LDD.- La evidencia del fraude en la última elección de Estados Unidos entre Donald Trump y Joe Biden es abundante. Muchos casos, como votantes fallecidos, gente que votó en un Estado con domicilio en otro o boletas que llegaron tarde pudiendo haber sido modificadas, serán llevados a la Justicia a partir del lunes por el equipo de campaña de Trump.
Sin embargo, todavía están quienes aseguran que el sistema electoral estadounidense es impoluto y que es imposible hacer fraude en el país. La historia de las elecciones en Estados Unidos muestra una situación muy diferente, y en tres oportunidades distintas, a lo largo de tres generaciones completamente diferentes, se ha visto el fraude como el actor principal del proceso electoral.
1864: El año que le quisieron robar la reelección a Abraham Lincoln con el voto por correo
Corría el año 1864 y Estados Unidos estaba sumergida en plena Guerra Civil por la Secesión de los Estados Confederados. Lincoln había sido elegido en 1860 y sus propuestas de abolición de la esclavitud habían llevado a siete Estados a separarse de la Unión y formar su propio país, que permitiría sin ningún tipo de restricción la esclavitud de personas afroamericanas.
A pesar de estar en una brutal guerra interna, el país fue a elecciones ese año, donde Lincoln se enfrentaba contra el demócrata George McClellan, quien proponía terminar inmediatamente con la guerra y aceptar de vuelta la incorporación de estos Estados con sus leyes esclavistas – cabe aclarar que en los Estados Confederados gobernaba el Partido Demócrata, que buscaba reunificarse con su facción unionista.
Las circunstancias bélicas llevaron a que la gran mayoría de votos tengan que ser emitidos por correo, en particular por los cientos de miles de soldados que estaban peleando en la frontera y no podían ir a los centros electorales para emitir su voto.
A tan solo dos meses de la elección, un operador de la campaña de Lincoln, Orville Wood, descubrió un masivo plan para cometer fraude por parte de los demócratas, en un viaje que hizo a Baltimore en el otoño de 1864.
El complot demócrata se estiraba desde punteros políticos en las bases militares hasta operadores de McClellan en Washington DC. Wood descubrió toda una estructura de fraude donde trabajadores de campaña del Partido Demócrata estaban abriendo la correspondencia y completando las boletas que debían ser marcadas por los soldados en las bases militares. Descubrió casos donde por ejemplo, de los 411 soldados del 91º Regimiento de Nueva York, 400 votos habían ido para McClellan y 11 para Lincoln; algo altamente improbable ya que Nueva York era un Estado profundamente republicano en aquél entonces.
Al denunciar esto ante un tribunal militar, los principales conspiradores terminaron confesando su plan macabro y los votos fueron interceptados antes que lleguen a los centros de conteo, tan solo dos semanas antes de las elecciones.
El New York Times escribió: “Los electores honestos del estado de Nueva York han escapado de un fraude extenso y terrible, un fraude acorde con las inclinaciones del partido en cuyo nombre estaba iniciado, pero que, si no se hubiera expuesto, podría haber subvertido la voluntad honesta del pueblo y dejado al estado y la nación a merced de aquellos que harían las paces con la rebelión y la comunión con los traidores»
Finalmente, Lincoln terminó ganando la elección con el 55% de los votos, y el 9 de mayo de 1865 ganaría la Guerra Civil y reestablecería la Unión.
1960: Miles de votantes muertos le dieron la elección a John F. Kennedy
El año era 1960 y un envalentonado Richard Nixon (republicano) se disputaba la elección contra John F. Kennedy (demócrata). Nixon venía de 8 años como vicepresidente del popular presidente y héroe de guerra, Dwight Eisenhower, y todo indicaba que iba a ganar las elecciones sin problemas.
Así como Woods descubrió el fraude en un viaje a Baltimore en 1864, el personaje destacado de esta historia es Earl Mazo, un famoso periodista de la época que en un viaje a Chicago descubrió una enorme conspiración de votos fraudulentos que provenían de gente muerta dos días después de la elección.
Mazo accedió a las listas de votantes, y empezó a cruzar los datos con los obituarios: encontró miles de votos de personas fallecidas. Incluso se fue a un importante cementerio de la ciudad, y empezó a ver cómo decenas de nombres de las lapidas aparecían en las listas de votantes.
«Había un cementerio donde los nombres de las lapidas estaban registrados y habían votado. Me acuerdo que todos estaban con la misma dirección. Fui a ver esa casa, totalmente deshabitada. No había nadie viviendo allí, pero había 56 votos para John F. Kennedy en esa casa», escribió Mazo para El Washington Post.
El trabajo de Mazo fue meticuloso y publicó 4 artículos en los diarios más importantes del país, con casos similares en el Estado de Texas, Nueva York, y Pensilvania. Finalmente, Richard Nixon lo convocó a su despacho en el Senado, y le pidió que pare de investigar ya que concedería la elección a Kennedy.
En las palabras del republicano, «nuestro país no puede costear la agonía de una crisis electoral y constitucional en el medio de la Guerra Fría». Según Mazo, la familia Kennedy le había prometido a Nixon que si concedía la elección, en el futuro pondrían un candidato débil en contra suya para que pueda ser Presidente. Es exactamente lo que ocurrió: en 1968 Nixon volvió a ir a una elección, esta vez contra el impopular Hubert Humphrey, e incluso un tercer candidato George Wallace, ex demócrata, que dividió el voto demócrata; dándole una abultada victoria al candidato republicano.
Esta historia no quedó solamente en el reportaje de un periodista: una Procuradora del Estado de Illinois investigó las denuncias de Mazo y procesó a 677 fiscales de mesa demócratas. Finalmente, en 1962, con la confesión de uno de los fiscales, se probó este fraude al menos en la ciudad de Chicago y hubo varias personas que terminaron en prisión.
Sin embargo, el asesinato de Kennedy terminó tapando esta historia al año siguiente y tanto el público como la justicia perdió interés en lo que realmente sucedió en esa fraudulenta elección.
2000: Al Gore se declaró victorioso, pero la Justicia le dio la elección a George W. Bush
En la elección más apretada de la historia, el candidato republicano George W. Bush se enfrentaba al entonces vicepresidente demócrata Al Gore. El día de la elección casi todos los Estados terminaron de contar sus votos, excepto el Estado de Florida. Por la composición del Colegio Electoral, quien ganara Florida ganaría la elección.
Mientras todos los medios tradicionales como CNN, NBC, FOX, CBS, y ABC declararon que el Estado había sido ganado por Al Gore, a la mañana siguiente los votos seguían siendo contados y Bush se puso a la delantera.
Los republicanos pidieron que los medios retractaran su proyección pero los medios se negaron: según se justificaban, los tres condados que quedaban por contar eran altamente demócratas (Broward, Miami-Dade, y Palm Beach) y Al Gore sería electo.
Pero los votos no llegaban y Bush terminó el escrutinio con 2.000 votos más que el candidato demócrata. Esta ínfima diferencia activó un recuento automático, el cual dio un resultado sorprendente: Bush seguía a la delantera pero solo por 300 votos.
Al Gore pidió un recuento manual para ver si esta diferencia había sido un error del software utilizado. La Secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, republicana y asesora de la campaña de Bush, aceptó el recuento manual pero dio tiempo solamente hasta el 14 de noviembre; una fecha imposible de lograr para un recuento manual, que por lo menos tardaría un mes.
En el Estado también jugó un papel fundamental Jeb Bush, hermano del candidato a Presidente y gobernador en aquel entonces de Florida, quien utilizó todas sus capacidades como autoridad ejecutiva para retrasar el reconteo, y llevando a la Justicia cada voto impugnado que los fiscales demócratas querían recuperar.
Finalmente, toda esta situación terminó en la Corte Suprema. Los fiscales no llegaron a terminar el reconteo y el 12 de diciembre, a 2 días de la votación en el Colegio Electoral, un fallo 5-4 de la Corte (que tenía mayoría republicana) determinó que el reconteo manual había sido un fracaso, y envió la decisión final a la Corte Suprema del Estado de Florida. También con mayoría republicana, los magistrados de Florida decidieron mantener el resultado original que tenía por unos pocos cientos de votos a Bush en la delantera y otorgarle el Estado a él.
De esta manera, a pesar de haber estado 37 días litigando el resultado, y con todos los medios asegurando que había ganado la elección, Al Gore concedió finalmente y Bush fue ungido como el 43° Presidente del país, con 271 electores y una presidencia que muchos aclamaban como ilegítima.
Las disputas por su legitimidad desaparecieron en septiembre de 2001, cuando el grupo terrorista Al Qaeda atacó y derrumbó las Torres Gemelas de Manhattan, asesinando a más de 3.000 personas e iniciando una de las guerras más largas de la historia.
Las tres veces que la elecciones presidenciales de Estados Unidos estuvieron marcadas por el fraude