El ser humano está acostumbrado a pensar en términos lineales y a postular una flecha del tiempo que va del pasado al futuro. Sin embargo, coinciden el misticismo y la ciencia moderna en que el tiempo como lo percibimos es una ilusión. En una famosa carta a Michelle Besso, Einstein escribió: «La distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una persistente ilusión”. En este sentido Einstein y algunos físicos actuales, como Carlo Rovelli, se acercan al entendimiento de numerosos místricos a lo largo de la historia que han aprehendido en momentos de enorme claridad la realidad como un presente perpetuo y el mundo como siempre nuevo y fresco, como creatividad continua.
Asimismo, ciertos fenómenos cuánticos desafían la noción ordinaria del tiempo y la separación de los objetos; pareciere que las cosas existieran en una unidad subyacente absoluta y que sólo al manifestarse, al ser observadas, existieran de manera relativa en el tiempo como objetos separados. Si el pasado y el futuro son una ilusión entonces el universo no pudo haberse creado en el pasado ni será destruido en el futuro. Esto implica, al menos desde cierta perspectiva, que en este instante estamos presenciando la creación del universo.
En el restante de artículo discutiremos la forma en la que la religión y la espiritualidad han entendido el tiempo, un entendimiento que creemos confirma la idea de que es sólo debido a una ilusión de nuestra mente que no logramos percibir la continuidad creativa del universo e ilusoriamente nos aferramos a la sensación de permanencia y estabilidad estructural.
Una de las ideas centrales que son enseñadas en las diferentes religiones –el menos en sus aspectos esotéricos– es que el cosmos no es el resultado de un acto creativo distante en el espacio y remoto en el tiempo, sino que es en esencia creatividad, aquí y ahora, y toda la energía de la creación permea este mismo instante y cada parte de la creación en su totalidad. Podemos pensar que más que existir en una «creación» y ser la obra de un «creador» somos creatividad pura –esto es un entendimiento de la realidad como proceso, el cual nos permite concebir el universo como verdaderamente infinito y eterno, sin principio ni final. David Chaim Smith en su libro Espejo Cabalístico del Génesis, traduce el primer verso del Génesis así:
Con-principialidad [beginningness] Elohim creó el cielo y la tierra.
Esto para denotar la perenne actualidad del acto creativo, la cualidad creativa inherente en todas las cosas. B’reshit (la primera palabra del Génesis), nos dice Chaim Smith, es “la naturaleza dinámica de la creatividad que presenta total posibilidad. Siempre está desenvolviéndose, fresca, nueva, única. El inicio continuo es la disposición volátil que puede hacer o ser cualquier cosa, y que se despliega a sí misma como todas las cosas”. Es a través de este eterno instante que Ain Sof (lo Infinito) se da a conocer: “B’reshit es de la naturaleza de Ain Sof”, pero como Ain Sof es el Ser puro y no puede comunicarse se despliega a través de B’reshit y sus emanaciones para así poder ser conocido. El impulso creativo de B’reshit se desdobla como la expresión de todas las posibilidades, la alegría de ser todas las cosas, la pureza luminosa de todos los fenómenos.
Esta idea de la creatividad como una esencia activa o como un estado presente del Génesis tienen un notable eco en el I Ching. David Hinton traduce el primer hexagrama de este milenario texto, El Cielo, lo Generativo, de la siguiente manera:
El origen penetra en todos lados, y su abundancia es inagotable.
La superabundancia del cielo, de la que nos habla el I Ching, es similar a la esencia dinámica de B’reshit, a través de la cual Ain Sof se imprime en todo lo que existe. Esto mismo puede cotejarse con el Tzimtzum del cual habla la cábala, el eterno eco del instante ontológico:
Tzimtzum es mucho más que un evento estático y discreto en el que la divinidad se contrajo para hacer vacío para la creación. Es un evento eternamente repitiéndose que conecta a la divinidad con todas las criaturas en la progresión evolutiva del divino momento creativo. (The Kabbalah of Rabbi Isaac Luria, James David Dunn)
Pese a que en el aspecto exotérico, disociado de su esencia mística, el cristianismo enseña que la Creación ocurrió en una fecha puntual en el pasado –la cual ha sido entendida de manera simbólica por muchos de los más grandes teólogos cristianos-y no debe confundirse con el absurdo literal de colocar la creación del hombre hace 6 mil años o algo así–, el místico alemán Meister Eckhart claramente trasciende esta noción. En uno de sus comentarios al Génesis, leemos:
El principio en el que «Dios creó el cielo y la tierra» es el simple ahora de la eternidad. Digo que es el mismo ahora en el que Dios existe desde la eternidad, en el que también la emanación de las Personas divinas es, fue y será. Moises [el autor del Génesis] dijo que Dios creó el cielo y la tierra en el mismo primer principio en el que él mismo existe, sin ningún medio o intervalo de tiempo… Dios no existía antes de que el mundo existiera. Y aún más, ¿cómo habría podido crear el mundo antes, cuando ya había creado el mundo en el mismo ahora en el que era Dios? Es una imagen falsa imaginar a Dios como si estuviera esperando un momento futuro en el cual crear el mundo. En el único y mismo momento en el que fue Dios y en el que concibió a su coeterno Hijo como Dios igual a sí mismo en todas las cosas, también creó el mundo. «Dios habla una vez y por siempre» (Jb 22:14). Habla en engendrar al Hijo porque el Hijo es el Verbo; él habla engendrando criaturas… «Dios ha hablado una vez y par siempre y he escuchado dos cosas (Salmos 61:12). Las «dos cosas» son el cielo y la tierra o en realidad «estas dos», eso es, la emanación de las Personas [divinas] y la creación del mundo, pero las dice «una vez y por siempre».
Podemos pensar el cosmos entero como solamente la reverberación de la palabra divina, y en todas las cosas como la presencia manifiesta del fiat lux (luz y sonido son en realidad una misma cosa). No debe sorprendernos que en diferentes religiones se conciba el universo en su totalidad como la expresión de una única palabra, sílaba o vibración (ya sea el Om o el Logos). En su mismo comentario Eckhart explica que el «lugar», por así decirlo, de la creación es el intelecto, que es el principio de la naturaleza y que «el entendimiento contiene a todas las cosas». El mismo Eckhart señala que es por ello que Platón considera que las ideas o razones (Logos) son los principios de todas las cosas. Cuando se habla de que el tiempo no es más que una ilusión y que en realidad lo que existe es la eternidad velada por la sombra de la materia y la ignorancia, la cita clásica es del Timeo de Platón:
Pero dado que la naturaleza del mundo ideal es eterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo.
Para el gran egiptólogo y alquimista René Schwaller de Lubicz la capacidad de asimilar cognitivamente la naturaleza perenne del acto creativo era el secreto de la alquimia. Los complicados procesos investigando la profundidad de la materia en los laboratorios alquímicos eran los soportes materiales que permitían llegar a este punto de percepción en el que se vislumbraba una analogía viva de la creación… los principios cosmogénicos siempre repitiéndose a escala microcósmica: como en el cielo así en la tierra.
Hay una visión pertinente a cada momento cósmico particular… el momento presente, tal como lo defino en mi libro, es de hecho la eternidad.
Sabemos que todo se está creando cada momento, y todo también se pierde [cada momento]… La Obra [alquímica] no es el descubrimiento de una técnica… es la percepción de un proceso existente. Es la percepción la que es objeto de estudio y oración. (Al-Kemi: Hermetic, Occult, Political, and Private Aspects of R. A. Schwaller de Lubicz).
De aquí que la percepción de la creación sea la eternidad, esta imagen única que en su proyección o movilidad es lo que se ha llamado el tiempo. O como dice el Corpus Hermeticum: «un cosmos que sin haber nacido está siempre generándose por la eternidad». Este quizá sea el gran misterio de la existencia y en este caso consistente con la noción de un cosmos cíclico y eterno como se sostiene en India, en el que el universo se crea y destruye periódicamente como si se tratara meramente del ciclo respiratorio de Vishnu, inhalación y exhalación, infinitamente descansando en un poder supremo, para el cual el mundo no es más que un sueño o una brisa.
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