Este video explica la influencia decisiva que el tantra tuvo sobre el desarrollo del yoga

Actualmente, en el British Museum se presenta la exposición más importante que se ha hecho sobre el tantra en una institución de su tipo: Tantra: Enlightenment to Revolution. Seguramente muy pocas personas podrán experimentar esta fascinante exposición, pero al menos existen modos virtuales de acercarse a ella. En el sitio web de la misma, por ejemplo, se puede consultar material (como esta línea de tiempo sobre la historia del tantra) y asistir a lecturas y eventos virtuales

Uno de los materiales que el British Museum ha puesto en circulación es el siguiente video, en el cual el Dr. James Mallinson, uno de los principales expertos académicos del yoga y además practicante, habla sobre la relación entre el tantra y el yoga, dos disciplinas religiosas (a falta de una mejor palabra para describirlas) que tienen mucho en común.

La historia del yoga es complicada y, como casi todo en la India, su punto de partida se pierde en tiempos inmemoriales sin que exista mucho material historiográfico al respecto. Originalmente, el término tiene que ver con una «unión» o «aplicación» (es un cognado de la palabra «yunque», yoke en inglés). Algunas personas datan el origen del yoga a la par de las Upanishad, a ciertas técnicas para liberar la conciencia durante la muerte y a algunas especulaciones sobre la naturaleza de la respiración. El texto conocido como los Yoga-sutras de Patanjali, considerado un clásico, pertenece ya a la era común y está influenciado por el budismo, aunque su metafísica es fundamentalmente la de la escuela Samkhya, en la que se postulan dos principios universales: el espíritu y la materia. Bajo esta perspectiva, lo que el yogui busca a través de la concentración es separarse de la materia y alcanzar un estado de pura conciencia, es decir, la unión con el espíritu universal que existe en un estado de contemplación pura.

El yoga «postural» –que se ha extendido por el mundo en los últimos años y que se practica casi exclusivamente como un ejercicio físico– es muy distinto del yoga de Patanjali. Este último consiste fundamentalmente en una forma de meditación que emplea como parte preliminar algunos elementos de purificación existentes en el yoga actual, sobre todo pranayama y asana (pero asana es esencialmente sólo la posición sentada típica de la meditación).

En este desarrollo, el suceso esencial en la transformación del yoga fue el surgimiento del tantra alrededor de los siglos V y VI de nuestra era. El tantrismo es un culto panindio que se basa en una visión antinómica del mundo: se opone fundamentalmente a la moral ortodoxa que se encuentra en los Vedas (si bien toma mucha de su cosmología de estos). Sitúa el locus de la práctica ya no en el sacrificio (en el altar de fuego) sino en el cuerpo, y se sirve de todo tipo de técnicas transgresoras como el sexo, el consumo de sustancias impuras o la magia. Una cosa esencial es que el tantra trafica con la energía del cuerpo, especialmente con el semen, la sangre menstrual y los vientos (pranas) de la anatomía sutil. Los tantrikas encarnan la visión analógica de que el cosmos está contenido en el cuerpo y en el cuerpo yace la sustancia de la iluminación. Paralelamente al surgimiento del tantra y de manera estrechamente ligada, surge la alquimia india o rasayana. Tanto el tantra como la alquimia tienen como deidades centrales a Shiva y a Devi (ya sea Shakti, Uma, Parvati u otras manifestaciones)

En el video anterior, Mallinson describe cómo hasta el año 1080 no hay evidencia de posturas dentro de la práctica de lo que llamamos yoga. Los tantrikas utilizaban ciertamente ciertas técnicas de respiración y meditación, pero la mayoría de ellas eran realizadas en la postura conocida como flor de loto. Como dice Mallinson, el hatha-yoga (o «yoga de la fuerza») toma «ideologías del tantra y emplea nuevos métodos para completar sus metas». Mientras que las metas del tantrika son casi siempre la liberación completa del ciclo del samsara, los yoguis (aunque también comparten esta motivación) en algunos casos buscan también poderes mundanos o placeres celestiales. El hatha-yoga empieza a usar diferentes posturas, algunas de las cuales sólo eran empleadas por ascetas para provocar estados de conciencia intensificada o con fines devotos, con la intención de acceder a la farmacopea del cuerpo y liberar, en última instancia, el amrtam (o soma), el néctar de la inmortalidad.

Algunas de las primeras posturas de las que se tiene evidencia (y las cuales son ilustradas en el video) son Mayūrāsana («pavo real»; minuto 04:55 del video), Kukkuṭāsana («gallo»; 05:09), Śavāsana («cadáver»; 05:56), Sālamba Śīrṣāsana («parado de cabeza»; 06:30) y Sarvāṅgāsana («parado de hombros»).

El yoga que conocemos hoy en Occidente surge en gran medida del hatha-yoga y este es heredero del tantra y la alquimia. Los creadores de esta disciplina son conocidos como nath siddhas y, según el académico David Gordon White, los primeros yoguis son casi indistinguibles de los practicantes de la alquimia india que habían incorporando la cosmología tántrica.

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