Ha sido uno de los derechos, que siempre he exigido a lo largo de mi vida. Pues he considerado un abuso de poder, el que el profesor o mis padres, me castigasen por llamar a un niñato enclenque y sin huevos: Nenaza, maricón, hijo de puta, o lo que a mi me apeteciese decir, pues esa es mi libertad de expresión.
Obviamente siendo un niño, nunca me preocupé de saber tan siquiera si lo que le llamaba era verdad, o las circunstancias por las que su madre trabajaba de noche o de qué.
Tampoco si sus padres eran buena gente o unos sinvergüenzas, o si era homosexual o maricón, o simplemente se protegía de los que abusaban de su fuerza, para protegerse.
Yo defendía mi derecho a poder expresarme libremente.
Un día cuando me cambiaron de colegio, los otros eran mayores y más grandes que yo. Cuando me llamaron nenaza, maricón, hijo de puta y otras palabras que desconocía porque eran de mayores, intenté protestar y defender mi derecho a ser respetado por los demás.
El resultado fue que además me pegaron, me restregaron con barro o mierda de la que había en la calle, de animales o gente, y protesté enérgicamente por el hecho de que nadie me defendiese, que los profesores hicieran como que no sabían nada y que los padres de esos niños les diesen tan mala educación.
Y es que deberíamos tener el derecho de poder decir lo que pensemos o nos parezca bien, y además ser respetados por los demás. Porque eso es lo que dicen los derechos y la libertad, que se debe a los seres humanos.
Y es que la mayoría de los abusos y esclavitudes son creadas por mis derechos y mi libertad, que los demás deben ser obligados a cumplir.
Pedimos derechos, rompiendo escaparates, robando y destrozando lo que no es nuestro, defendiéndonos de los ricos y poderosos, que invierten su dinero para darnos el trabajo, que permita que viva nuestra familia y pueda comer. Cuando lo fácil sería juntarnos unos cuantos, poner dinero, comprar mercancía a las fábricas, alquilar o comprar un local, y ser nuestros propios jefes, pagando los impuestos y haciéndonos ricos y poderosos.
Y es que pedir, está en nuestra naturaleza de gente. Respeto y responsabilidad en nuestra naturaleza humana. Elegir una u otra, determinará la sociedad en la que vivimos.
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En mis tiempos de colegio casi todos teníamos apodos ofensivos, Dumbo, Mortadelo, bola, pastel, granizado, panocha, oxidado, conejo, las marías, zipizape, gitano… Había peleas y amargamos a algunos profesores asta el llanto, este comportamiento aunque reprochable creo que te curtía el carácter y te preparaba para la vida y he estado más en el lado de los pringados y nunca fui llorando a mis padres ni por los compañeros ni por los profesores hoy día es totalmente al revés, cualquier pequeño conflicto entre alumnos es un drama de proporciones catastróficas para el desarrollo y bienestar del retoño asta bien entrada la pubertad, ya no hablo si el problema es con el docente, tanto de una parte como de otra, está piel tan fina con las ofensas crean una burbuja irreal que produce personas pusilamines, cobardes, sumisas y miedosas de ser políticamente incorrectas y salirse del guión marcado, con el cuento de educar en el respeto y la tolerancia hemos llegado a un punto donde se han pervertidos los valores, es el caso del Institud Escola de la Mina donde un educador llamado Raquel Antiñolo Velaquez se cree con el derecho de adoctrinar a niños de secundaria amparado en la ley educativa de ideología de género y este es el resultado :https://photos.app.goo.gl/XDjViZqLUHnCC9sU9
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