Alcanzar una convicción inamovible del renacimiento puede ser extremadamente difícil para mucha gente, particularmente si la cultura, la religión dominante o el sistema educativo de su país nunca les ha animado a contemplar semejante cosa nunca antes.
Hay muchas formas de ayudarnos a considerar el renacimiento. Una de esas formas es escuchar sobre las muchas historias según las cuales a lo largo de la historia, alrededor del mundo entero, niños pequeños han recordado con claridad sus vidas pasadas, y después comprobar la abrumadora evidencia que sustenta sus declaraciones.
Por ejemplo, hubo hace poco un caso en Tíbet de un niño que nació en un pueblo pero tan pronto como aprendió a hablar insistía en que venía de otro pueblo diferente, y que su familia estaba allí. Siguió diciendo los nombres del pueblo y de la familia, y que quería volver. Pero sus padres biológicos actuales nunca habían oído aquellos nombres, y pensaron que se estaba volviendo loco. Le decían que parase de decir cosas así, pero no lo hizo. Así que al final buscaron muchas millas a la redonda y en un momento dado encontraron un pueblo con ese nombre. Le llevaron hasta allí y no sólo reconoció el pueblo al instante, sino que además les llevó a donde estaba su antigua familia. Más aún, pudo responder correctamente a diversas preguntas cuyas respuestas sólo se conocían en aquella familia.
Puesto que ha habido muchos casos a lo largo de toda la historia y en todo el mundo entero, no ninguna razón en absoluto para creer que los seres no renacen. Tal vez podamos entender este tipo de lógica y razonamiento sirviéndonos del siguiente ejemplo: Si vamos a un bosque de bambús y cortamos uno por la mitad, veremos que es hueco. Podemos hacerlo otra vez y otra más, y encontraremos que también son huecos. Llegará un punto en que ya no tengamos que seguir contando todos y cada uno de ellos para que quede demostrado que todos los bambús del bosque son huecos. Porque, basándonos en la lógica y el razonamiento de que todos los que hemos cortado hasta ese momento son huecos, es obvio que esa oquedad es una característica de los bambús.
Del mismo modo, si hemos oído muchos de los testimonios de niños que han recordado sus vidas pasadas, y viendo toda la evidencia que sustenta lo que dicen, obtenemos una convicción inamovible del hecho de que el renacimiento debe de ocurrirle a todos los seres sintientes. La única diferencia es que algunos seres sintientes pueden recordar sus vidas pasadas y otros no pueden.
Chamtrul Rimpoché.