La vuelta del impuesto a la generación y la subida de los derechos de emisión de CO2 han elevado de nuevo el precio de la electricidad en España por encima de los 50 euros por megawatio/hora de media en abril, casi 13 euros más que en la vecina Francia
Los récords de importación de electricidad registrados el pasado año por el sistema llevan camino de quedar ampliamente superados en 2019. Durante los cuatro primeros meses del ejercicio, el saldo importador se ha disparado más de un 32% en relación con el mismo periodo de 2018, con especial incidencia en el mercado francés. Una circunstancia que no es de extrañar si se tiene en cuenta que en abril la electricidad fue un 26% más barata en el país vecino.
El pasado año, el saldo importador del sistema español superó los 11.000 gigawatios/hora, la cifra más elevada de siempre, desde que en 2016 se invirtiera la tendencia y España dejara de ser un exportador neto de la electricidad, como lo había sido tradicionalmente. Sólo en los cuatro primeros meses de 2019, el saldo importador supera ya los 3.700 gigawatios/hora, de acuerdo con los datos de Red Eléctrica, lo que supone un incremento del 32,1% en relación al mismo periodo del año anterior.
No se trata de un movimiento circunstancial; en los últimos doce meses, el incremento del saldo importador es del 27,4% y se sitúa en 12.020 gigawatios/hora, casi un 9% por encima del que se dio en el conjunto de 2018.
En abril de 2019, el coste de la electricidad para los franceses ha sido 13 euros inferior a lo que han pagado los españoles
También fue récord la cifra de importación de electricidad en 2018, que superó los 24.000 gigawatios/hora, según recoge el informe anual de Red Eléctrica. En su presentación oficial, el director general de operación de la compañía, Miguel Duvisón, relacionó este hecho con los altos precios de la electricidad que se habían registrado en España en ese año. De acuerdo con el citado documento, el precio medio fue de 64,4 euros por megawatio/hora, el mayor de la última década y el segundo más alto de los últimos 20 años.
La suspensión del impuesto de generación
Duvisón llamó la atención sobre el hecho de que en algunas fases del año la diferencia de precios respecto al mercado francés había llegado a los 10 euros por megawatio/hora. En abril de 2019, el coste de la electricidad para los franceses ha sido 13 euros inferior a lo que han pagado los españoles.
Para ilustrar el ritmo que lleva la compra de electricidad a Francia baste destacar que entre enero y abril el saldo importador con el país galo asciende a 5.148 gigawatios/hora, tan sólo 1.000 menos que el registrado en el conjunto del año 2016, según se puede leer en el último informe del agregador eléctrico Grupo Ase. De acuerdo con este trabajo, las importaciones de electricidad en abril han permitido cubrir el 5,6% de la demanda.
Cuando se invirtió la tendencia y España pasó a ser importadora neta de electricidad, muchos expertos achacaron esta circunstancia a la implantación del impuesto del 7% a la generación, incluido en la reforma energética abordada por el primer Gobierno de Mariano Rajoy, cuyo objetivo era detener el, por entonces, imparable ascenso del déficit de tarifa.
Ascenso de los ciclos combinados
Este hecho tuvo su reflejo especialmente en 2016, donde se disparó el saldo importador con Portugal, que fue incluso aquel año mayor que el que se mantuvo con Francia. Sin embargo, las cifras bajaron de forma notable en los dos ejercicios siguientes. En 2019, que se inició con el impuesto temporalmente suspendido, incluso se ha invertido la tendencia y el saldo de intercambio con Portugal ha pasado a ser netamente exportador.
Sin embargo, la eliminación por espacio de seis meses del citado tributo no ha terminado de tener un efecto determinante en la moderación de los precios de la electricidad en España, al ser compensado por factores adversos como el climatológico (un periodo invernal con escasez generalizada de lluvia y viento, lo que ha provocado una menor generación con fuentes renovables), lo que ha llevado a recurrir más a los ciclos combinados.
A pesar de la notable bajada de los precios del gas, la evolución alcista del precio de los derechos de emisión de CO2 ha contribuido a encarecer esta energía, lo que se ha reflejado a su vez en los precios del denominado pooleléctrico, cuyo sistema marginalista hace que la tecnología más cara sea la que fije el precio para cada franja horaria en función de la demanda.
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