El kinhin o meditar caminando

El kinhin es una forma de meditación zen que se lleva a cabo caminando. Muchos occidentales también piensan que al caminar se despejan las ideas y fluyen mejor las ocurrencias, lo cual parece ser cierto.

El kinhin, o kin-hin, es una práctica zen de meditación en la que la acción principal es la de caminar. Por lo general, se lleva a cabo como complemento de la meditación tradicional, la cual se hace estando sentado en posición de flor de loto.

La palabra kinhin, de origen japonés, está compuesta por dos raíces lingüísticas. La primera es “kanji”, que significa ‘pasar a través de’ o ‘atravesar un hilo el telar’. Esta raíz, a su vez, tiene el significado secundario de “sutra” o ‘discurso dado por Buda’. La segunda raíz es “hin” o caminar. Una traducción más o menos literal del término vendría a ser algo como “sutra caminado” o ‘caminar las enseñanzas’.

Así pues, el kinhin se considera una técnica de meditación en la que caminar es fundamental. Se le define como un ‘caminar consciente’. No solo en el zen, sino también en otros ámbitos, como la filosofía, se ha asociado el caminar con el conocimiento. Ejemplo de ello es la famosa escuela “peripatética” de la que también hablaremos más adelante.

Todos los pensamientos verdaderamente grandes se conciben paseando”.

-Federico Nietzsche-

Mujer en el campo

La práctica del kinhin

Como suele suceder con las prácticas zen, el kinhin se debe llevar a cabo de una forma muy particular. No es solo caminar por caminar, sino que para hacerlo es necesario seguir un conjunto de parámetros establecidos.

La forma típica de hacer kinhin implica que, por cada 50 minutos de meditación en posición de loto, se harán 10 minutos de caminata o kinhin. La idea, entonces, es sentarse y andar, de forma sucesiva.

Según la tradición, hay escritos en los que se señala que Buda meditaba de esa manera. Le gustaba avanzar lentamente por el bosque después de haberse sentado a meditar, y sin dejar de meditar. Se dice que el andar es el puente que une la quietud de la meditación y el movimiento del mundo.

Las características del kinhin

Para que el kinhin permita la meditación es necesario que se convierta en una especie de punto medio entre el estar de pie y la caminata propiamente dicha. Lo acostumbrado es que cada paso se dé con lentitud y que coincida con el ritmo de la respiración. Se camina según lo indique la inspiración y la expiración.

Los maestros zen dicen que lo ideal es hacer una respiración por cada medio paso. Al comenzar la marcha se pone primero el pie derecho y luego el izquierdo. El recorrido se hace de ida y vuelta siguiendo la dirección de las manecillas del reloj. De este modo, quien practica kinhin debe iniciar la marcha avanzando en línea recta. Lo habitual es que se den unos 20 o 30 pasos, para luego retornar. Al momento de regresar se debe hacer girando por la derecha, hasta volver al punto de partida.

Respecto a las manos y al resto del cuerpo, la técnica dice lo siguiente:

  • Las manos deben tener la misma postura que cuando se medita sentado. Esto es, la mano izquierda cerrada en puño, sin tensiones, y la mano derecha abierta y cubriendo la anterior.
  • Deben permanecer cerca del cuerpo, a la altura del pecho.
  • Los ojos deben estar entreabiertos, con la cabeza derecha hacia el frente, pero con la mirada baja.
  • El cuerpo debe estar recto, con los ojos en el mismo plano de los hombros y la nariz en el mismo plano del ombligo.
  • La parte inferior del cuerpo es la que avanza; el resto debe estar quieto.
  • La mente, todo el tiempo, debe estar enfocada en la respiración.
Mujer caminando practicando kinhin

Los peripatéticos y las caminatas

El sentido del kinhin en el zen es el mismo de la meditación: vaciar la mente y el cuerpo, “como un bambú”, para avanzar en el despertar. De forma espontánea, muchos occidentales que no practican zen acuden a las caminatas para hacer una introspección y depurar su mente.

De hecho, como lo mencionamos al principio, la escuela filosófica conocida como “peripatética” se valía continuamente de este recurso. Tal escuela era la guiada por Aristóteles, quien solía impartir sus enseñanzas mientras caminaba en los jardines exteriores del “Liceo”, su centro de encuentro con los discípulos.

Los peripatéticos realizaban esta práctica porque consideraban que la realidad era itinerante, cambiante y el paseo a pie los sintonizaba mejor con esa naturaleza. Nietzsche fue otro filósofo que encontró inspiración caminando, al igual que Kant, Rousseau y muchos otros pensadores. Tiene una base fisiológica: al caminar, el cerebro se oxigena mejor.

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