Hay quienes son buenos con las palabras, quienes son buenos con los gestos, y luego hay quienes no necesitan hacer nada para hacernos sentir importantes y menos solos, una simple mirada es suficiente. En el caos diario, entre la confusión de la vida frenética, estas personas son como gemas raras, que brillan e irradian luz en el espacio que las rodea.
Estas personas no necesitan ser notados o hacer un escándalo, los que poseen este poder son reconocidos por cualquiera, el calor que emanan llega incluso a los más cínicos o desapegados y hace que se derritan, como en un abrazo largamente esperado.
Es una magia contagiosa que tienen estas personas, imposible de resistir, te atraen hacia ellas y te mantienen cerca, sin forzar, pero de una manera completamente natural. Es entonces cuando empezarás a sentirte reconfortado, aliviado, cada nube gris que oscurecía tus pensamientos comenzará a disolverse en la distancia.
Los que tienen esta bondad de espíritu, poseen la cualidad innata de saber hacerte sentir bien cuando están a tu lado. Puedes confiar en esta gente, ellos cuidarán tu corazón como si fuera un tesoro y lo cuidarán siempre.
Almas raras, almas sensibles que saben qué decir en el momento oportuno, así como saber dejarte tu espacio cuando entienden que lo necesitas. Respetan todos tus estados de ánimo, incluso los más molestos, porque saben que es parte de ti, saben que te hace la persona que eres, y esto es un verdadero mérito para ellos.
La capacidad empática que poseen estas personas va más allá de lo común, captan en los demás lo que permanece invisible para muchos, matices que saben realzar y hacer florecer sin que usted tenga que preguntar.
Es una profundidad del alma que les permite transmitir calma y tranquilidad a quienes se cruzan en su camino, restaurando el equilibrio donde antes reinaba la confusión. Un refugio, un hogar acogedor al que volver cuando el ajetreo de la vida te desafía, estas personas te acogen con los brazos abiertos y comparten contigo tus miedos y sufrimientos.
Te entienden a primera vista y no necesitan explicaciones. Se disfrazan de gente corriente, pero esconden un secreto inalcanzable, una fuerza y una bondad única e irrepetible. Vincularse a ellos es simple, porque al estar cerca de ellos brillará la misma luz y se sentirá purificado de las ansiedades externas.
Pero no sólo te animan en los momentos de tristeza, los que tienen esta alma sensible también viven todas las alegrías contigo, son felices cuando tú eres feliz y nunca tienen envidia de tus logros, al contrario, celebran tus éxitos contigo como si fueran propios y te hacen sentir amado y apreciado. Nunca te exige perfección, pero sabe esperar y tiene fe en tus habilidades: sabe cuánto vales y no teme recordártelo.
Sus ojos son sinceros, no tienen ni una pizca de deshonestidad, y con sólo mirarlos entenderás que esta gente siempre estará ahí, pase lo que pase. Te ayudarán a reconstruir cuando sientas que te estás desmoronando, recogerán los pedazos contigo y, sin prisa, te acompañarán hacia las nuevas aventuras de la vida.
Recuerda que estas personas son raras, la magia de la gente buena no la encuentras todos los días, por eso no debes olvidarte de cuidarlas y valorar tu tiempo juntos. Su amor por nosotros es infinito, pero su corazón también es frágil y puede romperse, como el nuestro. Los que son más sensibles a menudo tienden a sufrir más. Y también a menudo se esfuerzan, o tienen dudas, en pedir ayuda. No dejes que esto suceda, acércate a ellos y ponte a disposición, siempre valdrá la pena.
La belleza de una persona no se mide por la forma en que viste, habla o camina, sino por la forma en que ama, ayuda y comparte.