La separación es imposible, pero es posible creer en ella. Mis creencias determinan las vivencias que voy a tener en mi vida. No culpemos a nadie, no busquemos excusas, no juguemos a ser víctimas. Cuando tu mente se aquieta, cuando entregas tu error a la divina Providencia, Esta siempre acude a ti. Basta con estar alerta y se manifestará en las situaciones más simples. No esperes trompetas celestiales ni cánticos angélicos. Ella está a la espera de que tú la solicites, y a continuación simplemente tienes que retirarte. Ella se manifestará en tu vida en proporción ―por así decirlo― a tu apertura de conciencia. No eres mejor ni peor, ni más avanzado ni más merecedor. No es una cuestión de mérito o demérito; sencillamente es la manifestación de lo que siempre está aquí, y cada uno lo experimenta en función de su apertura de conciencia.
La Presencia se hará cada vez más evidente en tu vida conforme dejes de identificarte con el ego como si fuera tu verdadero yo. Conviertes al ego en un eso, al igual que cuando ya no te identificas con tu cuerpo. Sigues viviendo, riendo, comiendo, relacionándote contigo mismo a través de los demás. Pero ahora tienes plena conciencia de que hay algo que se expresa a través de ti y a través de todos, y no hace falta ser conscientes para que suceda. Este algo siempre está presente, está ahí, al servicio, sustentándolo todo y manifestándose por doquier; por eso se le llama Presencia.
Vivir en la zona de comodidad que nos ofrece el ego parece ser lo mejor. Y al dejar de identificarme con él, parece que algo muera en mí. Solo cuestionándote tus valores y tus creencias permitirás que se manifiesten otras realidades en tu vida. Invocar la Presencia ―al Espíritu Santo― te dará tranquilidad y seguridad para entregar toda situación a Aquel que sabe lo que es mejor para ti y para todos.
Uno se mueve en la Presencia, que es la Consciencia* que lo sustenta Todo. Cuando dejas de identificarte con los valores que el mundo te ofrece, te das la oportunidad de permitir que tu conciencia se expanda. Ya no te aferras a los valores del mundo, donde todo es efímero. Vives plenamente, evitas el juicio, te expresas sin oponerte a la verdad de los demás, dejas que se te inspire y sabes que la Magna Presencia nunca da órdenes ni realiza injerencia alguna. Su inocencia es prístina.
El Tú pregunta: ―¿Qué es la Presencia?
El Yo responde: ―Es la manifestación del SER, de la Consciencia, en un instante de tu vida en el que puedes percibirla si tu mente se halla lo suficientemente aquietada. Al sentir esta energía, este Poder, el intelecto le llama Presencia como reconocimiento de que hay algo más que lo trasciende todo y que está en Todo.
*El autor diferencia entre Consciencia (que es Una y Universal) y conciencia (que es muchas e individual). Ver al respecto el artículo: Conciencia y Consciencia
El YO
Una sola conciencia ―la Consciencia― fluye a través de toda esta infinidad deformas, y lo que sucede en cada una de ellas, incluyendo la mía, carece en verdad de relevancia.
Hay que cooperar de todo corazón con lo inevitable. Uno se da cuenta de que este yo, este Enric, no existe, es la expresión de una ínfima parte de una Energía que se expresa a sí misma en Sí Misma. Ya no existe la necesidad de controlar, de hacer planes, de tomar decisiones. Todo es una concatenación de sucesos que siguen una línea de pensamientos, como un hilo de Ariadna que conduce sin remedio a un final que cada cual cree que es real. Este final es el fin de la experiencia, pues la Consciencia, una vez se experimenta en infinidad de posibilidades, retorna a su seno a medida que esas partes de Sí Misma despiertan, dejando de creer que ellas crean la experiencia para Comprender que no son parte de algo, sino un todo en vibración con un Todo.
Llegado este momento, esta llama de Consciencia se pregunta: «¿Debo seguir en el mundo de la experiencia?». La respuesta es que no puedes elegir estar o no estar. Tienes que comprender que este despertar forma parte de la experiencia misma, de la experiencia de Todos.
La persona que crees ser, la persona que se identifica con el cuerpo, no es más que una ilusión psicológica. No existe un Enric; es solo una proyección, un estado de conciencia, no la Consciencia misma. La conciencia se identifica con todo lo que cree ser: deseos, pensamientos, objetos, personas, nacionalidades, etc. Todo aquello de lo que uno es consciente no es el Yo. Por eso hay que dejar de identificarse con todo lo que nos rodea y con el cuerpo. Estás aquí, en este momento, en esta vivencia, en esta experiencia, simplemente para trascenderla y liberarte, para hacerte Consciente, para que todas las partes de este Todo despierten de este mundo de dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte.
Al final, uno descubre que todo lo que actualmente considera como sí mismo ―incluyendo el ego y la mente― no es Consciencia, es sencillamente conciencia de uno mismo en diferentes cosas.
Lo que es real no muere. Lo que no es real nunca vivió. Cuando sabes que la muerte le sucede al cuerpo y no a ti, simplemente observas tu cuerpo decaer como si fuera una prenda de ropa usada. Lo que tú realmente eres es atemporal y se encuentra más allá de la vida y de la muerte. El cuerpo vivirá lo que sea necesario. No es importante que viva mucho. 11
El Tú: ―Entonces, ¿el miedo a la muerte?
Es cierto que el binomio cuerpo-mente está experimentando dolor y sufrimiento en el proceso de vivir la vida. Envejecer conlleva los achaques propios del deterioro del cuerpo ―gracias a la entropía―, y ciertamente pueden provocar miedo. Morir con dolor, abandonado, en soledad, obviamente puede inspirar miedo. La experimentación de la muerte no existe, pues el Ser que eres no puede morir. Lo que muere es la experimentación en este mundo, y según la conciencia que haya desarrollado este yo experimentará otras realidades allí donde la Consciencia decida experimentarse a Sí Misma.
Quién despierta del sueño
Si solo existe la Consciencia expresándose a Sí Misma en Sí Misma en todo lo que vemos y soñamos, entonces, ¿quién es el que sueña, si el soñador que creemos ser no existe como tal? Si no existe el otro, si no existe el tú, si solamente es la Consciencia expresándose en infinidad de partículas de conciencia, entonces, en realidad, ¿alguien o algo sueña?
La posible respuesta sería: la conciencia es la pequeña parte de la Consciencia que cree estar separada y, al creerlo, crea la separación. Pero como la separación es imposible, su realidad es el sueño, y de aquí surge la entidad que se alimenta de esta creencia: el ego.
Por eso el despertar no es un hacer, es un deshacer, es una des-identificación, es un desaprender, es un convertirse en observador-atestiguador de una realidad virtual que la mente vive ―por no decir sufre― al identificarse con el cuerpo-mente, que en mi caso se llama Enric.
En la medida en que esta conciencia aumenta por la simple razón de que cada vez se hace más Consciente, irá desapareciendo el apego a las cosas del mundo para convertirse en una experiencia de vivir en armonía con todos y con todo.
Dicho de otro modo, la Consciencia, que por definición está despierta, se está observando a Sí Misma en un estado de sueño. Se ve a Sí Misma viviendo la experiencia de No-Ser, lo cual le permite SER.
Por todo ello, puedo deducir que es la Consciencia la que decide despertarse a Sí Misma del estado onírico en el que está viviendo. Conclusión: el sueño en el que creo estar viviendo terminará en un momento mediante lo que muchos llaman la Gracia. Nadie puede despertarse por sí mismo, porque este último paso lo da la Consciencia Misma.
Para favorecer este paso es de vital importancia saber lo que nos dice el Curso*: «Tú no puedes despertarte a mismo. No obstante, puedes permitir que se te despierte. Puedes pasar por alto los sueños de tu hermano. Puedes perdonarle sus ilusiones tan perfectamente, que él se convierta en el que te salva de tus sueños» (29.III.3:2-5).
Se nos enseña que, ya que vivimos en el mundo de la dualidad, esto nos permite vernos a nosotros mismos en el otro, y todo aquello que perdonemos nos lo estamos perdonando a nosotros mismos. Por eso cobra pleno sentido la frase del Curso que dice: «Mediante tu regalo de libertad te liberas tú». Todo lo que haces al otro te lo haces a mismo. Tus juicios recaen sobre ti, porque el otro eres tú. Tú nunca estás con nadie, siempre estás contigo mismo a través del otro que llamas tú.
Al final, no hay unos pocos que despiertan y muchos otros que están dormidos. Es la Consciencia viviendo diferentes estados, a los que llamamos estar dormido o despierto. Nada más.
El Ojo que todo lo ve,
lo que ve,
lo ve a través de tus ojos.
* Un Curso de Milagros