En 2004, la Unión Europea dio la bienvenida a diez nuevos países, entre ellos Polonia y Lituania. A partir de ese momento, se disparó la cifra de inmigrantes de estas nacionalidades que pusieron rumbo a Reino Unido. Antes de aquella expansión, en el país residían unos 60.000 polacos y alrededor de 5.000 lituanos; a día de hoy, son 830.000 los polacos y 180.000 los lituanos. Con la intención de monitorizar la adaptación de los jóvenes de estos países, la doctora Daniela Sime, de la Universidad de Strathclyde, en Glasgow, puso en marcha un estudio en 2008.
«Entonces no se hablaba del Brexit; la idea todavía no estaba sobre la mesa», dice Sime, que diez años después ha actualizado su investigación con un segundo estudio. Durante los meses que siguieron al referéndum, Sime y sus colegas de las universidades de Durham y Plymouth realizaron encuestas en las que entrevistaron a más de mil jóvenes entre 12 y 18 años de familias inmigrantes. El 77% de los encuestados afirma haber sido objeto de agravios xenófobos.
«Me decían que tenía que trabajar en el comedor y de limpiadora porque soy polaca», señala un testimonio recogido en el estudio. «Me han llamado prostituta por mi nacionalidad y me han dicho que me vuelva a mi país», afirma otra persona migrante. Sime está convencida de que la campaña a favor del Brexit ha tenido algo que ver con esta clase de incidentes. «Es evidente que el Brexit ha tenido una influencia en cómo los jóvenes tratan el tema de la inmigración», argumenta.
Los informes más recientes del Ministerio de Interior británico confirman que los llamados crímenes de odio han ido en aumento en los últimos cinco años. En el informe de 2019 argumentan que este incremento se ha debido, en parte, a una mejoría en los informes policiales (sugiriendo que antes no siempre se indicaba si los crímenes habían estado motivados por algún tipo de discriminación), pero reconoce que «ha habido repuntes en crímenes de odio tras ciertos acontecimientos como el referéndum de la UE y los atentados terroristas de 2017».
La relatora especial en formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, Tendayi Achiume, publicó un informe sobre Reino Unido en 2018 en el que advertía de un aumento de los incidentes racistas tras el Brexit. Achiume señaló que era preocupante la expansión generalizada de la retórica contra los inmigrantes y extranjeros alrededor de la campaña a favor del Brexit.
«Los discursos de la igualdad racial antes, durante y después del referéndum de 2016, así como las políticas y prácticas a las que el debate del Brexit ha conferido legitimidad, plantean graves cuestiones en el núcleo de mi mandato», señaló. «En los días siguientes al referéndum, el Gobierno informó de una subida en el número de crímenes de odio en Inglaterra y Gales, registrando 80.393 incidentes en el periodo 2016-2017. Esta cifra representa un aumento del 29% respecto al año anterior y el aumento más alto desde 2011».
Miradas, desprecios o «habla en inglés»
En la multicultural ciudad de Londres, donde remain ganó por un 59.99%, no es sencillo encontrar el testimonio de alguien que haya sufrido algún incidente xenófobo. Desde el mostrador de una tienda ‘delicatessen’ griega, el de un bar portugués o el de una tienda de productos polaca, la respuesta siempre es negativa. Lo que sí que les preocupa es la estabilidad financiera de sus negocios y las inconveniencias administrativas que traerá el Brexit.
Los españoles, tanto los que trabajan de cara al público como los que conviven con los británicos en un ambiente de oficina, parecen compartir esa sensación de normalidad social, más allá de las incógnitas que trae el Brexit. Sí que se mencionan, sin embargo, pequeñas escenas del día a día. Un ejemplo muy recurrente: la mirada de desprecio de un inglés hacia unos españoles conversando a un volumen alto en un medio de transporte.
En Ealing, una zona en el oeste de Londres que acoge diásporas de distintas nacionalidades europeas, surgió una agrupación llamada Ealing European Movement . La asociación hizo campaña a favor de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Su presidenta, Corinne Firket, dice que desde el referéndum solo ha sabido de dos incidentes en su barrio: «A una madre italiana a la que insultaron por hablarle en italiano a su hijo por la calle y a una amiga europea que le preguntaron que cuándo se volvía a casa».
Sin embargo, Firket cree que se darán más problemas tras el Brexit por «la línea de discurso que siguen los políticos». Lo único que parece haber ido a menos, según ella, es la campaña de los tabloides en contra de la inmigración. «Ahora no le dedican tanta atención, pero es porque ya han conseguido lo que querían». El informe de la relatora también destacaba el enfoque contra la inmigración de muchos medios de comunicación.
María Iranzu lleva 45 años en Reino Unido. Reside en Kingston upon Hull, donde el 67,6% de la población votó a favor de abandonar la Unión Europea. «Yo pensaba que la mayoría iban a votar para quedarse. Después empiezas a hablar con la gente y te llevas sorpresas al descubrir que votaron leave. Pero nunca he tenido ningún problema, ni antes ni después del referéndum».
En la norteña Newcastle upon Tyne, el resultado estuvo parejo: remain 50.7%, leave 49.3%. Olga Fernández lleva ocho años viviendo allí y tiene un negocio de venta de productos españoles llamado ‘La Casa Delicatessen’. Afirma que el norte es muy diferente al sur, pero añade que tampoco ha tenido ningún problema por ser española. Solo dice haberse sentido un tanto incómoda al principio, antes de montar su negocio: «No creo que fuese xenofobia hacia el español o hacia el extranjero, sino algo más clasista, porque cuando trabajas en la hostelería o limpiando sí que notas un trato distinto».
Fernández empezó su negocio en junio de 2016, apenas 15 días antes del referéndum. «A lo mejor era cosa mía, que estaba más a la defensiva, pero cuando salió lo del Brexit sí que noté que la gente te miraba un poco más de lo normal cuando te oían hablar en tu propio idioma. Conozco personas que sí que han tenido encontronazos en el autobús, que le han dicho ‘habla en inglés porque estás aquí’, pero a mí nunca me ha pasado». Como es el caso con otros tantos empresarios europeos, su preocupación está en la inseguridad económica: «Otra cosa es el tema del negocio, el Brexit sí que nos ha afectado en ese sentido».
El fútbol, unas veces fiel reflejo de la sociedad, otras veces exagerado reflejo de la sociedad, no se ha mantenido ajeno a este panorama que presenta el Brexit. Se aprecia en detalles que también están presentes en otros ámbitos, como el miedo a que los europeos puedan ‘robar’ trabajos a los ingleses: cada vez que un europeo obtiene el puesto de entrenador de un club británico, algunos tertulianos de la vieja escuela denuncian que los técnicos ingleses no tienen las mismas oportunidades.
https://www.eldiario.es/internacional/Brexit-significa-racismo-prostituta-nacionalidad_0_990751662.html