De entre las muchas narrativas que sostienen la idea del amor, una de las más comunes y persistentes es la del “alma gemela” que existe en algún lugar del mundo para complementarse a la perfección con otra persona, lo cual resultará en el remedio último contra el desamparo propio de la existencia y la obtención de la unión emocional definitiva con otro ser humano.
Como vemos tan sólo en esa descripción, la posibilidad de dicha correspondencia se antoja más bien ínfima (cuando no francamente irreal). ¿Cómo podría suponerse que con la complejidad propia del ser humano, la multiplicidad de circunstancias que dan lugar a la forma de ser de una persona, la variedad infinita de maneras de ser y estar en el mundo, todo ello puede encontrar una correspondencia absoluta con otro ser humano igualmente complejo?
Con todo, la ilusión persiste, por razones que no es sencillo precisar. Quizá muchas personas siguen creyendo que existe un “alma gemela” porque, como sugiere Erich Fromm, en general estamos habituados a identificar el amor con el objeto al cual lo dirigimos y no a entenderlo, más bien, como una facultad propia del ser que somos. “Puede compararse esa actitud con la de un hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte sostiene que debe esperar el objeto adecuado, y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre”, dice Fromm en El arte de amar, sin duda una comparación genial que ilustra a la perfección el problema con la idea del “alma gemela”: ¿Qué pasaría entonces, podemos preguntarnos, si nunca llega esa persona a nuestra vida? ¿Nunca amaremos realmente?
En el video que ahora compartimos se explora dicha cuestión pero desde un punto de vista un tanto diferente, el de Sadhguru, un yogui de la India que en los últimos años ha ganado cierta popularidad por videos en los que aborda con sabiduría problemas propios de la existencia.
En el caso de la idea del alma gemela, Sadhguru zanja la pregunta con lucidez extrema diciendo que, la verdad, no existe tal cosa como una “persona correcta” lista en algún punto del planeta para hacernos felices. Dicho de otra manera, con la compasión propia de los sabios hindúes, Sadhguru sostiene: todas las personas son correctas, tú mismo eres correcto.
El problema, entonces, está más bien en la expectativa que una persona puede crearse en torno a la posibilidad de encontrar a la pareja ideal o perfecta. Como todo ideal, inalcanzable por definición (según exploramos en este artículo), perseguirlo sólo conduce a la decepción. Invariablemente.
¿Entonces? ¿Qué hacer? Como en otros conflictos propios de la existencia, la solución empieza de hecho en uno mismo, en el interior de lo que somos. “Volverse maravilloso uno mismo”, dice Sadhguru. “Si eres realmente maravilloso, las cosas sucederán”, y no sólo en el amor, sino en muchos otros ámbitos de la vida.
Quien se ama a sí puede no encontrar a la persona correcta, sino más bien elegir con quién compartir su vida. Cuando se pretende amar desde la carencia, una persona es como un mendigo que espera cualquier cosa que le permita mitigar su hambre o su sed. “Un mendigo no puede elegir”, dice Sadhguru, “el mendigo come lo que le ofrecen”.
De ahí la importancia de descubrir y cultivar el amor primero desde uno mismo. Conocerse, cuidarse, amar la vida que nos fue dada son posturas ante la existencia que después se convierten en caminos que nos acercan al amor auténtico.
No existe la persona correcta, dice Sadhguru, pero si tú pones tu corazón en algo, «ese algo puede volverse maravilloso».