La teoría la expone en su nuevo libro, titulado The case against reality, Donald D. Hoffman, psicólogo cognitivo y profesor en el Departamento de Ciencias Cognitivas de la Universidad de California en Irvine.
Su trabajo consiste en estudiar la consciencia, la percepción visual y la psicología evolutiva utilizando modelos matemáticos y experimentos psicofísicos. La tesis del libro fue anticipada en su conferencia TED de 2015 en Vancouver (ver video adjunto).
«Me interesa comprender la experiencia de la consciencia humana y su relación con la actividad de nuestros cuerpos y cerebros cuando interactuamos con nuestro entorno, y eso incluye el desafío técnico de construir modelos informáticos que lo imiten, por eso estoy creando un modelo que explique la consciencia «, explica Hoffman en un comunicado.
Los enfoques científicos actuales asumen que hay un patrón de actividad neuronal que nos hace experimentar cosas como el sabor de una nuez o la apariencia del color rojo. Pero, dice Hoffman, no hay teorías formales que expliquen esto.
«Debido a que no hay una teoría matemática que explique el patrón de actividad neuronal que crea consciencia, eso puede significar que estamos haciendo una suposición falsa», considera.
Y añade que, según su teoría, la consciencia crea actividad neuronal (no al revés) y los humanos hemos evolucionado para descubrir qué es lo que se necesita para sobrevivir. Las percepciones, dice, son una interfaz de usuario, pero no necesariamente la realidad.
Ocultar la realidad es práctico
Explica asimismo que nuestros sentidos, la base de nuestra percepción de la realidad, evolucionaron y fueron moldeados por selección natural supuestamente para ayudarnos a percibir la realidad, pero que en realidad ha pasado lo contrario.
“Mis estudiantes y yo hemos creado simulaciones informáticas de competencias evolutivas entre criaturas con diferentes tipos de percepciones. Descubrimos que los organismos que percibieron la verdad tal como es, se extinguieron cuando compitieron contra organismos que no percibían realidad.”
Y añade: “Otra forma de pensar acerca de este concepto es mirar al mundo como una interfaz de usuario, una máscara. El espacio tridimensional es realmente como el escritorio de un ordenador. Las cosas que vemos están ahí como un ícono. Un icono de un libro que es azul no significa que el libro y su contenido sean realmente azules, es un simple símbolo que representa algo mucho más grande. Y no ver la verdad realmente ayuda: si tuviéramos que saber toda la verdad sobre el ordenador y cómo operar cada circuito para hacer que cada acción sea necesaria, no lo usaríamos. La evolución literalmente nos oculta la verdad a propósito.”
Hoffman señala asimismo que por ello no sabemos realmente lo que es la realidad y que para conocerla debemos primero entender lo que es la consciencia.
Añade que aunque hay mucha información sobre correlaciones entre diferentes regiones cerebrales y algunas experiencias conscientes específicas, la mayoría de los enfoques asumen que la actividad cerebral causa la experiencia consciente.
“Pero nadie tiene una idea sobre cómo iniciar una experiencia consciente desde el cerebro: no hay teorías que lo expliquen. Nuestra incapacidad para encontrar una teoría sugiere que podemos estar haciendo una suposición falsa.”
Y dado que de la actividad cerebral no hemos podido construir una teoría de la consciencia, Hoffman se ha propuesto construirla a partir de la consciencia y su impacto en las neuronas: está creando un modelo matemático de la consciencia. “Si tenemos éxito en la creación de una teoría de la consciencia, entonces podremos entender mejor la realidad, la verdad”, añade.
Las consecuencias de esta reflexión son profundas: “Si hemos confundido nuestras percepciones con la verdad, nuestra percepción completa del espacio-tiempo y de los objetos físicos es engañosa… Es sorprendente pensar que lo que hemos creído profundamente es erróneo. Pensar que el espacio-tiempo en sí es falso es asombroso”, señala Hoffman.
¿Hay algo ahí fuera?
El neurocientífico español Francisco J. Rubia, tal como informamos en otro artículo, señala al respecto que el cerebro proyecta al mundo exterior lo que genera internamente y que por ello nos hace creer equivocadamente que todas esas cualidades secundarias tienen su origen “ahí afuera”.
En realidad, señala Rubia, quien ve, oye, huele, gusta y siente, es el cerebro. Los órganos de los sentidos son, en lo que a esto respecta, completamente neutrales. Luego, no existe “un” mundo exterior, sino varios mundos que dependen cada uno del sujeto que percibe los diferentes estímulos que en él se encuentran.
Hoffman se propone ahora crear un modelo de la consciencia que dé consistencia científica a la relación entre el cerebro y la consciencia, el modelo que falta para entender mejor qué somos los seres humanos y qué es el mundo que nos rodea.
The Case Against Reality: How Evolution Hid the Truth from Our Eyes. Donald D. Hoffman. Imprint: Allen Lane, 2019. 272 páginas. ISBN: 9780241262627.
Hola, por el camino de artículos muy interesantes, gracias… veamos si mi comentario, irrelevante, puede estar a la altura… Mirad cuando nos filtren lo que han encontrado en la glándula pineal y su conexión con el cerebro mortal hominido avatar, os quedaréis más pasmado que lo que yo pueda haceros discernir… ¿Qué es la consciencia y no digamos la conciencia, es tangible? Imaginad que somos un conmutador… pues aplicarlo a su aplicación sobre la energía… transformamos la energía, con nuestra capacidad vital de animar su estado natural de in animación, la impronta y la impregnación, son los conceptos tangibles, y tan tangibles que queda registrado en el espacio, en esta corriente de energía, con imágenes y todo, eso es lo tangible de la definición de consciencia: la capacidad de impregnar la transformación de la corriente de la fuente de la energía con nuestra impronta, no creo que encontréis una definición tan directa y obvia… La conciencia es nuestro pensamiento, la psique la capacidad de reconocernos en la naturaleza del espacio: su corriente de energía, ahí tenéis la definición tangible de conciencia… qaral.