Entrevista a Daniel Odier, maestro del Shivaísmo Tántrico de Cachemira
por Juan Luis Urrutia revista somos, 15 de octubre de 2012Siendo muy joven Daniel Odier conoció importantes maestros espirituales en el Tíbet y la India. Aconsejado por ellos mismos, buscó las raíces del Tantra. Las encontró en una mujer que vivía sola en los Himalayas, la que le transmitió todo el conocimiento y la experiencia del verdadero Tantra. Desde hace muchos años realiza seminarios en todo el mundo.
Buscador inquieto e incansable, en 1968 Daniel Odier viajó a la India, abrazando luego durante siete años el camino del budismo tibetano y haciéndose discípulo de Kalou Rinpoché.
Pero poco a poco, durante ese período fue sintiéndose lejano a ese universo cultural e interesándose cada vez más en la fuente original del Tantra. Fue entonces cuando su maestro le reveló que la transmisión del Tantra original todavía existía en Cachemira. Hasta ese momento no había oído nada de esa vía, salvo la lectura del Vijñanabhairava Tantra, a la que accedió gracias a un ermitaño chino llamado Yogi Chien.
Cuenta que en ese texto había “algo universal que no estaba culturalmente marcado. Iba derecho al corazón de las cosas, al corazón de la presencia de sí mismo y al mundo, evitando toda moral religiosa. Sentí inmediatamente una sintonía con este universo de pensamiento, pero quería descubrir esta tradición a través de un maestro”.
Se decidió y viajó a Cachemira. Allí, perdida en una choza en la montaña, conoció a la yogini Lalita Devi, de quien recibiría las enseñanzas místicas de esta tradición. Ella, a su vez, las había recibido de una cadena ininterrumpida de maestros a discípulos.
Sobre estos conocimientos tuvimos la oportunidad de dialogar con Daniel Odier:
Mucha gente habla hoy de Tantra, pero pocos saben exactamente de qué están hablando. ¿Cómo se podría sintetizar en pocas palabras qué es el Tantra?
El Tantra del que hoy se habla es una invención californiana. La misma sociedad que en algún momento diabolizó la sexualidad, intentó volver a encontrarla dándole un perfume y colores exóticos. Influenciado por los hallazgos hechos en el Instituto Esalen en los años ‘60 y ‘70, ese tantra se convirtió en una especie de terapia sexual. Coincidía con el movimiento hippie y la liberación sexual, pero no estaba basado en ningún conocimiento sobre el verdadero tantrismo. En general, todo lo que se imaginó en aquella época sobre el Tantra estaba en contradicción total con la tradición original. Entonces, se convirtió en un asunto occidental avalado por algunos gurús indios.
El Tantra es una tradición mística extremadamente rica que no se asemeja de ninguna forma a una terapia sexual. Se trata de alcanzar el cuerpo cósmico, el cuerpo vibrante, el estremecimiento continuo (Spanda) a través de la práctica de meditación, de la danza Tandava, de las visualizaciones de Matsyendranath y del arte de tocar. Es un yoga extremadamente potente que exige una disciplina y se trasmite por un linaje que pasa por los grandes maestros de Cachemira, como Abhinavagupta, Vasugupta o Utpaladeva.
¿Qué podemos encontrar en el Shivaísmo Tántrico de Cachemira que no tengan otras variantes del yoga?
Una de las grandes diferencias se sitúa al nivel de la aceptación de las experiencias sensoriales y emocionales. En el Shivaísmo Tántrico de Cachemira, no buscamos abstraernos de lo humano sino, por el contrario, queremos experimentar todo desde la plenitud. No defendemos la moral, solo la conciencia inmediata.
Existe, por lo tanto, una gran libertad de explorar totalmente la vida, los miedos y lo que evitamos. La pasión comúnmente reprobada es considerada por los tántricos como un vehículo supremo. El arte, la música y la poesía en particular son para nosotros una parte integrante del yoga: todas ellas conducen al estremecimiento del corazón.
¿El objetivo del Tantra sería la iluminación?
El primero objetivo es volverse completamente vivo, espontáneo y libre de condicionamientos. Si eso ocurre, existe posibilidad de que tengamos acceso a experiencias de no-dualidad y a la iluminación.
La transmisión del maestro
¿Qué fue lo más importante que le transmitió su maestra Lalita Devi allá en los Himalayas?
Probablemente la autenticidad y la libertad de mostrarme de manera integral, sin ninguna imagen que defender. Y sobre todo, la práctica constante que permite hacerse uno con cada cosa. Y por último, la felicidad que deriva de ésta.
El aprendizaje no fue teórico. Se trataba primero de abandonar toda pretensión de dominar el mundo interior, de dejarse ir totalmente hacia la vida sin esconderse detrás una teoría del mundo.
Lalita era una Kali ―la versión más feroz de Shakti―, y sabía cortar todo lo artificial para dejar surgir el ser auténtico, el ser sin vergüenza y sin culpa, el ser creativo. Me mostró que el yoga es ante todo un arte y el ejercicio de una creatividad que se libera cada vez más de las limitaciones del cuerpo y de la mente. Es crear el mundo por la atención y la presencia.
¿Es indispensable el maestro para la transmisión del Tantra o es posible aprenderlo en forma experiencial?
Nada es indispensable, pero todo lo que aprendemos, en cualquier área, nos lo enseña otro ser humano. El compartir la belleza con un ser que la encarna con pasión es una experiencia muy poderosa.
Por supuesto que existen textos que tienen la misma sustancia que un ser. Pueden ser reveladores. Pero para aprender la música, es mejor hacerlo con un músico que con un tratado. Y, además, está este increíble placer de compartir, de comunicarse en este flujo de belleza que se da entre dos seres vivos.
¿Cómo se reconoce a un verdadero maestro de un charlatán?
Es a la vez fácil y difícil. Hay que confiar en la propia intuición y comprender que todo maestro es, ante todo, un ser humano con particularidades que pueden inspirar o chocarnos. En general, se dan los dos. En los canales tradicionales, hay una transmisión de maestro a discípulo. No ofrece una garantía absoluta, pero permite evitarse a muchos delirantes.
Lo importante es sentir si hay una experiencia mística auténtica en el maestro que nos enseña o si él no hace nada más que repetir lo que otros maestros ya nos enseñaron. Los místicos son creativos. Y además las cosas son simples: ¿genera la relación un espacio de libertad o un conformismo? ¿Nos lleva a la creatividad? ¿Nos hace descubrir nuestros miedos y nuestras máscaras? ¿Se desprende un flujo de amor de la persona que nos enseña? Todas estas cuestiones son simples, pero importantes.
El Tantra y la sexualidad
La palabra Tantra es, para muchos, sinónimo de sexualidad. ¿Cómo incluye el Tantra esta práctica? ¿Cuán importante es?
La sexualidad es parte de la tradición tántrica, pero deberíamos hablar más bien de sensorialidad. Abrirse totalmente al mundo, estremecerse con él. Hay prácticas sexuales, pero es ilusorio conocer su perfume antes de años de prácticas meditativas.
Para acceder a las prácticas sexuales, hay que conocer el samadhi, tener un cuerpo vibrante y, sobre todo, estar en total unidad con el mundo, la naturaleza y los elementos. En cierto sentido, la sexualidad es lo que viene al final.
Por supuesto, no negamos la belleza de una sexualidad radiante y libre, pero ésta no es necesariamente un acceso a la experiencia mística. Primero viene la experiencia extática a través de la meditación y luego viene la expresión a través de los cuerpos. Es un poco comparable a lo que viven dos músicos. Primero, cada uno tiene que alcanzar la belleza en su trabajo individual para luego, al tocar juntos, generar una belleza todavía mayor.
¿Cómo puede el Tantra unir lo espiritual y la sexualidad, que en nuestra sociedad parecen ámbitos tan opuestos?
Existe un puritanismo extremo que obra con severidad en todas partes y que va a la par con políticas represivas. Todas las religiones son, ante todo, políticas de control, y no es casualidad que las religiones establecidas hagan siempre buenas parejas con los regímenes dictatoriales. Los revolucionarios defienden el amor libre.
La sexualidad ha sido separada de la vida; reintegrarla es un trabajo espiritual. Como lo dije anteriormente, hacer el amor con alguien debería ser como hacer música con otro.
Hoy parece que nos hubiéramos liberado de la represión del sexo, y éste aparece por todos lados. ¿Nos convierte esto en seres más libres?
No creo, si se mira la imagen del sexo que nos rodea. Es el sexo industria. No tiene mucho que ver con la belleza de la vibración entre dos seres humanos.
Siempre tenemos la sensación de evolucionar, pero si miramos para atrás ha habido períodos en que el sexo era más libre de lo que uno piensa, en el siglo XVIII, al principio del siglo XX o entre las dos guerras. Hoy día, mostramos más, pero ¿se puede considerar el destape que ofrece la pornografía como un signo de libertad?
Para una verdadera libertad sexual, se requiere una libertad emocional, una libertad sensorial, una capacidad de estar presente, una alegría creativa. Y es difícil conseguirlos. Requiere una ascesis erótica y sensorial.
La importancia del cuerpo
¿Qué es nuestro cuerpo para el Tantra?
Nuestro cuerpo se siente en su dimensión cósmica a través de los momentos extáticos. Abhinavagupta decía que su cuerpo contenía el universo. En sus poemas, las yogini hablan de la dimensión infinita del cuerpo.
El cuerpo es también el campo de las emociones que intentamos vivir en forma directa, sin que se conviertan en un asunto mental, sin que el discurso interior se adueñe de él. Nosotros dejamos entrar las emociones, observamos cómo se manifiestan al nivel del cuerpo y las dejamos salir sin transformarlas en una “historia”.
En nuestra sociedad, fluctuamos entre considerar al cuerpo como algo pecaminoso o convertirlo en un culto. ¿Dónde lo ubicaría el Tantra?
Las religiones siempre han buscado la negación del cuerpo, viéndolo como un receptáculo de suciedad. En el ejercicio de la vida moderna, el cuerpo es adulado hasta el absurdo: se le desarrollan los músculos, se le tuesta al sol, se le opera para adaptarlo a los cánones de belleza de moda. Se trata, a cualquier precio, de ocultar que el cuerpo se encamina lentamente hacia la muerte.
Para los tántricos, el cuerpo es el templo de lo divino. Por lo tanto, debemos devolverle su sensibilidad y ser conscientes que no sólo está conectado con todo, sino que también puede ser percibido siendo uno con la naturaleza. El aquietamiento de la respiración, la relajación de los músculos y los órganos, la distensión progresiva van a dar al cuerpo una nueva dimensión, una liviandad, una presencia radiante.
¿Qué papel juegan los sentidos en esta vía?
Los sentidos nos vinculan al mundo, nos hacen entender su belleza. A través de la contemplación de lo real, se afinan, se abren a nuevas percepciones y nos permiten considerar que no estamos separados de la totalidad.
Emociones y deseos
Entiendo que en el Tantra se valora mucho el placer; sin embargo, la vida también incluye la rabia, el miedo, los celos, la envidia… ¿Qué hace con esto el Tantra?
El Vijñanabhairava Tantra contesta esta pregunta. Shiva afirma que las emociones llamadas negativas, como el miedo, la ira y los celos, tienen el poder de conectarnos porque son emociones potentes. Al ser completamente invadidos por ellas, nos hacen experimentar que somos totalmente Uno.
Shiva considera que este sentimiento de unidad es una puerta posible para acceder al éxtasis. Queda claro que para nosotros todas las emociones, ya sean positivas o negativas, surgen del espacio y nos llevan de vuelta a él, si nos permitimos soltarnos.
¿Qué piensa de quienes dicen que seguir los deseos nos aleja del despertar?
Es una alternativa posible, parece haber funcionado en diversas corrientes religiosas, pero también ha generado mucho sufrimiento. El deseo es una dinámica fundamental del ser humano. Bien entendido, puede ser la puerta de entrada hacia el despertar.
Comprender el deseo es comprender que sólo se desea el Ser, es decir la armonía, la felicidad y la apertura del corazón. Todos los otros deseos son sólo máscaras de este gran deseo fundamental. El deseo debería llenarnos antes de conseguir el objeto. En el Tantra la unión con el objeto solo puede darse en el momento en que el deseo nace, si de verdad somos sensibles a su belleza, su dinámica y su fuerza.
El rol de la pareja y de la mujer
En la práctica del Tantra, ¿es indistinto hacerlo con una pareja o solo? ¿Puede el Tantra ayudar a la vida en pareja en lo sexual y afectivo?
Siempre es maravilloso compartir la búsqueda con otro ser humano; esto ayuda a superar los obstáculos de la vida en pareja. También está presente una estimulación, una vibración que enriquece muchísimo.
La apertura a la sensorialidad trae también una bellísima influencia en cuanto a la comprensión recíproca y la ofrenda de libertad que podemos hacer a nuestra pareja. La vida emocional va a volverse más rica, el diálogo más fecundo y, por supuesto, un cuerpo abierto y sin tensiones jugará más, sentirá más, dará y recibirá más.
¿Es cierto que la mujer tiene un rol preponderante en el Tantra? ¿Cómo se manifiesta?
Numerosos tantras destacan las capacidades extraordinarias de las mujeres. La presencia de las yogini no es extraña en este fenómeno bastante único. Las mujeres han aportado mucho al movimiento tántrico. Ellas aseguran una continuidad de esta vía no sólo concibiendo niños en un estado extático, sino sobre todo reemplazando el esfuerzo por la consciencia, lo lineal por lo esférico, el control por el abandono, el intelectualismo duro por el éxtasis. Ellas acogen la vida en todos sus aspectos y no tienen tentaciones puritanas. Los poemas de las yogini desbordan de vida, de sensibilidad, de encanto sensual y de impulsos místicos.
¿Es válido hablar de energía femenina y masculina, o más bien es una sola energía viviendo en cuerpos diferentes?
Somos a la vez Shiva y Shakti, masculino y femenino. El yoga tántrico nos conduce a un equilibrio armonioso de estas dos energías, a una creatividad interior.
El Tantra hoy
Vivimos en una sociedad que parece ir en el sentido opuesto al camino del Tantra: exigencias, superficialidad, metas, poder, éxito, urgencia… ¿Puede este escenario ser un espacio para la práctica del Tantra?
Cuando la fuerza interior se desarrolla, nada parece oponerse a ella. Permite actuar en el juego social sin ser afectado por sus obstáculos. Se puede comparar a un actor que representa un papel en una obra de teatro. Una vez que la obra termina, el actor comprende que él no es Hamlet. Solo presta su esencia al rol.
El Tantra aparece como un camino libertario, espontáneo, sin mandamientos, sin normas, ni reglas. ¿Es posible imaginar vivir en un mundo así?
Sólo la consciencia es necesaria. Siempre se puede imaginar viviendo en un mundo de consciencia, es lo que hacemos desde hace centenares de miles de años, sin gran éxito hasta hoy. Es una bella utopía.
Sin embargo, se puede aspirar a la armonía consigo mismo, con su pareja, sus amigos y ampliar el círculo por la autenticidad de su presencia. Hay que partir por sí mismo, en esto consiste la dificultad. Después se extiende casi naturalmente.
¿Es posible pensar que el Tantra se convierta en la nueva forma de vivir la espiritualidad hoy?
Es un camino difícil porque es muy libre y porque no descansa en nada más que la consciencia. Es necesario sentirse llamado por esta libertad.
Al parecer hoy día se abusa demasiado de la palabra amor. ¿Cómo se vive el amor en el Tantra?
Podríamos reemplazar la palabra “amor”, que está un poco usada, por la palabra “presencia”. La presencia nos lleva al mismo estado que el amor, pero evita todas las confusiones asociadas a aquello que llamamos amor. Ser en la presencia es estar en un amor no neurótico con la totalidad.
Se dice que el Tantra es un atajo para llegar antes a la iluminación. ¿Qué hay de cierto en esa frase?
Es una vía directa que va de lleno al corazón del problema. Si somos capaces de ponerlo en práctica, nos convertiremos en seres cada vez más vivos, cada vez más sintonizados con el mundo, en el sentido musical del término. Nosotros tendemos a ir hacia esta belleza sin pensar en la iluminación.