Aparentar en las redes sociales parece estar promovido por una necesidad inherente de aprobación social, de ser aceptados y reforzados por los demás.
En la actualidad, existe un gran afán por aparentar en las redes sociales, ¿realmente somos tan felices como lo mostramos en nuestro perfil? Esta cuestión surge del concepto de «felicidad», quizás ficticia, mostrada continuamente en las redes.
Si navegamos por cualquier red social, nos encontraremos con posts de conocidos viajando por el mundo a bordo de sonrisas o quizás una foto de aquel amigo -con el que hace semanas no hablábamos- con su novia tremendamente felices y enamorados como si de una película se tratase.
Cabe destacar que, según el Estudio Anual de Redes Sociales elaborado por IAB España, pasamos aproximadamente 37 horas semanales conectados, alrededor de un 22% de nuestro tiempo.
Por esta razón, según el estudio de IAB, nuestra vida social en mayor medida está vinculada a las plataformas sociales de internet, por lo que no es de extrañar que utilicemos esta herramienta para lanzar mensajes a las personas de nuestro entorno.
En resumen, estamos interconectados a internet y a las redes, forman parte de nuestro día a día. Del mismo modo que forman parte de nuestra rutina diaria los conceptos de «postureo» y «selfies«. De ahí que nos planteemos, ¿qué parte de realidad mostramos en las redes sociales»? ¿En qué consisten los conceptos nombrados arriba? A continuación, desarrollamos estas cuestiones.
Tenemos la flagrante necesidad de dar a conocer al mundo lo feliz que somos, aunque quizás realmente no sea así.
El «postureo» de las redes sociales: ¿necesidad de aprobación social?
Según varias investigaciones, existe una necesidad genuina por agradar a los demás que se ve representada por una necesidad de aprobación social y de aparentar en las redes sociales, tal y como afirma un estudio de la Universidad de México La deseabilidad social revalorada: más que una distorsión, una necesidad de aprobación social.
Por consiguiente, el afán de aparentar en las redes sociales parece estar promovido por una necesidad inherente de aprobación social, de ser aceptados y reforzados por los demás. Por ejemplo, la sensación de bienestar que obtenemos al subir un «selfie» reforzado por los likes y comentarios halagadores, ya que ¿a quién no le gustan los halagos?
En este sentido, ¿qué significa «postureo»? Postureo es una expresión recogida por el Diccionario de la Real Academia Española que se refiere a la actitud de adoptar ciertas costumbres o actividades con el objetivo de querer aparentar o causar buena impresión a los demás, especialmente en las redes sociales.
El psicólogo José Elías, presidente de la Asociación Española de Hipnosis, define el concepto postureo como «la adopción de ciertos hábitos, gestos y actitudes que buscan proyectar una buena imagen (una imagen que reciba reconocimiento positivo), con el fin de demostrar a los demás que somos felices, aunque realmente no sea así o no estemos convencidos de ello».
En otras palabras, según el autor, el postureo es la necesidad de aprobación social mostrando una imagen de nosotros que puede que no forme parte de la realidad.
Vivimos en una constante necesidad de aprobación social, de ahí surge el «postureo» tan conocido en las redes.
El efecto «felicidad contagiosa»
Según un estudio de la Universidad de California, el estado de ánimo de las personas se ve modificado y condicionado por los post que ven en las redes sociales. Del mismo modo, asegura «el contenido que se publica busca dar una imagen de “felicidad contagiosa”. Según el estudio, percibir la alegría y el bienestar de los demás nos anima a querer alcanzar ese estado, por lo que nos insta a publicar contenidos similares, produciéndose el efecto de «felicidad contagiosa».
En este sentido, demostrar la «felicidad» en redes se contagia, promueve ese afán de aparentar en las redes sociales, es decir, esa continua oleada de mensajes y fotos «felices».
¿Lo que publicamos forma parte de la realidad?
Yolanda Pérez, doctora en psicología, asegura «hay de todo. Gente que muestra la verdad, otra algo irreal e incluso personas que enseñan la verdad a medias; estos son los más frecuentes». Asimismo, la autora añade «mostramos lo guapos que somos, lo simpáticos y sonrientes que salimos en un instante, pero esas fotos que son reales, no muestran nuestra realidad, solo parte de ella, porque el día tiene 24 horas y es imposible estar sonriendo tanto».
La realidad que proyectamos en las redes seguramente no sea del todo completa, pues es imposible sentirnos felices todo el tiempo: la vida está repleta de emociones positivas y negativas, e ignorar a las segundas por sistema solo nos hará daño.
En resumen, está claro que no todo aquello que vemos en las redes es un reflejo de la realidad. La apariencia en redes sociales, tal y como hemos explicado, es relativa. Por lo que no caigamos en el error de pensar que existen personas que viven las 24 horas del día en un estado de bienestar máximo: todos tenemos momentos de bajón, de tristeza, de angustia.
Tener días malos forma parte de la vida y nos hace valorar aún más los buenos momentos. En definitiva, nadie tiene una vida absolutamente perfecta.
«Sentir todo tipo de emociones es lo que hace a nuestra vida rica».
-Daniel Goleman-
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