Nuevos hallazgos profundizan en la historia de estas comunidades neolíticas del sur peninsular
Las últimas investigaciones en la cueva han sido dirigidas por Dimas Martín Socas y María Dolores Camalich Massieu. En ellas participa un equipo multidisciplinar de las universidades de Durham (Reino Unido), Santander (España) y La Laguna (España). Arqueólogos, paleogenetistas y antropólogos han desarrollado sus investigaciones sobre un total de 7 individuos que forman dos grupos diferenciados. Los restos óseos han sido datados mediante radiocarbono, y tienen una antigüedad de 7000 años.
El estudio en detalle de estos huesos ha revelado que fueron manipulados como útiles y ofrendas. Las evidencias apuntan a que uno de los cráneos fue usado como copa, y que una de las mandíbulas fue depositada como ofrenda junto con otros objetos.
El cráneo/copa fue cuidadosamente procesado, retirando la piel, fragmentando las partes óseas faciales y la base del cráneo, y percutiendo de forma controlada los bordes de la calota para lograr una forma regular. Posteriormente fue hervido durante un cierto tiempo en un contenedor que generó un pulimentado en una zona específica. Los otros huesos humanos aparecieron desperdigados por la zona de habitación, mezclados con otros restos de actividad doméstica. Algunos de estos huesos muestran marcas de corte, daños por percusión para extraer el tuétano, y marcas de dientes/masticación.
Uno de los resultados más sorprendentes de la investigación ha sido constatar la existencia de un parentesco muy cercano entre dos de los individuos. El estudio de su ADN ha revelado que dos de las personas canibalizadas tenían una relación de consanguinidad de primer grado entre sí.
Los dos conjuntos óseos identificados presentan dataciones próximas en el tiempo, por lo que el equipo de investigación considera probable que se trate de acciones realizadas por un mismo grupo humano. En cuanto a las motivaciones del acto de canibalismo en sí, actualmente se contemplan dos posibilidades. Por un lado podría tratarse del resultado de un enfrentamiento entre grupos rivales, lo que se consideraría ‘canibalismo agresivo’. Otra posibilidad es que se trate de una parte de un complejo ritual funerario desarrollado en diferentes etapas. Esta opción gana credibilidad a la luz de evidencias similares obtenidas en otros yacimientos neolíticos de la región, y que sugieren que el canibalismo y los cráneos/copa eran elementos ampliamente extendidos ente estas comunidades.