Las evidencias más antiguas de su ocupación de la cueva datarían de hace 287.000 años
Fuentes de información digital utilizadas
Science, Nature, Nature
Fuente de las imágenes
Science, Nature, Nature
Con una luminosa galería principal y amplias vistas de las montañas Altai, situadas en Rusia Meridional, la cueva de Denisova fue una versión prehistórica de un ático de Manhattan. Además de contemplar el río Anui, donde los rebaños de animales acudían a beber, también ofrecía una posición estratégica sin igual para avistar a las presas y a otros humanos, así como refugio contra las tormentas siberianas. De estas vistas disfrutaron generaciones de neandertales, de sus primos denisovanos y de humanos modernos.
Pero, ¿en qué momento del tiempo residió aquí cada grupo? La secuencia de ocupación podría ofrecer indicios sobre cómo interactuaban estos distintos grupos humanos, y arrojar luz acerca del más enigmático de los tres, los denisovanos, conocidos solamente por los análisis de ADN y por fragmentos de fósiles procedentes de esta cueva. Los fósiles y objetos de Denisova han resultado muy difíciles de datar, debido a la compleja deposición de los sedimentos en sus tres cámaras. Recientemente, dos equipos de investigación han usado de forma conjunta métodos de datación de vanguardia para crear una secuencia de ocupación de la cueva.
Los resultados para los denisovanos, anunciados esta semana en Nature, muestran un perfil de resilencia. Se instalaron por primera vez hace 287.000 años, 100.000 años más pronto de lo que se pensaba, para luego ocupar y desocupar la cueva de manera intermitente según el clima variante, hasta 55.000 años antes del presente, un periodo en el que los neandertales también iban y venían. “Ya hay un panorama general claro”, sostiene el arqueólogo Robin Dennell de la universidad de Sheffield, Reino Unido.
Desde que el ADN extraído de un meñique femenino de la cueva mostró pertenecer a un tipo de humano antes desconocido, los investigadores han intentado concretar el momento en que vivieron los denisovanos. En 2015, varias muestras de huesos animales con marcas de corte y fragmentos de carbón hallado cerca del meñique ofrecieron fechas de Radiocarbono de 50.000 años como mínimo, lo que se sitúa en el límite de antigüedad para este método. No obstante, esta era una fecha mínima debido a que a más profundidad se han encontrado capas más antiguas con fragmentos de huesos, dientes y ADN de otros cuatro denisovanos, además de una joven cuyo ADN muestra que tuvo una madre neandertal y un padre denisovano. Uno de estos dientes podría llegar a tener una antigüedad de hasta 170,000 años.
Estas fechas más antiguas presentaban amplios margenes de error. Así, la Academia Rusa de Ciencias, que ha excavado en Denisova durante 40 años, invitó a los geocronólogos Zenobia Jacobs y Richard Roberts de la universidad de Wollongong, Australia, para que se intentase la datación por métodos ópticos de vanguardia. La datación óptica muestra cuándo los granos de cuarzo o de feldespato de potasio contenidos en una muestra, fueron expuestos por última vez a la luz solar, y por tanto, cuándo tuvo lugar la deposición del sedimento.
El equipo de Wollongong realizó mediciones de 280.000 granos individuales de estos minerales, contenidos en más de 100 muestras recogidas junto a fósiles o a herramientas de piedra, y con ello calculó la antigüedad media de cada capa de depósitos en la caverna.
Los científicos compararon las fechas obtenidas para las capas más recientes de la cueva con las de radiocarbono obtenidas por los geocronólogos Tom Higham y Katerina Douka de la universidad de Oxford. A partir de 50 nuevas muestras provenientes de huesos con marcas de corte y de carbones, el equipo de Oxford también desarrolló un nuevo modelo estadístico que unía los resultados de diversos modelos de datación con los de la secuenciación genética, lo cual puede revelar la antigüedad relativa de los fósiles.
Mediante la evaluación de todos los datos y de sus márgenes de error, el modelo determina qué fechas son las mas fidedignas de todo el conjunto. Ed Rhodes, de la Universidad de Sheffield, quien no formó parte de estos trabajos resalta que “Estas técnicas resultan de gran utilidad”, añadiendo que “son totalmente convincentes”.
Según los métodos ópticos de datación, las herramientas de piedra más antiguas se remontan hasta hace por lo menos 287,000 años. Estas llamadas “herramientas del Paleolítico medio” tienen un aspecto sutilmente distinto de las que están asociadas con los neandertales en otras cuevas de Siberia, y sugieren ser los primeros artefactos relacionados por vez primera con los denisovanos. También aparecen evidencias directas de los denisovanos, en lo que se llama ADN ambiental, algo antes del ADN de los neandertales, quienes ocuparon la cueva de manera intermitente desde 193.000 hasta 97.000 años antes del presente.
Jacobs mantiene que los denisovanos fueron “una pandilla resistente”. Según evidencias de polen fosilizado, parece ser que persistieron en este lugar a lo largo de múltiples episodios de frío clima siberiano. Este clima contrasta con el del momento en que aparecieron los neandertales, cuando las muestras de polen revelan un bosque en torno a la cueva con presencia de robles, carpes y tilos euroasiáticos, los cuales crecen en un clima húmedo y relativamente cálido.
Asimismo, estas fechas sugieren un nuevo enigma: ¿quiénes fueron los autores de los llamados objetos del Paleolítico superior inicial? Se trata de adornos hechos con huesos, dientes de animales, marfil de mamuts y cáscaras de huevo de avestruz, que aparecen en el yacimiento entre 49.000 y 43.000 años antes del presente.
Los colaboradores rusos de Higham proponen que fueron realizados por los denisovanos, al igual que las herramientas de estratos más antiguos. Resaltan que no se han encontrado restos fósiles de humanos modernos en la cueva, pero otros mantienen que los artefactos recuerdan a los motivos realizados por los humanos modernos de Eurasia, sugiriendo que los recién llegados lo habrían hecho justo después de la desaparición de los denisovanos, o que incluso apresuraron la desaparición de este grupo perdido.
“Yo aposaría por los humanos modernos, quienes se pueden localizar en cualquier otra parte para esas fechas, por ejemplo en Ust’-Ishim, en Siberia “, dice el paleoantropólogo Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, quien no ha participado en el estudio, “pero solamente más descubrimientos y mas investigaciones pueden contestar a esa pregunta”.