En el sistema budista, que puede considerarse como una especie de economía soteriológica, existen 10 acciones que hacen que el individuo vague interminablemente en el samsara, la rueda del sufrimiento y la confusión. Estos 10 actos son parte de las enseñanzas fundamentales, algo así como el ABC que todos los monjes budistas aprenden.
Independientemente de que seamos o no budistas, estos 10 actos constituyen un resumen milenario de un entendimiento ético de la realidad, basado, sobre todo, en la premisa de que todos nuestros actos -específicamente los intencionales- tienen consecuencias. Somos resultado de nuestros actos y de nuestros pensamientos, no somos más que esto. Esto es algo que no sólo enseña el budismo, sino en general el dharma indio, como también, de alguna u otra manera, la religión judeocristiana y la filosofía occidental en la mayoría de sus sistemas éticos.
Los 10 actos no virtuosos son los siguientes:
1. Matar (o destruir vida).
2. Robar (o desperdiciar las cosas).
3. Tener una conducta sexual inapropiada.
4. Mentir.
5. Calumniar.
6. Agredir con la palabra.
7. Adular (o hablar de cosas inanes).
8. Codicia.
9. Malevolencia.
10. Mantener concepciones falsas.
Estos 10 preceptos son a la par complementados por las 10 acciones virtuosas que son simplemente el aspecto positivo de los mismos. Por ejemplo, ser sincero o decir cosas verdaderas; proteger o preservar la vida, etcétera.
Los últimos tres principios son considerados espirituales o cognitivos. El último es a fin de cuentas el más importante, pues el mismo samsara se origina de la concepción falsa, de la ignorancia o avidya, de la cual se encadenan todas las demás. Fundamentalmente se trata de la ignorancia que cree que el mundo es permanente, que el yo es absoluto y que el samsara puede realmente satisfacernos. Contrariamente, la concepción correcta es el sendero que conduce a la liberación.