El Noble Sendero Óctuple es la vía para vivir conscientemente. El fundamento es la atención. Mediante la práctica de la atención podrá desarrollar la concentración, que le permitirá alcanzar la comprensión. Gracias a la recta concentración, se mantendrá de forma conveniente en su conciencia, pensamientos, palabras, acciones, medios de vida y esfuerzos. La comprensión que se desarrolla puede liberarlo de los embates del sufrimiento y le hará renacer a la verdadera paz y alegría.
Thich Nhat Hanh,
Las nubes blancas del Viejo Sendero
Los occidentales que se sienten atraídos por el budismo debido a la meditación, suelen confundir frecuentemente a esta última tomándola en su aspecto más externo, es decir, retirándose a un sitio tranquilo, cruzando las piernas y cerrando los ojos. Pero lo que en realidad quería significar el Buda con tal disposición física no era otra cosa que conseguir una disciplina mental, realizar un esfuerzo para entrenar a la mente mediante una completa concienciación y una atención al momento presente. Si todos los problemas que nos presenta la vida no son otra cosa más que el resultado de la ignorancia, del pensamiento engañoso y de los conflictos emocionales, entonces la solución evidente consiste en ser más sabios, más conscientes, equilibrados y amorosos. Lograremos esto mediante la práctica de la meditación o samadhi, que es el antiguo término que designa la disciplina mental o contemplación. La técnica meditacional incluye el Recto Esfuerzo, la Recta Atención y la Recta Concentración.
La concienciación constituye el común denominador de todos los seres sensibles. La meditación es el camino más directo y efectivo para cultivar esa concienciación innata; es el elemento esencial en el camino del despertar del Buda interior. Meditamos a fin de purificar y disciplinar nuestras mentes. Meditamos para alcanzar la iluminación ―a fin de comprender y percibir de forma directa la realidad o verdad― que el Buda definió como el «ver claro» o «ver las cosas tal como son». Meditamos para hacer despertar lo que es y de este modo llegar a la percepción auténtica e inmediata de la vida en este mismo momento presente. Ese es el objetivo y es también la práctica. El cultivo de la conciencia presente, momento-a-momento, nos ayuda a regresar al hogar al que pertenecemos y siempre hemos pertenecido.
Limpia y desmitificada de las añagazas religiosas y culturales, la meditación significa básicamente el cultivo de una conciencia intencionada y de una atención pura, que es una presencia despierta y alerta de la mente. Este desarrollo de la conciencia elimina la ignorancia que hay en nosotros, en los demás y en la percepción de la realidad. La meditación despierta y libera la mente, abriendo el corazón, ayudándonos a desarrollar la sabiduría interior, la claridad, la alegría y la compasión, aportando de este modo espiritualidad y una perspectiva más profunda en todos los aspectos de la vida diaria. El entrenamiento meditativo nos ayuda a concentrarnos espiritualmente, al mismo tiempo que nos permite ver y pensar más claramente. De este modo podremos convertirnos en hombres y mujeres más auténticos y cuidadosos.
La meditación no es solamente algo que se hace; es un método de ser y de ver, una forma incondicionada de vivir momento a momento. A través de la meditación percibimos y conocemos las cosas tal como son. Esto es algo que nos conecta y nos conduce a la verdad, de acuerdo con su definición más sencilla: las cosas tal como ellas son. La meditación es la forma de oración del Buda.
El Dharma enseña que todo, lo bueno y lo malo, se origina dentro de nuestras mentes, unas mentes que se han visto condicionadas por años (y generaciones) de pensamientos engañosos. ¿Acaso nuestras mentes no se encuentran llenas tanto de ansiedad y dolor por el pasado, como de proyectos y planes para el futuro? ¿No es acaso cierto que en determinados momentos nos parece como si nuestra mente se hallara completamente anegada por sentimientos conflictivos, por pensamientos y fantasías? Cada segundo de cada día, la mente y los sentidos se ven inundados por estímulos exteriores ya sean sonidos, olores o miradas. De este modo, es tanta la información externa que entra y sale de nuestra mente, que parece imposible «ver rectamente», ver con claridad.
La mente es capaz de mucho: ha alumbrado todas las maravillas, al igual que todos los horrores de nuestro mundo moderno. La diferencia estriba en cómo utilicemos ese regalo único que constituye nuestra conciencia. El pensamiento y el intelecto son buenos servidores, grandes herramientas, pero pobres amos. Solemos caer muy frecuentemente bajo la tiranía del pensamiento, quedando controlados por nuestras propias mentes motoras y rodeados por los ecos vacíos y estáticos de nuestras propias bocas motoras. Nuestras imaginaciones y obsesiones incansables y las ansiedades, incertidumbres y preocupaciones incesantes nos atacan ciegamente sin permitirnos un solo momento de paz.
En tales instantes es bueno proteger y renovar la búsqueda espiritual de nuestros corazones que ansían felicidad y plenitud, a fin de descubrir en nuestra búsqueda aquello que realmente importa en la vida y saber permanecer en ello. ¿Qué es lo que realmente nos importa? Cómo aprender a amar y a vivir mejor. Cómo saber construir una verdadera vida y no un mero modo de vivir. Cómo convertir la vida en algo digno de ser vivido. Cómo encontramos a nosotros mismos ―lo verdadero que hay en nosotros― y no simplemente nuestra personalidad y nuestra imagen. Cómo utilizar sabiamente los dones y talentos especiales que poseemos.
Si deseamos simplificar y profundizar en nuestras vidas, hemos de simplificar y profundizar en nuestra mente. Cuando nos volvemos más centrados, claros, amplios, cuidadosos y abiertos, de modo inmediato se crea mucho más espacio en nuestras vidas frenéticas, tanto para nosotros como para los demás. Marshall McLuhan dijo: «Nuestra mente es una revista que tiene una nueva edición cada cuatro segundos». En el Dhammapada dijo el Buda: «La mente es inquieta, inestable, difícil de controlar, difícil de guardar. El sabio la endereza, al igual que el arquero sabe lanzar directa su flecha. La mente es mercurial, difícil de refrenar, que se queda donde quiere. Es bueno adiestrar y dominar esa mente ya que una mente disciplinada lleva a la felicidad.»
En realidad existen dos tipos de meditación budista:
1. Meditación concentrativa
Es una práctica yóguica que existía antes de que naciera el Buda; la meditación concentrativa puede ayudar al practicante para que alcance los estados místicos más elevados. Aunque el Buda alcanzó estados de inconcebible bienaventuranza, no creía que este tipo único de meditación garantizase la iluminación. La Recta Concentración se basa en la relajación y en los ejercicios de centramiento, con los que aprendemos a recogernos en nosotros mismos, focalizando nuestra energía y nuestra atención y aquietando el corazón-mente. También se ha mostrado como extremadamente útil para reducir el estrés, la tensión y otros problemas relacionados con la salud.
2. Meditación de visión interna
Este tipo de meditación, enseñada y desarrollada por el Buda, se suele denominar Vipassana. Es el modo mediante el cual el practicante desarrolla una sabiduría más profunda y adentra su mirada en el interior de la naturaleza de la realidad. La meditación de la visión interior cultiva la atención y la concentración, produciendo una realización espiritual, al tiempo que deshace los condicionamientos kármicos negativos y otros impedimentos y proporciona de este modo pureza y paz de corazón y una mayor libertad de mente. La meditación de visión interna es la vía para la iluminación y se le ha llamado «el corazón de la meditación budista».
Lo ideal, naturalmente, es unificar la meditación concentrativa con la meditación de visión interna, a fin de conseguir una vía más amplia y panorámica. En las enseñanzas no dualísticas de Mahamudra y dzogchen se la denomina con frecuencia el Vipassana más elevado, o visión más elevada de la conciencia panorámica. Esta combinación de concentración y penetración interior es el método que utilizó el Buda para alcanzar la verdad última y llegar a la perfecta liberación cuando aquel amanecer se hallaba bajo el árbol bodhi, en las selvas del norte de la India.
Estos dos métodos de meditación se enseñan en las diferentes escuelas y tradiciones. Por ejemplo, existen dos formas de meditación zen, la «simple sentada» y el koan (un tipo de pregunta alógica). La meditación budista tibetana incluye el descanso de la mente y la investigación o análisis. El principio común de comprensión, la distinción entre concentración y visión interior subyace en todas las prácticas de las diversas escuelas y estilos meditativos.
La meditación requiere muy poco. Todo lo que usted tiene que hacer es parar cuanto esté haciendo y simplemente estar allí. Ha de estar presente para vencer. Observe simplemente. Una vez que se habitúe a la meditación podrá hacerlo mientras pasea, descansa o, incluso, mientras está cortando flores. El Buda dijo en una ocasión que existen cuatro posiciones para la meditación: de pie, sentado, paseando y yaciendo. En otras palabras, se puede meditar en todo momento.
Al principio, la meditación es cuestión de centrarse y tranquilizar la mente. Más tarde, se va avanzando mucho más en la atención total. Durante muchos siglos se le ha enseñado a los meditadores el considerar la respiración como un instrumento útil. A mi también se me enseñó, y ahora yo lo hago con los demás; a empezar respirando por la nariz, concentrándose en la sensación producida por el aire al penetrar por los orificios nasales; después se expulsa el aire, concentrándose en la sensación de salida de ese aire. Simplemente observe la respiración y no se concentre en ninguna otra cosa. No se distraiga con cuanto pueda suceder a su alrededor ya sean los movimientos de la gente, el zumbido de un mosquito o el ruido de una radio. Si tiene una determina sensación física, por ejemplo, si se le duerme un pie, o tiene una picadura en un hombro, deje que simplemente se vaya esa sensación y concéntrese en la respiración. Si le viene un pensamiento, un recuerdo, un anhelo, utilice la respiración para apartarlo de su mente y continúe centrándose en ella.
Todo esto parece muy sencillo, pero en cuanto lo intentamos, empezamos a darnos cuenta qué inquietas se encuentran nuestras mentes y cuán difícil es concentrarse en una sola cosa. Los adultos creen que los niños tiene pocos momentos de atención. Los maestros de meditación creen también que la gente normal tiene las mismas dificultades para concentrarse. No obstante, con esfuerzo, atención y concentración, la meditación funcionara incluso en la mente más agitada. ¿Cuál es el contenido de la meditación? Usted, su vida, su mundo. No es necesario que se vaya al Tibet o al Nepal para encontrar algo en que meditar.
Como escribió cierta vez el maestro de zen Dogen:
Estudiar la vía del Buda es estudiar el ego;
estudiar el ego es trascenderlo.
Trascender el ego es verse iluminado por todas las cosas.
Ser iluminado por todas las cosas es eliminar las barreras entre el ego y los demás.