El caso es que la Agencia Brasileña de Regulación Sanitaria (Anvisa) se ha negado a autorizar su importación debido a preocupaciones de calidad y seguridad. Las autoridades sanitarias brasileñas sostienen que la documentación de algunas de las instalaciones rusas que fabrican Sputnik V muestra que una de sus dos dosis contiene adenovirus capaces de replicarse, un peligro potencial para receptores de la vacuna.
La vacuna utiliza dos adenovirus diferentes, que causan el resfriado común, para administrar el gen de la proteína de pico del SARS-CoV-2, el virus que causa la Covid-19.
Se supone que ambos están despojados de un gen clave que les permite replicarse. Pero desde Anvisa insisten en que puede replicarse y causar daños (los rusos que la han desarrollado dicen que no hay evidencia científica de ello).
Claro, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) está aún revisando los datos de eficacia y seguridad de la Sputnik y Rusia indica que está recibiendo presiones políticas desde la Unión Europea, que por cierto no fabrica ninguna vacuna Covid, las aprobadas son tres de farmas sitas en USA y una anglosueca, la de AstraZeneca, muy desprestigiada.
Eso sí, Alemania está negociando la compra de la Sputnik si la EMA recomienda su aprobación. En este escenario puede pasar de todo. Parece que sea sólo un problema con la Sputnik y no «de clase», de las vacunas vectoriales (AstraZeneca, Janssen, muy similares insisto a la de Rusia). Está poniéndose el foco en la vacuna rusa pero fijaros qué gran contraste con lo ocurrido en Dinamarca donde han regalado lo que tenían de AstraZeneca, no la utilizarán.
También es curioso que en la Unión Europea llame la atención la actividad de China y Rusia promoviendo sus vacunas, pero que el lobby de las demás vacunas Covid («las nuestras, occidentales») sea parte de la normalidad. Si estas vacunas se consideran necesarias, efectivas y seguras ¿por qué no liberar sus patentes?
Más turbio es el asunto que advierten desde Anvisa, que también informó de una larga lista de problemas con la vacuna que quiere que los rusos aborden. Entre ellos se incluye la falta de información detallada sobre los 63 casos de eventos adversos y cuatro muertes notificadas durante el ensayo clínico.
El artículo publicado por los desarrolladores en Lancet sobre el ensayo de eficacia de Sputnik V, no informó sobre reacciones adversas graves ni se consideró que las muertes estuvieran relacionadas con la vacunación.
El ensayo clínico realizado en Moscú a finales el año pasado con unos 20.000 voluntarios solo mostró efectos secundarios comúnmente asociados a las vacunas, como dolores de cabeza o fiebres leves. Los investigadores determinaron que no hubo ningún evento adverso o problema médico grave entre los participantes del ensayo asociado a la vacuna.
Pero dos personas a las que se administró la vacuna murieron de Covid-19 tras enfermedades que comenzaron días después de la primera inyección. Los investigadores dijeron que ambas personas probablemente se infectaron antes de que comenzara el ensayo y enfermaron antes de que la vacuna tuviera tiempo de generar anticuerpos contra el coronavirus.
La guerra comercial y política que rodea a la vacuna Covid de Rusia, la Sputnik