Muchos de los habitantes de las llamadas “zonas azules”, aquellas que tienen una especial concentración de personas centenarias, tienen hábitos de alimentación similares. Pero también tienen una afición compartida.
Dan Buettner ha estudiado cinco lugares en todo el mundo donde sus habitantes son famosos por su longevidad: Okinawa en Japón, Nicoya en Costa Rica, Icaria en Grecia, Loma Linda en EE.UU. y Cerdeña en Italia.
Las personas que viven en estas llamadas «zonas azules» tienen, para empezar, ciertos factores en común: redes de apoyo social, hábitos diarios de ejercicio y una dieta basada en plantas.
Pero comparten otra práctica comunitaria insospechada: son aficionados a lajardinería y la practican aún en sus años 80, 90 y más.
¿Es posible que poner las manos en la tierra ayude a vivir hasta los 100 años?
Elevar el humor
Es bien sabido que un estilo de vida al aire libre con actividad física moderadaestá vinculado a la longevidad y que la jardinería es una forma fácil de tener ambas bondades.
«Si cultivas un huerto, estás haciendo algo de actividad física de baja intensidad la mayoría de los días y tiendes a trabajar de forma rutinaria», dice Buettner.
El experto asegura que hay evidencia de que los jardineros viven más tiempo y están menos estresados. Una variedad de estudios confirman esto, así como también los beneficios para la salud física y mental de la jardinería.
En un análisis reciente de Holanda, los investigadores le pidieron a los participantes que completaran una tarea estresante y luego los dividieron en dos grupos.
A continuación, uno de los grupos realizó una actividad de lectura en un interior, mientras que el otro hizo jardinería al aire libre durante 30 minutos.
El grupo que leyó informó que su estado de ánimo «se deterioró aún más», mientras que los jardineros no solo tuvieron niveles más bajos de la hormona del estrés, el cortisol, sino que también se sintieron «restaurados» por completo hacia un buen estado de ánimo.
Investigadores australianos que siguieron a hombres y mujeres en sus años 60 descubrieron que aquellos que hacían jardinería regularmente tenían un riesgo 36% menor de demencia que el resto.
Y estudios preliminares en personas mayores que sufren problemas cognitivos (como la demencia y el alzhéimer) reportaron que hay beneficios de trabajar en entornos de jardinería y en la terapia de horticultura.
La luz del sol y el aire fresco, por ejemplo, ayudan a los ancianos a sentirse más tranquilos, mientras que los colores y texturas de varias plantas y vegetales pueden mejorar la capacidad visual y táctil.
No existe una panacea para envejecer, pero, según sugiere la ciencia, la jardinería parece mejorar nuestra calidad de vida a medida que envejecemos.
Deja que la naturaleza te cuide
Este tema no solo se trata de los efectos en la salud: los beneficios sociales de la jardinería también pueden aumentar la longevidad.
El doctor Bradley Willcox de la Universidad de Hawái estudia a personas con 100 años en Okinawa, ciudad que tiene la proporción más alta de centenarios del mundo con aproximadamente 50 por cada 100.000 personas.
Muchos residentes mantienen pequeños jardines personales durante la vejez.
Willcox dice que la jardinería ayuda con otros factores esenciales, aunque algo más efímeros, para aumentar la longevidad.
«En Okinawa, dicen que cualquier persona que envejezca de manera saludablenecesita un ikigai o una razón para vivir. La jardinería te da ese motivo para levantarte cada día«, explica.
Además de eso, los habitantes de Okinawa valoran el concepto de yuimaru, que significa «tener un alto nivel de conexión social».
«Reunirse en un mercado local, llevar los productos y compartir las últimas creaciones del jardín es una gran actividad social», dice.
«Eso ciertamente ayuda a las personas a sentirse conectadas a la tierra».
El sentido de conexión con otras personas es importante, pero también lo es la conexión individual con la naturaleza.
Un estudio de la Universidad de Harvard mostró que las personas que estaban rodeadas de vegetación exuberante vivían más tiempo, además de que tenían una menor probabilidad de desarrollar cáncer o enfermedades respiratorias.
Los médicos en Escocia están habilitados para prescribir un paseo por la naturaleza para tratar una variedad de enfermedades, incluida la reducción de la presión arterial y la ansiedad. También para promover la felicidad general.
La jardinería, incluso en una pequeña parcela en un área urbana, es una forma sencilla de incorporar más naturaleza a la vida diaria.
Finalmente, también hay un componente dietético para la longevidad con el que la jardinería puede ayudar.
Los investigadores han demostrado un vínculo entre la «dieta mediterránea», rica en verduras, frutas, granos enteros, legumbres, nueces, pescado y aceite de oliva, y un envejecimiento más lento.
Willcox dice que el principio fundamental de comer una gran cantidad de verduras frescas, idealmente de los huertos y mercados locales, es importante para la longevidad, ya sea siguiendo una dieta mediterránea o no.
En Okinawa, por ejemplo, la mayoría de las personas cultivan en sus jardines vegetales como el melón amargo y las batatas.
«Cuando comes verduras que has cultivado tú mismo, cambia todo: tienen un sabor más delicioso y realmente incrementa las cualidades de salud (vitaminas, minerales, compuestos fitoactivos, etc.) de la comida en sí», dice Willcox.
Buettner, el experto en «zonas azules», recomienda una dieta de «90% plantas, especialmente verduras y frijoles», y señala una simple verdad: los jardineros son más propensos a plantar lo que quieren comer.
¿Cultivando para una vida más larga?
Si la jardinería es buena, ¿es aún mejor la agricultura?
Muchos de los factores del estilo de vida asociados con la longevidad, como vivir en el campo y hacer mucho ejercicio, también se aplican a los agricultores.
Algunas evidencias sugieren que la agricultura es una de las ocupaciones más saludables.
Un estudio australiano mostró que los agricultores tenían un tercio menos de probabilidades de padecer una enfermedad crónica y un 40% menos de probabilidades de visitar a un médico de cabecera que los trabajadores no agrícolas.
Investigadores de Estados Unidos compararon las tasas de mortalidad entre los agricultores con las tasas para la población general y encontraron que los agricultores tienen menos probabilidades de morir de cáncer, enfermedades cardíacas o diabetes.
Y estudios en Suecia y Francia también han demostrado que los agricultores son más saludables que quienes no lo son.
La doctora Masahiko Gemma de la Universidad de Waseda, en Tokio, estudió a los agricultores autónomos en la provincia central de Saitama, y encontró que tenían una mayor esperanza de vida que los no agricultores y trabajaban hasta una edad más avanzada.
Muchos de los encuestados por Gemma eran agricultores de tiempo parcial o jubilados, y describe muchas de sus responsabilidades como «similares a la labor de mantener un jardín».
«Las pequeñas granjas familiares son comunes en la agricultura japonesa», dice Gemma, cuya encuesta no incluía a los agricultores que trabajan para operaciones corporativas a gran escala.
Encontró que los agricultores autónomos disfrutaban de cambios estadísticamente significativos y positivos en las condiciones psicológicas y físicas antes y después de participar en actividades de agricultura ligera.
«Nuestra conjetura es que el trabajo agrícola contribuye al mantenimiento de la buena salud y del espíritu», asegura.
¿Siempre es así?
Aunque los hallazgos de Gemma son alentadores, no todas las actividades agrícolas se parecen al modelo tradicional japonés de baja tecnología que describe.
La agricultura es una industria en la mayor parte del mundo occidental, y los agricultores pueden experimentar condiciones de trabajo difíciles o peligrosas, deudas altas y procesos cada vez más automatizados.
«La realidad del trabajo en la agricultura, al menos en EE.UU., es mirar a una computadora tanto tiempo como los demás, ejecutar sistemas para engorda de pollos o instalaciones de contención de cerdos», dice Thomas Forester, un consultor de políticas alimentarias con sede en Nueva York.
Es difícil, entonces, ver la agricultura como una bala mágica contra el envejecimiento. Ni la agricultura ni la jardinería garantizarán una vida útil más larga.
Pero algunos de los factores del estilo de vida asociados con ambos, como salir al exterior, participar en una actividad física liviana y comer una dieta saludable basada en plantas, podrían serlo.
Al final, todo se trata de equilibrio.
«Uso la analogía de una silla», dice Willcox: «Dieta, actividad física, compromiso mental y conexión social son las cuatro patas. Si no tienes una de ellas, pierdes el equilibrio y eso puede acortar la esperanza de tu vida», señala.
«La longevidad no depende de un solo factor, sino de una constelación de todos ellos».
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