar el Diluvio Universal, hace más de 8000 años. Sabiendo que los primeros pobladores buscaban zonas de costa para sus asentamientos, no es extraño que subiese el nivel del mar e inundara las ciudades. Otra teoría científica esgrime la posibilidad de que un enorme trozo de hielo ubicado en Laurentides, Canadá, se desprendiese en el Atlántico Norte hace más de 8000 años. Este hecho provocó que el nivel del mar llegase a subir hasta un metro y medio en el mar Mediterráneo, anegando las ciudades costeras, convirtiendo el Mar Negro en un lago de agua salada y haciendo que las comunidades agrícolas se desplazasen desde el Próximo Oriente hasta Europa. El recuerdo colectivo de la subida del nivel del mar pudo provocar que las personas lo identificaran con el diluvio universal, llegando hasta nuestros días como el mito que es, siendo el de la Biblia el más popular. Sea como fuere, es lógico pensar que la rica tradición oral ha convertido hechos pasados e inexplicables en leyendas y metáforas que han pasado de padres a hijos, hasta llegar a nuestros días. Es complicado saber si realmente existió el Diluvio Universal y el Arca de Noé, pero no es descabellado pensar que realmente tuvieron su origen en hechos explicables para la ciencia actual, aunque no para la de hace miles de años.

Un asteroide parece que aniquiló una civilización como la nuestra hace unos 13.000 años, y podría suceder de nuevo en el año 2030. Una civilización antigua muy avanzada, que floreció durante la Edad de Hielo, fue borrada de la superficie del planeta hace unos 13.000 años debido a un asteroide o cometa, por lo que los antiguos nos dejaron una advertencia de eventos futuros. El investigador británico Graham Hancock explica en su libro Los Magos De Los Dioses la sabiduría olvidada de la civilización perdida de la Tierra. Según explica, cerca del final de la última Edad de Hielo, hace unos 12.800 años, un cometa gigante, que había entrado en el sistema solar desde espacio profundo, rompió en múltiples fragmentos. Algunos de ellos golpearon la Tierra causando un cataclismo global a una escala desconocida desde la extinción de los dinosaurios. Al menos ocho de los fragmentos alcanzaron la capa de hielo norteamericana, mientras que otros fragmentos golpearon la capa de hielo del norte de Europa. Los impactos, desde fragmentos de cometas de 1800 metros de ancho que se aproximaban a casi 100.000 km/hora, generaron enormes cantidades de calor que instantáneamente descongelaron millones de kilómetros cuadrados de hielo, desestabilizando la corteza terrestre y causando el diluvio global alrededor del mundo que se recuerda en diversos mitos. Durante años las afirmaciones hechas por Graham Hancock fueron ignoradas por los eruditos, que sostenían que era imposible que una avanzada civilización habitara la Tierra hace decenas de miles de años. Pero, entonces, cuando expertos de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Edimburgo publicaron un artículo científico al respecto, las palabras escritas por Hancock surgieron de nuevo a la luz, siendo tenidas en cuenta por los investigadores del tema y convirtiéndose en centro de atención, ya que los expertos advirtieron que las teorías de Hancock no eran tan ridículas como muchos de ellos pensaban antes.

Según los científicos, los pilares de piedra que se encuentran en Göbekli Tepe, Turquía, donde se encuentra el templo más antiguo conocido de la Tierra, son prueba de que un cometa impactó a la Tierra hacia el 11.000 a.C., dando lugar a cataclismos que destruyeron la civilización en la Tierra. Como explica Hancock, hay evidencias en todo el mundo de un impacto muy potente. Esta roca espacial se hundió en nuestro planeta golpeando la corteza terrestre con la fuerza de varios miles de bombas nucleares explotando simultáneamente. Este cataclismo extinguió varias especies de grandes animales y casi destruyó a la Humanidad. Después del impacto, todo cambió en nuestro planeta. Curiosamente, esto es lo que el ingeniero químico escocés Martin Sweatman encontró mientras estudiaba algunos de los pilares de piedra en Göbekli Tepe: “Uno de los pilares en Göbekli Tepe parece haber servido como un monumento a este devastador evento-probablemente el peor día en la historia desde el final de la Edad de Hielo“. La imágenes en los pilares encontrados en Göbekli Tepe representan a un hombre sin cabeza, un símbolo gráfico de carnicería humana. La piedra llamada Vulture, en Göbekli Tepe, ilustra símbolos interesantes que cuentan una historia increíble. Los expertos estudiaron las tallas de animales hechas en la Piedra del Buitre y encontraron que los animales son de hecho símbolos astronómicos. Con la ayuda de sofisticados programas informáticos, los científicos hicieron coincidir los símbolos con los patrones en el cielo, encontrando que se relacionaban con un evento que ocurrió alrededor de 10.950 a.C. Como explican los científicos, los símbolos tallados en los pilares de piedra se relacionan con un evento cósmico que se cree fue la ruptura de un gran cometa, precisamente durante el período conocido como Dryas Reciente. Este período es considerado como una etapa crucial para la Humanidad, ya que coincide con la aparición de la agricultura y las primeras civilizaciones neolíticas.

Pero, ¿cómo es posible que los constructores de Göbekli Tepe, hace más de diez mil años, tallaran símbolos astronómicos sobre pilares de piedra? Según los antropólogos, en aquel tiempo los seres humanos eran salvajes cazadores-recolectores. Evidentemente hay algo que desconocemos de la historia. Hancock señala que las losas de piedra de Göbekli Tepe no sólo describen una antigua colisión cósmica sino que predicen otra que aún está por llegar. Hancock sostiene que el antiguo impacto registrado en la Piedra del Buitre en Göbekli Tepe se refieren, de hecho, a meteoritos procedentes de las Táuridas. La Tierra pasa a través de una corriente de escombros del cometa Encke, fuente de la lluvia anual de meteoros de las Táuridas. Meteoritos del tamaño de guijarros, y más grandes, se desintegran a medida que chocan contra la atmósfera de nuestro planeta a 30 y hasta 90 km/s. La Tierra corre hacia la zona de escombros del cometa Encke cada año. Por lo general, el encuentro produce una lluvia de meteoritos menor. Pero muchos de los meteoritos ocultos dentro del cinturón podrían ser hasta tres o cuatro veces el tamaño del que afectó a la Tierra hace 65 millones de años, conduciendo a la extinción de los dinosaurios. Hancock señala que debemos cruzar la corriente de meteoritos de las Táuridas en 13 años, alrededor de 2030. Es muy probable que en Göbekli Tepe hayan habido astrónomos con un interés especial en la corriente de meteoritos de las Táuridas, supuestamente responsable del evento Dryas Reciente. “Según el punto de vista catastrofista, el evento Younger-Dryas probablemente fue causado por un encuentro con las Táuridas”, explican los investigadores, y se preguntan si en Göbekli Tepe se ha registrado la confluencia entre el Dryas Reciente y la catástrofe asociada. Los investigadores mencionan la gran cantidad de evidencias físicas que parecen apoyar la teoría de que un cataclismo importante ocurrió alrededor de 10.890 a.C. La breve fase de enfriamiento climático del Pleistoceno denominada Dryas Reciente, que aconteció hace de 12.700 a 11.500 años atrás y que duró unos 1.300 años, habría sido resultado de impactos de una gran asteroide o cometa hace unos 12.900 años, según diversos estudios del hielo de Groenlandia. Los efectos del impacto cósmico, que algunos atribuyen al cometa Clovis, registrados principalmente en el oeste de Europa, marcarían un período frío relacionado con el surgimiento de la agricultura producto de la adaptación humana para la sobrevivencia ante los rápidos cambios que produjeron sequía y pérdida de fauna y flora. Las figuras talladas parecen haber sido  importantes para la gente de Gobekli Tepe durante miles de años, lo que sugiere que el evento y el clima frío que siguió probablemente tuvieron un impacto muy importante. El estudio y comprensión de estos vestigios del neolítico temprano tiene implicaciones de largo alcance, ya que os permite comprender las estructuras de grupos sociales prehistóricas de cazadores-recolectores, el comienzo de nuestro estilo de vida sedentario, así como la arquitectura monumental más antigua jamás conocida, que recién se ha comenzado a descubrir.

Volviendo a la caída de asteroides, durante al menos 12.000 años ha estado oculto un gran cráter bajo un kilómetro de hielo en una remota zona del Ártico. Un avión radar localizó este círculo de 31 km de diámetro y 300 metros de profundidad. Una espesa capa de hielo lo ha mantenido oculto durante miles de años. Se trata de un enorme cráter, más grande que la ciudad de París, que fue producido por el impacto de un asteroide en Groenlandia. Está enterrado bajo un kilómetro de hielo, tiene unos 300 metros de profundidad y podría haber seguido escondido durante mucho más tiempo si no fuera por los radares de los aviones científicos de la NASA que sobrevolaron esta remota zona del Ártico, a fin de estudiar la pérdida de hielo debido al calentamiento global. Con esos datos, se hicieron nuevos mapas topográficos en los que científicos del Museo de Historia Natural de Dinamarca detectaron anomalías en el terreno, en concreto, un gran anillo que ha resultado ser la huella dejada por la caída de una gran roca que, según sus cálculos, medía un kilómetro de diámetro. El diámetro del agujero que formó supera los 31 kilómetros, un tamaño que, según explican sus descubridores en la revista Science Advances, situaría a este cráter entre los 25 más grandes que se han localizado en la Tierra. El más famoso, el de Chicxulub, dejó un agujero de 180 kilómetros de diámetro hace unos 65 millones de años en la península de Yucatán, en México. Se cree que el asteroide que lo formó, y que contribuyó a la extinción de los dinosaurios y de muchas otras especies animales, medía unos 10 kilómetros de diámetro. Aunque el cráter encontrado ahora en Groenlandia es mucho más reciente, que se haya preservado tan bien intriga a sus descubridores: «Es sorprendente que el cráter se haya conservado excepcionalmente bien, porque el hielo de los glaciares es un agente erosivo increíblemente eficaz que tendría que haber destruido rápidamente las huellas del impacto», explica Kurt H. Kjær, investigador del Centro de Geogenética del mencionado museo danés. No saben cuándo cayó aunque los científicos han averiguado que el asteroide que impactó en Groenlandia estaba compuesto mayoritariamente de hierro.

«De momento no hemos podido datar el cráter directamente, pero el estado en el que se encuentra nos da indicios sólidos de que se formó después de que la capa de hielo comenzara a cubrir Groenlandia. Es decir, tiene menos de tres millones de años y posiblemente se haya formado en una época tan temprana como hace 12.000 años, durante el final de la última época glacial», afirma Kjær.  ¿Podría ser el causante del Diluvio Universal? Un nuevo mapa topográfico y una gran roca de 20 toneladas encontrada en el norte de Groenlandia hace décadas y conservada en un pasillo del Centro de Geogenética danés fueron las pistas que siguieron los científicos del Museo de Historia Natural de Dinamarca para dar con este cráter en julio de 2015. En ese mapa, detectaron una enorme depresión circular desconocida hasta ese momento bajo el glaciar Hiawatha, en el extremo norte de Groenlandia. «Inmediatamente supimos que se trataba de algo especial pero, al mismo tiempo, nos dimos cuenta de que sería difícil esclarecer el origen de esa depresión», afirmó Kjær. Su conclusión fue que podría tratarse de un cráter originado por un asteroide. Para comprobar su hipótesis, sus colegas del Instituto Alfred Wegener, de la Universidad de Kansas, sobrevolaron la zona con un avión dotado de un nuevo y potente radar que puede ver a través del hielo. Así pudieron percibir claramente esta estructura circular. En 2016 y 2017 se hicieron expediciones en la misma zona del impacto para tomar muestras. Durante los veranos de 2016 y 2017 organizaron expediciones a pie por la zona para recoger muestras de sedimentos y estudiar las deformaciones del terreno. Las pruebas que recopilaron, dice Kjær, mostraron que «fue un impacto violento y eso confirma que la depresión fue causada por un meteorito». Su próximo objetivo, añade, será, averiguar cuándo cayó.

Vemos pues que parece que una gran catástrofe terminó con el mundo antediluviano, forzando probablemente a los dioses extraterrestres a escapar temporalmente de la Tierra. Pero, ¿de que escapaban estos dioses? La historia de la Gran Inundación no solo es mencionada en la Biblia. Leyendas y mitos de antiguas culturas en cada continente hablan de un Diluvio, el cual borró casi toda vida de este planeta. La Gran Inundación no es un mito solamente, sino un acontecimiento real que ocurrió en el distante pasado. Sabemos que los disturbios geológicos son una parte de la historia de la Tierra, pero que la tecnología moderna todavía no puede prevenir los cataclismos, ya que nuestros instrumentos tienen capacidades limitadas para predecir catástrofes naturales. Si tales acontecimientos pueden ocurrir en tiempos modernos, ¿por qué no pudieron haber sucedido en el pasado? Se estima que, desde que aparecieron las primeras formas de vida, ha habido por lo menos cinco enormes catástrofes, las cuales causaron la extinción de más del 50 % de las especies del planeta. Las narraciones sobre el Diluvio de los antiguos son corroborados por los últimos descubrimientos arqueológicos y geológicos. Asombrosas ruinas submarinas de miles de años de antigüedad muestran que debemos reescribir la historia, ya que estas ruinas submarinas merecen otro tipo de explicación. Muchas de las antiguas leyendas sobre el Diluvio son bastante similares. Básicamente transmiten el mensaje de que algún dios estaba descontento por el comportamiento malvado de los humanos, y por ello decidió castigarlos enviando una gran inundación. Un aspecto común en la mayoría de todas las leyendas es el hecho de que los sobrevivientes fueron advertidos acerca de la catástrofe que se avecinaba, por parte de algún dios. La Gran Inundación destruyó el viejo mundo y sus razas. Después de la inundación, el dios correspondiente creó una nueva raza supuestamente mejorada, digna de habitar la Tierra. Según la Biblia y otras fuentes antiguas, el mundo antediluviano era un lugar corrupto y malvado. Según el Génesis: “Y Dios vio que la maldad del hombre era grande en la tierra, y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era continuamente solo maldad“. La Tierra estaba llena de violencia. Además tenemos a los gigantes, llamados los Nephilim, los “ángeles caídos” que se habían rebelado contra Yahweh y que habían conseguido tanto poder que controlaban casi todo el planeta en los días anteriores al Diluvio. Yahweh, el dios principal anunció, por lo tanto, que estaba planeando destruir su mundo inmoral y malvado. No obstante, ¿fue Yahweh realmente el responsable de la destrucción del mundo antediluviano? Yahweh y su supuesta flota espacial eran tecnológicamente superiores comparados con nuestra moderna civilización. Parece claro que estos antiguos astronautas, responsables de la creación del hombre moderno, poseían armamento muy avanzado. Pero es improbable que cualquiera de sus armas pudieran haber causado el cataclismo llamado Diluvio Universal. Por lo tanto, la pregunta sigue siendo, ¿qué causó realmente la Gran Inundación?

En la historia bíblica, el héroe que se escapa del Diluvio es Noé. Según la antigua tradición hindú, quien sobrevivió el Diluvio era un hombre llamado Manu. Tato Noé como Manu fueron ambos advertidos por sus respectivos dioses acerca del desastre que iba a llegar. Hay una curiosa semejanza entre las predicciones de ambos dioses. En el Bhavagata Purana, leemos que Vishnu dijo: “En siete días tres mundos serán sumergidos”. Yahweh también estaba seguro que la catástrofe ocurriría en siete días, cuando dijo, según el Génesis: “En siete días yo causaré que llueva sobre la Tierra”. Aparentemente, eso es exactamente lo que sucedió, ya que el Génesis dice: “Y llegó a suceder que, después de los siete días, que las aguas de la inundación cayeron sobre la Tierra.” ¿Son “estos siete días” en ambas escrituras religiosas una mera coincidencia, o fueron, de hecho, Noé y Manu advertidos al mismo tiempo por el mismo dios? Aquellos que rechazan el antiguo Diluvio como una catástrofe mundial, argumentan que hay una carencia de tradiciones de inundaciones en Egipto, África y partes de Asia. Sin embargo, este argumento no está fundamentado. Los antiguos egipcios estaban convencidos que la Gran Inundación fue un castigo de dios para la humanidad desobediente y malvada. En El Libro de los Muertos es atribuido al dios Thot el siguiente texto: “Han luchado sus batallas, han sostenido contiendas, han hecho el mal, han creado hostilidades, han hecho masacres, han causado problemas y opresión. [Por ello] borraré todo lo que he hecho. Esta Tierra entrará en el abismo acuoso por medio de una fiera inundación, y se convertirá en nada, así como era en tiempos primitivos”. Estas palabras suenan similares a las pronunciadas por Yahweh. Otra leyenda egipcia dice que fue el dios del Sol, Ra, quien causó la inundación sobre la Tierra. Según las antiguas creencias egipcias, el mundo ha experimentado varios desastres en tiempos prehistóricos. Está, por ejemplo, escrito, que nuestro planeta experimentó un cataclismo, el cual “volcó la Tierra al revés”. El sur se convirtió en el norte, grandes fuegos y enormes olas de aguas casi destruyeron al mundo.

La verdad es que, exceptuando a la Antártica, no hay continente en nuestro planeta sin alguna tradición sobre la Gran Inundación. La mayor parte de las historias del Diluvio han sido rastreadas hasta América y Asia. Los escépticos con respecto al diluvio apuntan al hecho de que durante los viajes de misioneros cristianos a varios países, la leyenda de la inundación de los nativos podría haber sido directamente influenciada por la historia bíblica de Noé. Es un argumento razonable. Sin embargo, varias historias de la inundación son contadas por civilizaciones que nunca habían estado en contacto con los misioneros cristianos. Otros, tales como, por ejemplo, las tradiciones de la inundación mexicana, se originaron en edades bastante anteriores a la llegada de los españoles. Por ello, la influencia cristiana es inadmisible en este caso. A su vez la historia de Noé y su supervivencia a la inundación en un arca fue basada, directa o indirectamente, en la babilónica Epopeya de Gilgamesh, que fue escrita en tablillas de barro miles de años antes de que se escribiera la historia de Noé. La historia de la inundación sumeria, a su vez, sirvió como inspiración para la versión babilónica. Eventualmente, la historia de la inundación fue recogida en las posteriores tradiciones judías, cristianas y aun musulmanas. El mito griego de la inundación cuenta cómo Zeus, el dios principal, determinó destruir a los humanos con el diluvio y prometió a los otros dioses que él crearía una nueva raza de seres perfectos. Sin embargo, Prometeo, el dios del fuego y amigo de la humanidad, advirtió a Deucalión, hijo suyo, quien escapó junto con su mujer, Pirra, en un arca, la cual después del décimo día vino a encallar sobre una montaña. La versión griega del Diluvio se asemeja a historias mucho más antiguas del Próximo Oriente, y podríamos suponer que este mito griego del la inundación tuvo sus orígenes en las antiguas versiones sumeria y babilónica. La tradición de un Noé escapando del Diluvio está presente no solo en el Próximo Oriente, sino también en otros continentes. En la leyenda hawaiana, el que sobrevivió a la Gran Inundación se llamaba Nu’u. En las Edda, compilaciones de historias relacionadas con la mitología nórdica, podemos leer acerca de la verdadera fuerza de la naturaleza: “Las aguas se levantaban, la Tierra se volvió oscura, las serpientes del océano baten el agua. Las colinas de piedra se estrellaban unas con otras. La tierra se hundió en el océano. Las brillantes estrellas se cayeron del cielo. El fuego se levantó hasta el cielo mismo”.

Tal como antes hemos dicho, los pueblos de América están muy familiarizados con la Gran Inundación. En América encontramos varias historias del Diluvio. Muchas de ellas transmiten la tradicional historia de una pareja sobreviviente, advertidos de la inundación por una poderosa deidad. En la mitología azteca o mexica, Coxcox fue el único hombre que sobrevivió al Diluvio Universal. Los aztecas creían que solamente Coxcox y su esposa, Xóchitl, habían sobrevivido al diluvio. Ellos se refugiaron en el hueco de un árbol de ciprés , el cual flotó sobre las aguas y finalmente se posó en una montaña en Culhuacán. Tuvieron muchos hijos, pero todos eran mudos. Los dioses se apiadaron de ellos y les envió una pájaro, el cual intentó enseñarle a hablar a los hijos de Coxcox y Xóchitl, quince de ellos lo lograron y los aztecas creyeron que ellos mismos y los Toltecas eran descendientes de esos quince hijos. En otra versión de este mito, se dice que el dios nahua Tezcatlipoca le habló a un hombre llamado Tata y a su esposa Nana diciéndoles: “Dejen de afanarse en la elaboración del pulque y refúgiense en un bote que harán con un tronco hueco de ahuehuete, (ciprés), y hagan de él su hogar cuando vean que las aguas se eleven hacia al cielo“. Cuando la inundación llegó, la Tierra desapareció y las cumbres de las montañas más altas estaban cubiertas por el agua. Todos los demás hombres fueron transformados en peces. Las tradiciones sobre el diluvio americano nos proporcionan detalles sobre una antigua catástrofe. Esto nos permite reconstruir este acontecimiento prehistórico y averiguar qué fue lo que realmente sucedió. Charles-Ètienne Brasseur de Bourbourg, sacerdote francés considerado uno de los pioneros en el estudio de la arqueología, la etnología y la historia precolombina de Mesoamérica, comenta los recuerdos de los nativos de la siguiente manera: “Una interminable noche reinaba sobre toda la tierra americana, de la cual la tradición habla unánimemente, en el sentido que el Sol no existía más para este mundo en ruinas, el cual era iluminado en intervalos por atemorizantes conflagraciones, revelando el horror total de su situación al pequeño número de seres humanos que habían escapado de estas calamidades.” La leyenda del Diluvio de los Toltecas es bastante intrigante. Según los Toltecas, en tiempos ancestrales, la Tierra experimentó fuertes lluvias y relámpagos, y el agua cubrió toda la tierra, aun de las montañas más altas. Solamente algunos seres humanos lograron escapar del desastre y comenzaron a multiplicarse. Como tenían miedo de ser víctimas de un futuro cataclismo, la gente sintió que necesitaban alguna clase de protección, un refugio. Construyeron una torre muy alta, donde podrían esconderse si el mundo fuese a ser destruido una vez más. El problema fue que los humanos hablaban diferentes lenguas y no eran capaces de entenderse los unos con los otros, por lo cual se separaron y fueron a varias partes del mundo. Esto recuerda mucho la historia de la torre de Babel. los inuit de Alaska, los luiseño de la Baja California, los iroqueses, los sioux, los zuni, etc…, casi todos comparten las mismas tradiciones de los días cuando la Tierra casi fue engullida.

Cientos de mitos, leyendas y tradiciones refiriéndose a un desastre cósmico en la antigüedad pueden ser encontrados en casi cada lugar del mundo. Un gran número de antiguas culturas han preservado, no solo relatos de la Gran Inundación, sino también otros detalles importantes y aterradores sobre una catástrofe global, incluyendo fuegos, fuertes terremotos, escombros cayendo del cielo, huracanes, una inclinación del eje terrestre, oscuridad y frío prolongados, etc…. Por ello tenemos que preguntarnos, ¿cómo pueden tantas civilizaciones, aparentemente no relacionadas entre sí, compartir la misma historia? No hay duda que antiguas civilizaciones fueron víctimas de un horrendo cataclismo que ocurrió en este planeta. ¿Se trató del castigo de alguna divinidad o se trató de la caída de un objeto cósmico? La Gran Inundación extinguió a casi toda la población humana antediluviana. Se supone que la gente de la época creía en sus dioses y les rendía culto. Era natural explicar una catástrofe cósmica y geológica como el castigo de los dioses a una humanidad corrupta y pecadora. Pero, no obstante, en muchas culturas se creía que un enorme cuerpo celestial, que pasó muy cerca de la Tierra, causó el desastre antediluviano. Este intruso celeste era conocido bajo varios nombres entre los antiguos. Era a menudo descrito como Faetón, Marduk o Serpiente Modgärd, solo para mencionar algunos pocos nombres. En la mitología griega, Faetón era hijo de Helios, personificación del Sol y también identificado con el dios de la luz Apolo. Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Estos se resistían a creerlo e incluso uno de ellos decía ser hijo de Zeus, lo cual enojó a Faetón que terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po).

Por ejemplo, según los sacerdotes judíos ha habido y habrán muchas destrucciones de la humanidad surgiendo de muchas causas; los mayores han sido provocados por el fuego y agua, y otros menores por otras innumerables causas. Ahora la historia de Faetón tiene la forma de un mito, pero fue realmente un acontecimiento astronómico que tuvo lugar en el antiguo pasado de la Tierra. Ovidio, el antiguo poeta romano, menciona también un cuerpo celeste llamado Faetón y su impacto en la Tierra al acercarse al planeta: “La Tierra estalla en llamas, las partes más altas primero, y se fracturan en profundas grietas, y su humedad se seca totalmente. Los prados son quemados a cenizas blancas, los árboles son consumidos, hojas verdes y todo, y el grano maduro suministra combustible para su propia destrucción… grandes ciudades perecen con sus muros y la vasta conflagración reduce naciones enteras a cenizas”. Platón, el filósofo griego, consideraba que la tierra era víctima de frecuentes diluvios y cataclismos, los cuales barrían civilizaciones enteras. Platón estaba en lo correcto cuando dijo que diversos cuerpos cósmicos representan una amenaza permanente para nuestro planeta. Durante la antigua catástrofe cósmica, la población experimentó una inclinación en el eje terrestre, tal vez un cambio de polos. Los mitos describen cómo las estrellas caían a los océanos, de cómo el cielo estaba tan bajo que uno apenas podía caminar, y como las estrellas polares cambiaron de lugar. Esta es una descripción del movimiento estelar que contemplarían personas que observasen los cielos durante un proceso de inclinación del eje. Los indios americanos pawnee recuerdan un tiempo en que la estrella Polar Norte y la estrella Polar Sur se intercambiaron de lugar. La leyenda hopiexplica cómo la Tierra fue destruida porque un par de mellizos gigantes abandonaron sus puestos en los polos norte y sur, donde debían permanecer para mantener al planeta rotando. Esto tuvo como resultado que el planeta se dio la vuelta, causando extensa destrucción. Según los maya, “el cielo se acercó a la Tierra y en un día todos perecieron”. El antiguo cataclismo que experimentaron nuestros antepasados fue evidentemente causado por el paso de algún cuerpo cósmico por su cercanía. La historia de la gran inundación no es un mito, sino una terrible realidad. Hay rastros, en forma de evidencia física, que pueden ser analizados y usados para probar que el cataclismo fue un evento genuino e histórico. La catástrofe cósmica posiblemente forzó a los poderosos dioses, probablemente extraterrestres, a huir de la Tierra, pero regresaron cuando las aguas bajaron, y crearon una nueva raza de hombres.

Todo indica que nuestro mundo ha sido destruido varias veces, y muchas razas humanas han desaparecido y otras nuevas han ocupado su lugar. Pero tal vez tengamos una prueba de civilización antediluviana que sufrió los efectos de una gran inundación en Tiahuanaco, junto al lago Titicaca. Acunada en la cuenca del altiplano peruano-boliviano, la región del Titicaca está actualmente densamente poblada por los indios aymaras. Pero hay evidencia de que tal no fue siempre el caso. A solo unos 20 km del extremo sur del lago Titicaca se encuentran los restos de Tiahuanaco, un lugar que tuvo una cultura avanzada, que son consideradas por muchos arqueólogos como las ruinas más antiguas del mundo. Aunque algunos eruditos han atribuido los edificios de Tiahuanaco a los incas, se ha comprobado que la ciudad ya estaba en ruinas cuando llegaron los primeros incas. En 1540, el cronista español Pedro Cieza de León visitó aquella área y su descripción de las estatuas y monolitos se parece a lo que vemos actualmente. El sitio se encuentra a una altitud de casi 4000 metros y a unos 245 metros sobre el nivel actual del lago Titicaca. La mayoría de los arqueólogos están de acuerdo en que, en el pasado distante, Tiahuanaco era un puerto floreciente al borde del lago, lo que significa que el agua ha retrocedido casi 20 km y ha caído unos 245 metros desde entonces. Todos coinciden en que el lago se está reduciendo, debido principalmente a la evaporación, ya que no fluyen ríos al lago. La cultura Tiahuanaco, como se la llama, es única en sus tipos de esculturas y en su estilo de construcción utilizando piedras. Las figuras representadas en las estatuas tienen una cabeza bastante cuadrada, con algunas de ellas cubiertas con lo que parece un casco. Tienen los ojos cuadrados y una boca rectangular. Las obras de piedra en las ruinas consisten en estructuras como la Puerta del Sol, un portal tallado en un solo bloque de piedra que pesa 15 toneladas. Podemos ver los escalones de piedra del Kalasasaya, cada uno de los cuales es un bloque rectangular de piedra de aproximadamente 9 metros de ancho. También tenemos los llamados “ídolos”, que son gigantescas representaciones de unos 7 metros de altura de seres de apariencia inusual con. Asimismo podemos ver los enormes bloques de piedra monolíticos, muchos de los cuales parecen haber sido moldeados en lugar de tallados. En el área llamada Puma Punku, que está a aproximadamente 1,6 km de distancia de la parte principal de las ruinas, las gigantescas piedras son de color gris azulado y parecen haber sido elaboradas y que tienen un anillo metálico cuando son golpeadas. También hay una oxidación rojiza que cubre muchas de las piedras. Muchos de estos enormes bloques de piedra probablemente no se han movido desde hace miles de años.

Es lícito asumir que los edificios de Tiahuanaco se completaron y luego se derrumbaron por alguna catástrofe natural, como la erupción de la cordillera de los Andes, un gran diluvio, o ambos. A esta altura de casi 4000 metros, algunos de los restos se encuentran a un nivel de casi 2 metros por debajo de la superficie de la tierra. Las cadenas montañosas que rodean el área no son lo suficientemente altas como para permitir un aporte suficiente de agua o la erosión por viento como para haber cubierto las ruinas a tal profundidad. Esto sigue siendo un misterio. Las leyendas han persistido durante siglos en que hay estructuras de piedra debajo de las aguas del lago Titicaca, casi del mismo tipo que las que se pueden encontrar en la orilla del lago. Los indios de esa región han relatado con frecuencia esta tradición, pero hasta hace poco no había pruebas de tales estructuras. En 1968, Jacques Cousteau, el explorador submarino francés, llevó a su equipo allí para explorar el lago y buscar evidencias de construcciones submarinas. A pesar de que sus actividades se vieron severamente obstaculizadas por la extrema altitud, los buceadores pasaron muchos días buscando en el fondo del lago, en las cercanías de las islas del Sol y la Luna, pero no encontraron nada. Cousteau concluyó que las leyendas eran un mito. Sin embargo, en noviembre de 1980, el escritor boliviano, experto en las culturas precolombinas, Hugo Boero Rojo, anunció el hallazgo de ruinas arqueológicas en el fondo del lago Titicaca, a unos 15 a 20 metros de la superficie frente a la costa de Puerto Acosta. Basados en la información proporcionada por Elias Mamani, nativo de la región que tiene más de 100 años, Boero Rojo y dos cineastas puertorriqueños pudieron localizar las ruinas después de una exploración extensa del fondo del lago. En una rueda de prensa el escritor boliviano declaró: “Ahora podemos decir que la existencia de construcciones precolombinas bajo las aguas del lago Titicaca ya no es una mera suposición o ciencia ficción, sino un hecho real. Además, los remanentes encontrados muestran la existencia de antiguos civilizaciones que anteceden en gran medida a la colonización española. Hemos encontrado templos construidos con enormes bloques de piedra, con caminos de piedra que conducen a lugares desconocidos y vuelos de pasos cuyas bases se perdieron en las profundidades del lago en medio de una espesa vegetación de algas“. Boero Rojo describió estas ruinas monumentales como “de probable origen Tiahuanaco“.

Si durante los últimos 3 o 4000 años, el lago Titicaca ha retrocedido lentamente, como parece ser el caso, ¿cómo podemos explicar la existencia de templos de piedra, escaleras y caminos bajo el agua? La única respuesta es que se construyeron antes de que el lago se materializara. Debemos regresar  a los restos de Tiahuanaco y reexaminar las ruinas, de las cuales solo el 10 por ciento han sido excavadas. Hemos señalado que la tierra cubre la antigua civilización a una profundidad de al menos unos 2 metros. Una gran cantidad de agua tuvo que haber inundado la ciudad. Y cuando retrocedió, dejó el limo que cubre las ruinas de una civilización avanzada, dejando solo visibles las estatuas y monolitos más grandes. Es lógico concluir, por lo tanto, que Tiahuanaco se construyó antes de la creación del lago, y no como un puerto en su orilla. A medida que las aguas continúan retrocediendo, deberíamos poder encontrar más evidencia de los pueblos remotos de la ciudad. Los científicos teorizan que el área del lago Titicaca estuvo en algún momento a nivel del mar, debido a la profusión de vida marina fosilizada que se puede encontrar en la región. El área luego se levantó con la cordillera andina y se formó una cuenca que se rellenó para formar el lago. Nadie ha sugerido que la vida marina haya sido traída al altiplano por las aguas marinas durante una gran inundación. Las leyendas peruanas relatan claramente una historia de inundación global en el pasado lejano. No se puede decir si fue el diluvio bíblico de Noé u otro, pero existe una amplia evidencia física de una inundación universal, con el diluvio global descrito en múltiples mitos. Si realmente hubiera habido un diluvio mundial que cubriera la mayor parte de la superficie de la tierra, dejando solo las cimas de las montañas que sobresaliesen, entonces los pocos sobrevivientes del diluvio naturalmente plantarían sus semillas en las cimas de las montañas. Además, utilizaron barcos para desplazarse de un pico a otro. A medida que las aguas de la inundación retrocedían, las terrazas agrícolas empezaron a deslizarse por las laderas de las montañas, como se puede ver actualmente.

Mientras Cholula, Uxmal, Quiché, Pachacamac y Chichen estaban en su apogeo en el momento de la invasión de los españoles, existían centenares de vestigios de ciudades y monumentos que estaban en ruina ya en aquella época y cuyo origen ignoraban los incas y los otros pueblos conquistados. Innegablemente, eran los restos de una civilización desconocida y ahora extinta. La exactitud de tal hipótesis es corroborada por la extraña y misteriosa forma de las cabezas y los perfiles de las figuras humanas en los monolitos de Copán. Al principio, la pronunciada diferencia entre los cráneos de estas razas y la actuales se atribuyó a los medios mecánicos que las madres usaron para dar una conformación particular a la cabeza de sus niños durante la infancia, tal como ocurre en otras tribus y poblaciones. Sin embargo, se nos dice que: “el descubrimiento de una momia conteniendo un feto de ocho meses, demuestra que ésta era la conformación del cráneo, poniendo en entredicho el fundamento de la hipótesis de los medios mecánicos“. Además de estas hipótesis, tenemos una prueba científica e irrefutable según la cual, en un pasado remoto, hace varios miles de años, en Perú debió haber existido una gran civilización. Hoy se tiene un buen conocimiento del guano (huano) peruano acumulado en las islas del Pacífico y en la costa sudamericana. Es un fertilizante muy útil compuesto por los  excrementos de las aves marinas, mezclado con sus cuerpos en descomposición, huevos, restos de foca, etc. Alexander von Humboldt, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, fue el primero que, en 1804, lo descubrió, dirigiendo la atención del mundo sobre este asunto. Mientras describe los depósitos de guano que cubren las rocas de granito de Chincas y de otras islas, alcanzando la altura de decenas de metros, afirma que “la acumulación de guano durante los 300 años anteriores a  la conquista, habían formado sólo algunos centímetros de espesor”. Por lo tanto, para saber cuántos millares de años se necesitaron para constituir este depósito de varios metros, es una simple cuestión de cálculo.

En esta coyuntura, citaremos algo de un descubrimiento tratado en el libro Las Antigüedades Peruanas, escrito por el explorador de Amazonia Edwin. R. Heath: “En las islas Chinca, a una profundidad de una veintena de metros bajo tierra, se descubrieron ídolos de piedra y vasijas; mientras a una decena de metros se encontraron ídolos de madera. Tras del guano, en las islas Guanapi, al sur de Truxillo y Macabi al norte, se exhumaron momias, pájaros, huevos de pájaros y ornamentos de oro y plata. En Macabi, los labriegos encontraron algunos grandes y valiosos vasos dorados que rompieron, repartiendo los fragmentos entre ellos, a pesar de que se les ofreció lo correspondiente al peso, en monedas de oroAsí, estas reliquias de gran interés para la ciencia se han perdido para siempre. Aquél que pueda determinar los siglos necesarios para que se deposite una veintena de metros de guano en estas islas, teniendo presente que desde la conquista, hace 300 años, no se ha notado ningún aumento apreciable en espesor, puede daros una idea de la antigüedad de estas reliquias“. Si nos atenemos a un cálculo estrictamente matemático, atribuyendo 12 líneas a cada 2,54 centímetros y asignando una línea a cada siglo, nos vemos obligados a aceptar que los artífices de estos vasos preciosos nos antecedieron en la astronómica cifra de 864.000 años. Aun reconociendo un amplio margen de error y adjudicando 2,54 centímetros por cada siglo, llegamos a una civilización que existía hace 72.000 años, la cual es comparable y en algunas cosas superiores a la nuestra, si consideramos sus obras públicas, la durabilidad de las construcciones y la grandiosidad de los edificios. Todo esto es lo que se supone destruyó el Diluvio Universal.

Fuentes:

  • Biblia – Génesis
  • Libro de Enoc
  • Poema de Gilgamesh
  • Zecharia Sitchin – El 12º Planeta
  • Robert Bauval y Adrian Gilbert – El misterio de Orión
  • Albert Salvadó – El informe Phaeton (el diario secreto de Noe)
  • Santiago Escuain – La Edad de las Formaciones Geológicas
  • Stan Gibilisco – Cometas, meteoros y asteroides, ¿cómo afectan a la Tierra?
  • Antón Uriarte Cantolla – Historia del Clima de la Tierra
  • Jean Louis Rodolphe Agassiz – Études sur les glaciers
  • William McGuire “Bill” Bryson – Una breve historia de casi todo
  • Arthur Posnansky – Tiahuanaco, cuna del hombre americano
  • Helena Blavatsky – Isis sin velo
  • Helena Blavatsky – La Doctrina Secreta
  • David Icke – El Mayor Secreto: El libro que cambiará el mundo

Las aguas del Diluvio se esparcieron sobre la Tierra y toda criatura fue destruida

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