Uno de los «memes» más populares de los últimos dos Mundiales de futbol ha sido el de fanáticos japoneses limpiando la basura de las gradas en un estadio donde jugó su equipo. Esta asociación con la limpieza, típica de la cultura japonesa, se aprende desde temprano, como queda evidenciado por la práctica del Gakko Soji, la limpieza de la escuela.
Las escuelas japonesas tiene como parte de sus actividades, a veces de manera ludificada, la limpieza de los salones y los baños, así como el servicio de comida y el lavado de platos. Los niños japoneses aprenden a realizar estas tareas doméstica de manera eficiente. Lo importantes es que no se trata de una manera de ahorrar dinero o de castigar a los niños –las escuelas japonesas cuentan con recursos y personal para realizar la limpieza–. Se trata claramente de un aprendizaje, de una parte importante de la educación que tiene que ver con la responsabilidad sobre uno mismo y las propias acciones.
Aprender a limpiar las cosas y hacerse responsables del propio espacio en cierta manera hace a los japoneses independientes, además de proveer entornos más favorables para el aprendizaje. Asimismo, inculca valores importantes en nuestra época, como puede ser recoger y reciclar la basura o dejar de consumir tantas cosas –pues uno luego deberá hacerse responsable de los desechos–.
Existe en Japón, y en general en los países con influencia budista, una importante cultura relacionada a la limpieza y la pureza. Los códigos de disciplina del budismo (vinaya) hacen énfasis en la limpieza de los monjes y en la importancia de una vida ordenada y disciplinada. Existen incluso historias que exaltan el acto de barrer y la posibilidad de hacer esto como una meditación que puede conducir a la iluminación.
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