El barco alemán Polarstern del Instituto Alfred Wegener regresó al puerto de Bremerhaven luego de 389 días en el Ártico. Este tiempo permitió a los científicos recolectar información vital en lo que se considera el epicentro del cambio climático.
El líder de la misión, Markus Rex, dijo que él y su equipo de 300 científicos de 20 países han sido testigos de «un lugar verdaderamente fascinante y de belleza única».
«Debemos hacer cada esfuerzo necesario para preservar este mundo para futuras generaciones y usar cada pequeña oportunidad que tengamos para eso», mencionó en una conferencia de prensa, en clara referencia a los dramáticos efectos del calentamiento global en el hielo de la región.
«Hemos visto cómo el océano Ártico está muriendo. Vimos este proceso a través de nuestras ventanas».
Subrayando cuánto del hielo marino se ha derretido, Rex detalló que la misión fue capaz de navegar por grandes parches de agua abierta, «algunas veces extendiéndose tan lejos como el horizonte».
«En el mero Polo Norte, nos encontramos con hielo muy frágil, erosionado y derretido», precisó.
Ártico libre de hielo
De acuerdo al equipo, si la tendencia del calentamiento continúa en el polo norte, en unas pocas décadas tendremos un Ártico sin hielo durante el verano.
La misión del Polarstern, llamada MOSAIC, pasó más de un año recolectando datos sobre la atmósfera, océano, hielo y ecosistema para ayudar a evaluar el impacto del cambio climático en la región y en el mundo. Para llevar a cabo esta investigación, se establecieron cuatro puntos de observación en la banquisa, en un radio de 40 kilómetros alrededor de la embarcación.
Los científicos recolectaron muestras del agua subyacente al hielo durante la noche polar para estudiar el plancton y las bacterias, y así entender mejor cómo funciona el ecosistema marino bajo condiciones extremas.
La expedición de 140 millones de euros también trajo de vuelta unos 150 terabytes de datos y más de 1.000 muestras de hielo.
«El equipo ha medido más de 100 parámetros casi continuamente a lo largo de todo el año y esperamos que la información resultante provea un avance en la comprensión del Ártico, el sistema climático y su futuro», dijo Rex.
«Para nosotros ahora comienza la segunda fase, el análisis de datos. Con lo que trajo el barco estaremos ocupados por los próximos diez años», agregó el físico Thomas Krumpen.
Desafío logístico
Desde la partida del barco desde Tromso, en Noruega, el 20 de septiembre de 2019, la tripulación ha visto largos meses de completa oscuridad, con temperaturas tan bajas como -39.5 °C y más de 60 osos polares, algunos de los cuales había que alejar disparando al aire para asustarlos.
Pero la mayor amenaza fue la pandemia de coronavirus en la primavera, que dejó a los científicos varados en el Polo Norte por dos meses.
El equipo multinacional tenía programado un vuelo para hacer un relevo y así dar descanso a los integrantes que pasaron varios meses en el hielo, pero el plan tuvo que ser reprogramado cuando los vuelos fueron cancelados a nivel global como medida para intentar detener la propagación del virus.
Durante el curso de la expedición, el barco alemán zigzagueó a través de 3.400 kilómetros de hielo a lo largo de una ruta conocida como la deriva transpolar.
El viaje fue un gran desafío logístico, sobre todo en cuanto a alimentar a la tripulación —durante los primeros tres meses, la carga del barco incluyó 14.000 huevos, 2.000 litros de leche y 200 kilogramos de colinabo (una raíz comestible que se originó en un cruce entre el repollo y el nabo).
Radiance Calmer, una investigadora de la Universidad de Colorado que estuvo a bordo del Polarstern de junio a septiembre, le dijo a AFP que salir al hielo fue «un momento mágico».
«Si te concentras, puedes sentir cómo se mueve», dijo.
Fuente: ScienceAlert. Edición: MP.
La mayor misión al Ártico regresa a casa con preocupantes descubrimientos