Respuestas de José Díez Faixat al cuestionario planteado por Alicia Martínez
para el libro La Aventura de la Consciencia
5.- Mente y materia. Localización de la consciencia.
A) Para el metaparadigma materialista, la consciencia no está compuesta de materia; y la materia no posee consciencia. Por lo tanto, la consciencia es una gran anomalía… El dualismo mantiene que la consciencia existe aparte y en cierto grado independientemente del cerebro… Para otros, el dualismo es virtualmente imposible y lo único que tiene existencia es el cerebro, no existiría nada más que lo físico, y la consciencia ha de entenderse como una propiedad emergente del cerebro… Otra forma de resolver este dilema es entender que la materia, tal como la conocemos, es una construcción de la mente… Como un punto de vista más, el budismo entiende que “lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza expuesta a nuestra forma de interpretarla”, de manera que los sucesos mentales no serían ni más ni menos reales que los físicos.
Ante esta variedad de posicionamientos, ¿Dónde se situaría? ¿bajo su punto de vista, hay alguna otra forma de resolver este dilema mente/materia?
Me parece que he contestado de forma prolija esta pregunta en varias de las respuestas anteriores. Resumiendo: planteo una visión del mundo no-dual, en la que la realidad absoluta ―la Autoevidencia siempre presente― es «previa» a la dualidad de energía-consciencia, de materia-mente, de exterior-interior, de objeto-sujeto. Estas dos facetas aparecen simultáneamente. Se implican mutuamente. Ninguna de ellas existe por sí misma. Ambas no son sino apariencias polares de la misma y única Presencia autoluminosa. Creo que este planteamiento no-dual es el único capaz de integrar la totalidad los datos disponibles de forma coherente y armoniosa, dando pleno sentido a todos los ámbitos de la realidad manifestada e inmanifestada.
B) ¿Crea el cerebro la facultad de la consciencia? ¿Piensas que la consciencia solamente existe como una propiedad de la compleja estructura de conexión entre las neuronas?
El cerebro no crea la consciencia. Ni la consciencia crea el cerebro. Ambos no son sino simples facetas polares en la expresión formal de la Vacuidad autoevidente siempre presente. Para que suceda cualquier manifestación formal de esta Autoevidencia es necesaria la presencia simultánea de ambas facetas polares. Para que surjan determinadas expresiones mentales de la consciencia es necesaria la presencia sincrónica de sus correlatos cerebrales. Y viceversa. Pero, ¡fijémonos bien!, estamos hablando de determinadas expresiones de la consciencia, no de la consciencia en sí.
Según el enfoque no-dual, la faceta de la consciencia está presente desde el mismo origen del universo, y, por tanto, desde mucho antes de que existieran las complejas estructuras neuronales de los animales desarrollados. De hecho, está presente desde más allá de ese origen, dado que la Autoevidencia atemporal, que, como hemos planteado, es «previa» a toda manifestación en el espacio-tiempo, constituye e incluye tanto la energía como la consciencia.
C) ¿Está limitada la consciencia al correcto funcionamiento del cerebro?
La consciencia pura ―el polo final de la dinámica universal, el aspecto subjetivo de la manifestación dual de la Autoevidencia― es «previa» a cualquiera de sus expresiones concretas, y, por tanto, no depende de ninguna de ellas. Pero, por contra, todas y cada una de estas expresiones suyas requieren forzosamente, como hemos visto hace un momento, la presencia simultánea de sus correspondientes correlatos energéticos. Y viceversa. Resumiendo: la consciencia pura no necesita del cerebro para existir, pero sus expresiones mentales sí requieren el correcto funcionamiento neuronal.
D) ¿Cómo podría la materia generar un instrumento con la capacidad de estudiar la causa que la ha producido?
Los defensores del enfoque monista materialista tienen un problema muy serio para responder esta pregunta de forma creíble y honesta, pero desde la perspectiva de la no-dualidad integral, que aquí estamos proponiendo, basta con recordar que la manifestación universal es la simple emergencia sucesiva del espectro de energía-consciencia contenido en la no-dualidad originaria.
E) …Sin embargo, según Peter Russell, la localización aparente de la conciencia en realidad nada tiene que ver con el emplazamiento del cerebro, sino que depende de la colocación de los órganos sensoriales.
¿Qué opina de este planteamiento como causante de que asociemos la experiencia consciente con el funcionamiento del cerebro?
No entiendo bien esta propuesta de Peter Russell. ¿Se refiere al emplazamiento de los ojos, oídos y boca en la cabeza? ¡No sé!, no tengo ninguna opinión sobre esto.
F) El budismo sostiene que no hay una causa primera, que el mundo carece de principio… se habla de una corriente de conciencia que va de una vida a otra.. ¿Tiene algo que aportar en lo relativo a este «principio y final» en relación con la consciencia?
Como hemos explicado anteriormente, la realidad absoluta de todo y de todos es la misma y única Autoevidencia atemporal siempre presente. Su primera manifestación es la polaridad básica de energía-consciencia, que es, simultáneamente, el origen ―Alfa― de donde surgen y la meta ―Omega― a donde acceden todas las existencias individuales o universales. Cada ahora temporal, de hecho, recorre, instante tras instante, toda esta trayectoria, asumiendo a cada vuelta la memoria de todo lo que ha emergido anteriormente, focalizándose en un nivel determinado del espectro de energía-consciencia y retornando instantáneamente a su fundamento atemporal. Tanto la dinámica evolutiva universal como todos los procesos de desarrollo individuales que la constituyen, no son sino la expresión holográfica formal de este eterno círculo creador de la energía-consciencia no-dual en sí mismo.
G) ¿Cree que existe consciencia ya antes del nacimiento?
Sí, la consciencia pura ―el polo subjetivo de la no-dualidad fundamental― está plenamente presente desde el mismo origen de cualquier manifestación tanto individual como universal, pero en su manifestación temporal se despliega de forma paulatina, recorriendo, paso a paso, todo el espectro de la realidad, desde los niveles más básicos ―de enorme energía y poca consciencia― a los más elevados ―de poca energía y enorme consciencia―.
6.- La consciencia que se mira a sí misma
6.1.- El conocimiento de sí. La vacuidad.
A) ¿Podemos concebir un estado en que no hay nada de lo que ser consciente y donde, sin embargo, permanece la consciencia misma?
Es lo que hemos estado llamando la simple y pura Autoevidencia siempre presente. No podemos concebirla porque no se trata de una idea para ser pensada, sino una vivencia evidente, más allá de las palabras. ¿Hay algo más obvio que la certeza-de-ser que envuelve cualquier experiencia? ¡El mero hecho de dudar de ella exige su presencia!
B) ¿Crees que puede persistir algún tipo de consciencia de sí?
Parece ser que la consciencia de sí, la autoconsciencia o la consciencia de ser consciente surgió en el proceso evolutivo con la aparición del género Homo, hace algo más de 2 millones de años. Como hemos comentado anteriormente, el emplazamiento del centro de gravedad de nuestra sensación de identidad en este nivel del espectro de la energía-consciencia nos hace creer en la existencia de un presunto yo separado que, desde la perspectiva no-dual, es completamente ilusorio. Aunque, de todas formas, esta creencia, a pesar de ser una mera ilusión, ha cumplido un importantísimo papel de integración de la personalidad de los seres humanos desde su aparición evolutiva.
Contestando, entonces, a la pregunta que planteas, habría que decir que, si se produce un deterioro importante de las estructuras más complejas y recientes del cerebro humano, parece lógico que haya una pérdida total o parcial de la consciencia de sí, pero, en ningún caso, de la consciencia en sí, que es nuestra verdadera identidad última.
C) ¿Podría ser una consciencia sin contenido que se ha convertido en «presencia pura» lo que percibimos en un enfermo de Alzheimer?
Como acabo de decir, la consciencia pura, el polo subjetivo de la no-dualidad fundamental, está presente en cualquier tipo de existencia, y, con mayor razón, también lo estará la Autoevidencia atemporal ―la Presencia absoluta― que constituye y envuelve a todas las existencias relativas.
6.2.- El testigo.
A) ¿Cómo es posible que la mente pueda dar un paso hacia atrás y contemplar sus propios pensamientos y emociones?
Como dijimos al comienzo de esta entrevista, el Vacío autoluminoso, para manifestarse como un mundo de formas, necesita desdoblarse, al menos aparentemente, en los polos original (básicamente de energía) y final (básicamente de consciencia), para crear, así, una distancia ilusoria entre ambos y, de este modo, dar lugar a una diferencia de potencial capaz de generar la dinámica evolutiva universal que habrá de recorrer todo el espectro de la realidad, desde los niveles más básicos ―de enorme energía y poca consciencia― a los más elevados ―de poca energía y enorme consciencia―.
Podemos resumir todo el proceso evolutivo diciendo que, durante las primeras etapas de desarrollo de la materia, la faceta de consciencia se encontraba absorbida en la faceta de energía. Con el surgimiento de la vida, la faceta de consciencia da un salto hacia atrás, se separa de la mera materia, la percibe y, así, puede actuar sobre ella. Con el surgimiento de la mente humana, la faceta de consciencia vuelve a saltar hacia el interior, aparece la autoconsciencia, que se separa de la simple vida subconsciente, aumentando, así, la capacidad de acción sobre el mundo natural. Con el surgimiento del intelecto racional, la faceta de consciencia vuelve a saltar hacia atrás, lo que permite pensar sobre el pensamiento y, de esta forma, se acrecienta exponencialmente la comprensión sobre el funcionamiento de las cosas y, por tanto, la capacidad de intervención sobre ellas. Todo este proceso resulta posible por la presencia, desde el mismo instante originario, de la consciencia pura ―el testigo desimplicado― como polo final del proceso.
B) ¿Cómo mantener esa distancia, esa objetividad cuando lo que se estudia es nuestro propio cerebro, o más difícil aún, nuestro propio mundo interior?
En las tradiciones no-duales se sugieren unas pautas elementales para acceder a la posición del testigo final. Se trata, básicamente, de mantener una permanente atención a la situación presente, centrando el énfasis en el espectador que contempla y dejando que el espectáculo contemplado fluya por sí solo. Podríamos decir que consiste, así, en un simple gesto de observar y soltar, de vigilar y dejar ir, de mirar y desasir, ocupando en todo momento la posición de observador desimplicado, que ni apoya ni rechaza nada de lo que sucede. Poniendo, de este modo, el acento en la conciencia contempladora, y dejando fluir las formas contempladas, se puede ir profundizando paulatinamente en el rayo de la lucidez hasta su origen, es decir, hasta el testigo último del que ya nada puede ser testigo.
El camino hacia la fuente última de la consciencia se va haciendo, paso a paso, a través de este proceso simultáneo de discernimiento y desapego. Por medio del discernimiento se toma consciencia del sujeto observador como realidad diferenciada del objeto observado, y por medio del desapego se genera una distancia entre ambos que permite el desplazamiento del centro de gravedad de la sensación de identidad hacia nuevos niveles, progresivamente más lúcidos y sutiles. Manteniendo, en todo momento, esa separación entre el espectador y el espectáculo, resulta posible observar atentamente todo el juego de las fuerzas fenoménicas sin quedar atrapado por ellas. Cuando el individuo deja, de este modo, de identificarse exclusiva y subjetivamente con sus sensaciones, emociones o pensamientos, cuando es capaz de observar objetivamente todos esos procesos sin confundirse con ellos, ya no los utiliza inconscientemente para mirar el mundo, y, por tanto, deja de distorsionar la realidad con sus apegos y sus miedos, pudiendo contemplarla, entonces, como verdaderamente aparece. La lucidez plena surge, así, en el estado de desidentificación total. Esta conciencia pura final, que percibe ecuánimemente la totalidad de las formas del mundo, constituye la abertura definitiva que da paso a la Autoevidencia no-dual, en la que se trasciende radicalmente toda separación entre objetos y sujetos, exteriores e interiores, energías y consciencias.
C) ¿Cómo ser conscientes de la conciencia? ¿Cómo prestar atención a la atención?
No tiene sentido tratar de alcanzar la Autoevidencia porque ¡ya la somos!, ¡aquí y ahora!, ¡completamente!, ¡desde siempre! Habitualmente, la gente, al oír esta afirmación, muestra su extrañeza y afirma no haber sido nunca consciente de Ello. Pero es que, ¡claro!, no se trata de algo de lo que alguien pueda ser consciente, sino de nuestra propia y obvia Presencia no-dual siempre presente.
D) ¿Cómo puede la materia producir la visión del mundo «desde un punto de vista determinado»?
La materia (energía) ―el aspecto objetivo de la realidad manifestada― no puede producir ninguna visión del mundo (consciencia) ―el aspecto subjetivo de esa manifestación―, porque son ámbitos diferentes, aunque correlativos, del mundo de las formas.
En cuanto a la pregunta de cómo pueden aparecer perspectivas del mundo desde puntos de vista determinados, convendría recordar aquí la estructura holográfica del universo, en la que cada parte es un reflejo de la totalidad. Cada proceso individual es, así, una recapitulación particular de toda la historia evolutiva universal, y, por tanto, un punto de vista determinado, entre una infinidad de ellos, desde el que la Vacuidad se contempla a sí misma como forma.
7.- De lo tosco a lo sutil. La vigilia, los sueños y la muerte.
A) Bajo tu punto de vista, ¿hay alguna evidencia de que los aspectos más sutiles de la conciencia sean independientes del cerebro o bien consideras que el cerebro posee la capacidad, y la complejidad para llevar a cabo toda la sutileza que manifiesta la conciencia?
Vamos a recordar aquí algunas ideas expuestas anteriormente. El origen de la manifestación universal tiene lugar cuando el Vacío atemporal se desdobla, aparentemente, como la polaridad básica de energía-consciencia, creando una distancia ilusoria entre ambas facetas, que, al entrar en vibración, genera instantáneamente tanto el sonido fundamental del universo como toda su infinita gama de armónicos correspondientes. Estos armónicos, presentes ya, entonces, desde el mismo origen del universo, definen el espectro completo de la manifestación, es decir, los niveles potenciales de estabilidad del flujo de energía-consciencia que se origina entre los polos, que habrán de desplegarse ―actualizarse―, uno tras otro, como las sucesivas etapas o peldaños de la evolución del universo.
Tenemos, pues, tres ámbitos clave: 1) El Vacío atemporal, 2) El Arquetipo bi-uno originario, es decir, la polaridad básica de energía-consciencia, con toda la gama de niveles potenciales de estabilidad entre ambas facetas, y 3) La manifestación evolutiva, global o individual, de ese espectro de energía-consciencia.
Tomando este esquema como base, podemos decir que, tanto en la evolución del universo como en el desarrollo de los individuos que lo componen, se van desplegando, uno tras otro, los sucesivos niveles del espectro de energía-consciencia del Arquetipo originario, desde los más básicos ―de mucha energía y poca consciencia― hasta los más elevados ―de poca energía y mucha consciencia―, integrándose, a cada paso, cada estrato emergente con toda la gama ya aflorada previamente. Vistas las cosas de este modo, resulta aceptable plantear la existencia en el mundo manifestado de niveles de consciencia elevados con sus correlatos sutiles de energía, integrados, eso sí, con toda la gama de niveles emergidos previamente, pero no cabe pensar en consciencias sublimes sin ningún correlato energético o al margen de los niveles del espectro previamente actualizados. Por otro lado, como hemos dicho, en el Arquetipo originario, más allá ―o más acá― del universo manifestado, se encuentran siempre presentes la totalidad de los niveles potenciales de energía-consciencia. Y, por supuesto, la Autoevidencia atemporal es, en todo momento, la realidad absoluta de todos y todo, tanto en sus facetas de energía como en sus facetas de consciencia.
B) ¿Consideras la posibilidad de que alguna forma de consciencia no esté ligada al cuerpo, sino que persista a su desaparición? ¿crees que puede descartarse que algo así pudiera darse?
Como acabamos de exponer, en el mundo manifestado no cabe pensar en la existencia de alguna forma de consciencia sin ningún tipo de correlato energético. En el universo de las dualidades, los aspectos interior y exterior ―sujeto y objeto, consciencia y energía― se implican mutuamente. No cabe una faceta sin la presencia simultánea de su antagonista. De todas formas, lo que sí podemos plantear es que, tras el fallecimiento de un individuo concreto, el centro de gravedad de su sensación de identidad se desplace automáticamente hacia el Arquetipo originario, más allá del universo manifestado, o, incluso, se despierte en la propia Autoevidencia atemporal, la fuente última de las facetas de energía y consciencia.
C) El budismo afirma la existencia de estados sutiles de conciencia y de hechos mentales que solo pueden ser detectados por medio de una atención muy sensible, muy sostenida y centrada. Sostienen que a través de educar la atención (algo desconocido para la ciencia) se pueden afirmar la existencia de fenómenos físicos y mentales sutiles. ¿Qué opinas sobre el desarrollo de la atención como otra forma de acercarse a la conciencia en sus manifestaciones más sutiles?
Como hemos comentado anteriormente, la evolución ha ido desplegando en el universo manifestado, uno tras otro, las estructuras y funciones propias de un sinnúmero de niveles de estabilidad del espectro de energía-consciencia, desde el origen de los tiempos hasta hoy. Estudiando la pauta temporal en la que han ido apareciendo estos niveles a lo largo de la evolución y de la historia, todo parece indicar que en los dos próximos siglos irán emergiendo, de forma exponencialmente acelerada, un amplísimo abanico de nuevos peldaños de la escalera evolutiva, más y más sutiles y lúcidos cada vez, orientados hacia un polo final o singularidad ―Omega―, en las primeras décadas del siglo XXIII, de consciencia infinita. [Quien esté interesado en este tema, puede consultar mi artículo «Beyond Darwin» en http://byebyedarwin.blogspot.com].
Estos niveles que irán emergiendo en los dos próximos siglos, ya se encuentran plenamente presentes de forma potencial en el Arquetipo originario desde siempre. Los investigadores del mundo interior que, habitualmente, han estado integrados en alguna de las grandes tradiciones de sabiduría, han tenido acceso a esos ámbitos lúcidos y sutiles de la realidad en sus ejercicios de meditación, pero la actualización de esos luminosos niveles de forma generalizada en la vida colectiva aún tendrá que esperar algún tiempo.
D) ¿Crees que en la investigación neurocientífica se ha tenido suficientemente en cuenta el conocimiento que puede aportar la atención sostenida en el conocimiento de la naturaleza de la consciencia?
Creo que se han realizado trabajos pioneros de gran interés, pero, en líneas generales, aún queda un campo enorme en el que científicos y místicos pueden investigar conjuntamente.
E) ¿Crees que la investigación de la consciencia, no solo en estado de vigilia, sino también en el estado de sueño con ensoñaciones, sueños lúcidos y sueño profundo, puede arrojar alguna luz sobre lo que es la consciencia en todas sus manifestaciones?
Por supuesto.
https://www.nodualidad.info/entrevistas/entrevista-jose-diez-faixat-3.html
Excelente articulo