Según la tradición, Buda alcanzó la iluminación apenas la estrella del amanecer se levantó del horizonte en el octavo día del duodécimo mes lunar, que en japonés se nombra como Rohatsu.
Al alcanzar la iluminación, Buda vio por primera vez las cosas con claridad, consiguiendo un final para su propio sufrimiento, superando dentro de sí todas las tentaciones y distracciones. La experiencia del Nirvana fue la experiencia de la perfecta paz en la cual las llamas de la avaricia y del odio habían sido completamente extinguidas.