Un grave accidente de auto ocurrido en 1991 mantuvo separados por 28 años a una madre y su hijo, porque ella sufrió una lesión en el cerebro que la dejó en estado vegetativo todos esos años hasta que al fin despertó.
Cuando Munira Abdulla recogió de la escuale a su hijo de solo 4 años, Omar, y comenzó el viaje de regreso a su casa de Al Ain, no podía saber que no lo volvería a verlo en los próximos 27 años.
Su vehículo chocó con un autobús escolar dejando a la joven de 32 años con una lesión cerebral traumática, y a Omar solo con un moretón en la cabeza.
“Mi madre estaba sentada conmigo en el asiento trasero. Cuando vio que se acercaba el choque me abrazó para protegerme del golpe”, dijo el Omar Webair, al medio “The National”.
“No había teléfonos móviles y no podíamos llamar a una ambulancia para pedir ayuda. La dejaron así durante horas”, añadió Webair.
Finalmente, su madre Abdulla fue llevada al hospital donde se le recomendó que fuera trasladada a un centro en Londres. Allí la declararon en estado vegetativo – completamente insensible pero capaz de sentir el dolor.
Cuando regresó a la ciudad de Al Ain fue hospitalizada, y allí permaneció unos años. La alimentaron por medio de un tubo y así la mantuvieron con vida. Fue sometida a fisioterapia para asegurarse de que sus músculos no se deterioraran por la falta de movimiento.
Las visitas al hospital se convirtieron en parte de la rutina del Omar que caminaba unos 4 kilómetros todos los días para ver a su madre.
El niño, que fue creciendo en esos años hasta convertirse en un joven, se sentaba con su madre durante horas y, aunque ella no podía hablar, él contó que podía ver por sus expresiones si tenía o no dolor.
“Para mí era como el oro, cuanto más tiempo pasaba, más valiosa se volvía”, dijo.
Luego del accidente los médicos dudaban que llegara a recuperarse nunca, pero Munira Abdulla despertó el año pasado en un hospital alemán.
Su hijo ahora contó al medio “The National” su experiencia. Es una historia basada en la fe y la esperanza contra todas las adversidades.
“Nunca me rendí con ella porque siempre tuve la sensación de que un día despertaría”, relató Omar Webair.
En ese camino que transitaron Omar y su madre, a veces, era difícil para el joven mantener un trabajo, pero siempre encontraba la manera de estar a su lado.
“Nunca me arrepentí. Creo que, gracias a mi apoyo a ella, Dios me salvó de grandes problemas”, aseguró.
Abdulla pasó años en hospitales de los Emiratos Árabes Unidos trasladándose de un lugar a otro. En abril de 2017 la familia recibió una subvención para un programa multidisciplinario integral en Alemania.
En Alemania, Abdulla fue sometida a una serie de cirugías para combatir la grave merma de los músculos de sus brazos y piernas. Los médicos de la clínica Schön Klinik Bad Aibling, un hospital situado a unos 50 km al sudeste de Munich, dieron prioridad a las terapias físicas y al tratamiento de su epilepsia.
“Nuestro objetivo principal era darle a su frágil conciencia la oportunidad de desarrollarse y prosperar dentro de un cuerpo sano, al igual que una planta delicada necesita buena tierra para crecer”, dijo el Dr. Ahmad Ryll, especialista en neurología y médico de Abdulla en Alemania.
Un día el joven Omar les dijo a los médicos que esperaba volver a hablar con su madre.
“Estás enloqueciendo con tu imaginación, sólo estamos haciendo rehabilitación para mejorar su calidad de vida”, le respondieron los médicos, según contó Omar.
Alrededor de un año después, en junio de 2018, durante la última semana de tratamiento de Abdulla en Alemania ocurrió lo inesperado. Ella comenzó a moverse.
Entonces, 3 días después Omar contó que se despertó con el sonido de alguien que lo llamaba por su nombre:
“¡Era ella! Decía mi nombre, (y) yo volaba con alegría; durante años he soñado con este momento, y mi nombre fue la primera palabra que dijo”.
Luego de eso, Abdulla se volvió más consciente y receptiva.
Ahora Abdulla está de vuelta en Abu Dhabi con su familia y sigue recibiendo fisioterapia y rehabilitación en el hospital.
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