Hace ya años que sabemos que Marte albergó, en su lejano pasado, ríos, lagos y mares. El estudio de su orografía ha dejado claro, por ejemplo, que hace unos 3.400 millones de años un vasto océano cubrió la mayor parte de las tierras bajas del hemisferio norte del planeta. Un océano alimentado, se cree, por una serie de enormes y catastróficas inundaciones cuyo origen, sin embargo, ha permanecido hasta ahora envuelto en el misterio debido a la ausencia de unas líneas costeras claramente definidas.
Pero un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Ciencias Planetarias en Tucson, Arizona, y recién publicado en Nature Scientific Reports ha revelado que una enorme cantidad de sedimentos situados en las llanuras septentrionales de Marte fueron depositados allí por dos «megatsunamis», dos olas gigantescas que alcanzaron hasta 120 metros de altura y que penetraron cientos de kilometros tierra adentro.
Para J. Alexis Palmero Rodríguez, que ha dirigido la investigación, «durante más de un cuarto de siglo no hemos conseguido encontrar una antigua línea costera, destribuida de forma consistente a lo largo de una elevación constante, y eso se ha considerado como incompatible con la hipótesis de que existió un vasto océano en Marte hace aproximadamente 3.400 millones de años. Nuestro hallazgo ofrece una solución simple a este problema: los depósitos generalizados de tsunami, repartidos a lo largo de un extenso territorio, pueden ser el rasgo que caracterice las costas de los océanos primitivos de Marte».
Thomas Platz, coautor del estudio, añade que «los dos tsunamis que hemos detectado pudieron formarse como consecuencia del impacto de meteoritos, con una diferencia temporal de unos tres millones de años y que dejaron cráteres de impacto marinos de unos 30 km. de diámetro».
Los megatsunamis también suceden en la Tierra, y también en nuestro planeta, como en Marte, muestran una gran variabilidad en cuanto a su distribución topográfica y a sus distancias de inundación. Además, al tratarse de eventos catastróficos y muy raros, sus depósitos de sedimentos suelen ser disimulados, o eliminados por completo, por los procesos geológicos de «rejuvenecimiento» de la corteza terrestre.
Cambio climático en Marte
«Durante el periodo de tiempo que separó a los dos eventos de tsunami en Marte -añade Rodríguez- el nivel del océano retrocedió para formar una línea costera más baja y el clima se volvió significativamente más frío. Las pruebas de este cambio climatico han quedado grabadas en la morfología de los depósitos de tsunami. El más antiguo de los dos dejó enormes depósitos de cantos rodados, y a medida que la gran ola se fue retirando formó canales por todas partes».
Las extensas áreas en las que se distribuyen estos lóbulos ricos en hielo implican que los restos congelados del primitivo océano marciano podrían localizarse por doquier en zonas muy extensas, y no solo en localizaciones determinadas. Por eso, su estudio podría ofrecer una valiosísima información sobre la composición de este antiquísimo océano de Marte.
Para el investigador español Alberto Fairén, del Centro de Astrobiología, «a pesar de las condiciones climáticas globales extremadamente frías y secas, el océano marciano probablemente tenía una composición salobre que le permitió mantenerse en estado líquido durante varias decenas de millones de años. Ambientes acuosos salobres y semicongelados son conocidos por ser lugares habitables en la Tierra, y, en consecuencia, algunos de estos depósitos de tsunami en Marte podrían ser objetivos principales para estudios astrobiológicos».
Rodríguez y Jianguo Yan, otro de los autores del estudio, planean ahora una expedición al Tibet para investigar los lagos de alta montaña, en los que han identificado relieves formados en condiciones ambientales extremas y que guardan gran parecido con los generados en Marte por los dos tsunamis.