En la historia del ser humano existe una contradicción fundamental de la cual es imposible deshacernos. Es, por así decirlo, nuestro pecado original. Y esta: una vez que nuestra especie desarrolló la conciencia de sí y la inteligencia superior, ya jamás pudo volver a formar parte naturalmente del entorno en que se encontraba. Como en el relato del Génesis, por esa cualidad el ser humano se distinguió de todas las otras especies de este planeta y, en cierta forma, quedó fuera de ese mundo.
Desde entonces, como sabemos bien, nuestra especie se ha contado a sí misma el relato de la superioridad y el dominio. Hasta ahora creemos que si tenemos un rasgo que otros animales no, eso significa entonces que podemos aprovecharnos, sin reservas de ningún tipo, de todo lo que ofrece este mundo, siempre en beneficio propio.
Ecoducto en el Parque Nacional Banff, Canadá
Sin embargo, para nadie es un secreto que nos encontramos en un momento crítico de nuestra historia y nuestro desarrollo, el cual nos está llevando a un momento de definición cada vez más urgente e impostergable.
A juzgar por la situación en que se encuentra el planeta, de las muchas especies que han desaparecido por culpa de la actividad humana, del desequilibrio en el que se encuentra el medio ambiente en general, parece necesario preguntarse si ese relato de superioridad todavía se puede sostener (¿y por cuánto tiempo más?) o si más bien es momento de replantearlo y operar un cambio mayor en nuestra relación general con el mundo que habitamos. ¿Podemos seguir explotándolo sin piedad ni consideración? ¿Nuestra especie puede seguir viviendo como vive, a veces sin el respeto más mínimo por otros seres que también pueblan la Tierra?
Cruce de vida Silvestre en Bélgica
Las fotografías que acompañan esta nota son un ejemplo de que sí es posible encontrar maneras de desarrollar nuestra forma de vida y, al mismo tiempo, tomar en cuenta a otras especies que tienen todo el derecho de existir.
Como vemos, se trata de puentes que unen los dos lados de una zona separada por una gran autopista. Cabe mencionar que por su diseño y las necesidades contemporáneas que cubren, ese tipo de caminos suelen extenderse por kilómetros y kilómetros, interminablemente, con lo que cortan en dos la zona en donde son construidas. Esto al ser humano le conviene, ¿pero qué decir de las especies que habitan en la región donde se encuentra la autopista? A veces, en su intento de cruzar, especies mayores y menores encuentran la muerte entre las ruedas de un automóvil.
Puente para los animales en la provincia de Brabante Septentrional, Países Bajos
Puente para cangrejos en Christmas Island (Australia)
Puente para anfibios, California
Puente para animales cerca de Banff, Canadá
Los puentes son un esfuerzo por resarcir esa situación. Asimismo, demuestran que el ingenio humano es más que suficiente para resolver el problema de la convivencia. Si nuestra civilización ha alcanzado logros admirables en diversos campos, ¿no sería el momento de poner esa cualidad al servicio de la vida en este planeta?
Imagen de portada: Puente para la vida silvestre en Alemania
https://pijamasurf.com/2019/06/estos_puentes_demuestran_que_si_es_posible_convivir_en_armonia_con_la_naturaleza/