La amnesia digital: cuando las tecnologías sustituyen al cerebro

Según diversas investigaciones, estamos dejando que las nuevas tecnologías empiecen a pensar por nosotros. Cada vez nos esforzamos menos en retener datos e informaciones al confiar en la ayuda constante de nuestro teléfono móvil.

Hemos llegado a un punto en nuestra evolución en el que disponemos de dos tipos de memoria: una interna y otra externa. La primera está contenida, como bien podemos imaginar, en nuestro fabuloso cerebro. La otra es externa y la llevamos habitualmente en nuestra mano, como una singular extensión de esta y en buena medida es responsable de la amnesia digital.

Hablamos claro está del teléfono móvil. Así, y por exagerado que nos pueda parecer este planteamiento, nos hemos instalado en esa realidad en la que Internet almacena ya tanta información de nosotros que buena parte de lo que somos y hemos vivido navega en las nubes virtuales o tarjetas de memoria. Hemos dejado de esforzarnos en retener información porque hay otros recursos que lo hacen por nosotros.

A lo largo de la historia, siempre ha existido cierta inquietud sobre cómo los avances tecnológicos pueden ir sustituyendo las capacidades y competencias del ser humano. Ya en el siglo XIX, Lord Byron vio en la industrialización un enemigo voraz y una forma de sometimiento para las personas. De algún modo, a pesar de que lo tecnológico suponga un gran avance para nuestra sociedad, siempre trae aparejada alguna desventaja disimulada.

A día de hoy, los expertos nos señalan que el cerebro está perdiendo parte de su potencial como consecuencia del mundo digital. Conozcamos en qué consiste este fenómeno.

Cabeza de una persona con luces experimentando amnesia digital

La amnesia digital: qué es y qué síntomas presenta

La amnesia digital aparece como consecuencia de un menor esfuerzo a la hora de retener información básica, debido al uso de la tecnología como aliada cotidiana. Por ejemplo, buena parte de nosotros no nos sabemos los números de teléfono de nuestros allegados. ¿Para qué hacerlo? Nos decimos. Sin embargo, bastaría solo con perder nuestro móvil y necesitar llamar a casa para descubrir que, en cierto modo, sí es importante recordar al menos un contacto.

Hace ya bastantes años en que el modo de operar con la información personal ha cambiado por completo. Ahora, creamos recordatorios en el teléfono para que nos avise de las citas importantes. Guardamos información privada bajo contraseñas (o sin ellas).

Aún más, en la actualidad, incluso nos esforzamos menos en asentar nuevos conocimientos porque un smartphone tiene casi todo lo que necesitamos saber o recordar. ¿Qué implicaciones puede tener esto? En realidad, múltiples. Lo analizamos.

Hemos dejado de confiar en nuestra memoria (metacognición)

Entendemos la metacognición como la capacidad de pensar en la propia mente o razonamiento. Es la autoconciencia sobre los procesos de pensamiento y aprendizaje. Bien, disponemos de estudios realizados en el University College London del 2015 en los que nos advertían de algo muy llamativo.

  • Con la aparición de las nuevas tecnologías, las personas confiamos cada vez menos en nuestras capacidades memorísticas y de aprendizaje.
  • Volcamos toda la responsabilidad de recordar nuestras citas o casi cualquier dato en los móviles. Nos creamos, por ejemplo, alarmas para que nos avisen de cuándo nos toca tomarnos esa pastilla.
  • Apuntamos en el calendario o la agenda del teléfono, cualquier cita, fecha de examen, plazo de entrega de un trabajo y casi cualquier aspecto de la vida cotidiana.

¿Para qué memorizarlos si el móvil puede hacerlo por nosotros? Así es como se va gestando esa amnesia digital que, casi sin darnos cuenta, va debilitando las funciones ejecutivas, la memoria del día a día.

La memoria transactiva: para qué recordar conocimientos si está Internet

En 1985, el psicólogo David Wegner acuñó un término relacionado con el mundo de la empresa que no deja de ser interesante. Denominó memoria transactiva a ese fenómeno por el cual, el 99 % de un grupo de trabajo se despreocupa por retener conocimientos porque hay un miembro de ese equipo que es el experto.

La memoria transactiva se relaciona ​con la amnesia digital desde el momento en que la tecnología se alza como ese compañero “experto” al que recurrir en el día a día. Internet es un recurso siempre accesible que ahorra tiempo, con uso muy sencillo y que abarca prácticamente todos los conocimientos existentes.

Ese conjunto de indudables ventajas provoca que nos liberemos de la responsabilidad de tener que esforzarnos en recordar, por ejemplo, cuál es la capital de Islandia o quién era el protagonista de CasablancaInternet es ese cerebro auxiliar que recuerda e incluso piensa por nosotros.

La amnesia digital puede alterar la funcionalidad cerebral

En el 2010, investigadores de la Universidad McGill realizaron un interesante trabajo liderado por la neurocientífica Veronique Bohboty. Se descubrió que aquellas personas que recurrían de manera constante al GPS para moverse por carretera (en coche) y por ciudad (a pie) presentaban una funcionalidad menor del hipocampo.

El hipocampo es esa región del cerebro vinculada con la memoria y la orientación espacial. Algo llamativo que se evidencia con mayor frecuencia es que usamos el GPS aunque tengamos que ir a ubicaciones conocidas. Nos apoyamos tanto en nuestro smartphone que, casi sin saberlo, estamos desarrollando amnesia digital.

Persona mirando el móvil representando el efecto de la amnesia digital

¿Cómo evitar que la tecnología reduzca nuestras habilidades ejecutivas?

Denominamos habilidades ejecutivas a las capacidades mentales complejas, como el razonamiento, la memoria, la reflexión, la inferencia..¿Hay por tanto alguna estrategia para conservar o incluso potenciar un poco más estas competencias? La respuesta es sí, no obstante, es necesario que reflexionemos en una serie de dimensiones.

  • En primer lugar, el problema de la amnesia digital no es el uso del teléfono inteligente en sí. El problema reside cuando usamos el móvil para tareas que el cerebro es perfectamente capaz de realizar.
  • Si a la hora de subir o bajar de un edificio usamos las escaleras en lugar del ascensor porque sabemos que es más saludable, con el móvil sucede lo mismo. Debemos confiar más en nuestras capacidades para recordar datos, orientarnos por las ciudades y para aprender.
  • Por tanto, no sustituyamos nuestro cerebro por el móvil. Usemos las tecnologías como mecanismos para hacernos más inteligentes, para mantenernos informados, para trabajar, conectar con los nuestros… Pero evitemos que sea “ese amigo experto” en quien confiamos todos nuestros datos, fechas y citas.
  • Evitemos usar el GPS cuando nos dirigimos a lugares que ya hemos estado antes. Esforcémonos por aprender a orientarnos, por encontrar nosotros mismos las ubicaciones.

Para concluir, las nuevas tecnologías son un avance excepcional en la actualidad y lo serán aún más en el futuro. Sin embargo, su finalidad deberá ser siempre el alzarse como nuestros mejores aliados para desarrollar aún más nuestro potencial, no para mermarlo.

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