¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene la voz que escuchas en tu cabeza cuando piensas? De hecho, ¿eres consciente de que hay una voz… o estás convencido que tu mente no funciona de esa forma?
Los psicólogos entienden como voz o monólogo interior a una forma de hilar y contextualizar nuestros pensamientos en forma de un discurso verbal, que «suena» en nuestra cabeza. Lev Vygotski, un psicólogo ruso de principios del siglo XX, explicaba este proceso como una forma de internalizar las voces que oyes a tu alrededor. Esto explica por qué «escuchamos» de diferente formas cuando hablas contigo mismo que cuando imaginas una conversación o un discurso de otra persona.
Pero, ¿se manifiesta de la misma forma en todas las personas? La realidad es que depende de muchos factores. Algunos se pueden estudiar, pero se mueven en un terreno resbaladizo que escapa de una comprensión lógica. Se ha demostrado, por ejemplo, que la parte del cerebro que se activa cuando estamos escuchando o hablando con nuestra voz interior es la misma que se utiliza para la formulación del lenguaje (el Área de Broca). Esto demuestra que, al menos hasta cierto punto, algunos procesos mentales se manifiestan en forma de frases regidas bajo las leyes gramaticales (algo que vincula la formación de nuestra conciencia con el aprendizaje del habla).
¿Cómo funciona nuestra mente? El debate está servido…
Sin embargo, es imposible saber a ciencia cierta cómo funciona la mente de cada persona, y parte de ello tiene que ver con cómo percibe o interpreta estos procesos mentales. Algunas personas afirman que tienen un monólogo interno, perfectamente verbalizado, siempre presente, mientras que otras aseguran no sentir ni «escuchar» nada parecido a una voz, sino que sus pensamientos se manifiestan en forma de imágenes o conceptos abstractos.
El debate surgió recientemente en las redes, cuando el siguiente tuit se volvió viral:
«Dato curioso: algunas personas tienen narrativa interna y otras no. O sea, que los pensamientos de algunas personas son como frases que «escuchan», mientras que otros tienen pensamientos abstractos no verbales, y tienen que verbalizarlos conscientemente. La mayoría de la gente no están al tanto del otro tipo de persona.»
Las respuestas fueron muy variadas, entre los que se reconocen en la voz interior…
«Yo hago esto. Estoy bastante segura de que reproduzco cinco versiones diferentes de cómo imagino que irá una conversación antes de tenerla. He llegado al punto de enfadarme por una conversación teorética y tengo que recordarme que ni siquiera ha ocurrido aún.»
«Siempre asumí que las personas pensando en voz alta en la tele, o en párrafos de un libro, era una metáfora o licencia artística. Me sigue fascinando que mucha gente piense de esa forma y no en conceptos como yo. Los pensamientos son pensamientos para mí, independientes de imágenes o palabras.»
«Estoy intentando imaginar cómo sería escuchar tu propia voz en tu cabeza todo el rato narrando cada momento consciente y estoy muy feliz de que mi mente no haga eso.»
La verdad sobre nuestra «voz interior»
Entonces, ¿no todo el mundo tiene voz interior? Según explicó Ethan Kross, psicólogo de la universidad de Michigan, a Today, «todo el mundo tiene lo que coloquialmente llamamos voz interior. Si te pidiera que leas un fragmento de un texto en tu cabeza o repitieras un número de teléfono cuando estás intentando memorizar algo, o ensayar algo que vas a decir a alguien, estás activando la voz interior.»
Un proceso clave del desarrollo cognitivo de los niños es aprender a tener un diálogo interno, a dejar de repetir en voz alta todo lo que le dicen sus padres y a procesar silenciosamente la información. Sin embargo, la forma en la que estos pensamientos se manifiesta puede variar enormemente entre unas personas y otras. Por lo tanto, aunque el proceso mental sea el mismo, no todas se podrían calificar exactamente como «monólogo». En el caso de personas sordas o disléxicas, estas afirman que su «voz», o mejor dicho en este caso, corriente de conciencia, está formado por imágenes y símbolos.
Esto podría explicar las omisiones, abreviaciones e incoherencias que puede tener un monólogo interno verbalizado y que el propio Vygotski reconoció en su definición de voz interior. Estos casos serían pensamientos y sensaciones que, por tener muy presentes, no necesitaríamos verbalizar. Podemos suponer, por tanto, que diferentes personas podrían optar (consciente o inconscientemente) por verbalizar o no estos pensamientos, hasta el punto de que un monólogo dejaría de tener sentido.
«Los monólogos internos vienen en diversas formas de abstracción. Algunas personas usarán las formas más abstractas que no suenan como un discurso. Otras personas se apoyarán en imágenes visuales. No tener un monólogo interno no significa que algo vaya mal con esa persona», tranquiliza Mark Scott, profesor de lingüística de la Universidad de Qatar.
De hecho, las voces internas pueden manifestarse tanto de forma positiva como negativa. Curtis Reisinger, psicólogo del instituto de salud pública de Nueva York Northwell Health, lo explica de esta forma en el New York Post: «A veces la voz interna no es tu mejor amigo. Mucha gente tiende a incluir en su monólogo a tu madre o padre gritándote. Pero es variable. También puede ser una voz que te apoya y te anima.» Se ha estudiado que muchas enfermedades mentales como depresión o ansiedad son provocadas por nuestra voz mental, que nos juzga y nos menosprecia basándonos en traumas del pasado. Aprender a mantener a raya ese discurso, y reescribir el monólogo no es fácil, pero es el método que usan los psicólogos para tratar estas enfermedades.
Además, algunos estudios mantienen que las alucinaciones auditivas (o sea, oír voces en la cabeza sin saber de dónde vienen) se producen al no ser capaces de reconocer nuestra voz interior como tal. Representaciones tradicionales (y superficiales) de enfermedades mentales en cine o literatura se han atribuido a voces mentales, sin pararse a contemplar que, como proceso mental, las voces internas es completamente normal.
La realidad es mucho más compleja que lo que sugiere el tuit, pero a la vez, mucho más sencilla. No hay dos «bandos» ni ninguna separación entre «personas que tienen voz interior» y «personas que no tienen voz interior.» Simplemente, cada persona tiene su forma de organizar el pensamiento, con patrones comunes, pero matices únicos y, realmente, imposibles de transferir ni explicar con palabras. Sin la existencia de un método para hacernos entrar en la cabeza de otras personas, tendremos que quedarnos con la curiosidad de saber cómo funcional la cabeza del vecino.
Fuentes: my modern met, Today, New York Post