¿De qué están hechos los recuerdos? Podríamos decir que de un sinfín de emociones engarzadas conformando unas joyas más o menos bellas. También de un arcón de sensaciones, algunas más agradables, otras altamente dolorosas. Un recuerdo es también un perfume en la memoria, un olor de infancia y, como no, sucesiones de imágenes que, a modo de diapositivas, rememoramos de vez en cuando.
Podríamos definir esta dimensión de mil maneras, unas más poéticas que otras. Sin embargo, para la neurociencia un recuerdo tiene poco de romántico, poético o literario. De hecho, una vez más, para explicar cómo el cerebro procesa y organiza los recuerdos, se usa la metáfora de los ordenadores. Lo cierto es que este órgano actúa de manera muy similar al más sofisticado de los procesadores.
Es más, como todo conjunto de cables, subrutinas y sistemas eléctricos, no está exento de cometer errores. El cerebro, como cualquier máquina, también comete fallos y si hay una dimensión donde son frecuentes los equívocos y confusiones es en la memoria. De hecho, una pequeña parte de los recuerdos a los que damos validez son inventados.
“Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón”.
-Gabriel García Márquez-
¿De qué están hechos los recuerdos? Esto es lo que nos dice la ciencia
¿Son los recuerdos “cosas»? ¿Están formados por átomos? ¿Se puede observar un recuerdo bajo un potente microscopio? La respuesta a todas estas cuestiones es evidente: no.
Si nos preguntamos de qué están hechos los recuerdos debemos visualizar a grupos de neuronas conectadas entre sí, formando “árboles taxonómicos», grupos de células especializadas.
Imaginemos ahora a una persona con amnesia. Es alguien que no puede recuperar de su memoria quién fue su madre, cuándo fue su primer beso o cómo se llamaba su última mascota. Sin embargo, sí puede recordar qué ha comido esta mañana o el título de la película que vio hace una hora. Este hombre o esta mujer está aparentemente sano: sin embargo, hay algo que falla en su cerebro.
Lo primero que debemos entender es que nuestros recuerdos no están en un almacén concreto. En realidad, disponemos de una compleja taxonomía de sistemas de memoria, cada una con sus propios circuitos y neuronas especializadas. Esto explica por qué hay personas que sufren amnesia retrógrada, anterógrada, disociativa, inducida por drogas, amnesia global transitoria, etc.
Conozcamos más datos.
La proteína responsable de que construyas tus recuerdos: AKT
En wl cerebro disponemos de una molécula que actúa como ese cemento, masilla o pegamento especial que da forma a nuestros recuerdos. Se trata de la proteína AKT.
Estudios como los realizados en la Universidad de Colorado nos hablan de algo fascinante: este elemento está presente en todo el tejido cerebral y es el que facilita que las nuevas experiencias se acaben convirtiendo en nuevos recuerdos.
En caso de preguntarle a un científico de qué están hechos los recuerdos, una parte de ellos tiene la respuesta: de proteínas.
El cerebro es como un código de barras reconociendo patrones
Hablábamos al inicio de la metáfora del cerebro como un ordenador. Algo que nos señalan muchos neurólogos expertos en memoria humana es que los recuerdos no son como fotografías que uno guarda a alta resolución y con muchos megapíxeles. En realidad, la memoria funciona casi como los códigos QR.
Es decir, el cerebro lo que hace es categorizar cada estímulo y experiencia. Y lo hace con base a patrones neuronales. Cada recuerdo es una conexión entre varias neuronas y esto genera un patrón eléctrico, por así decirlo.
Cada vez que recuperamos un dato concreto se genera una estimulación neuronal capaz de hacer que en nuestra mente se evoque al instante una imagen, una emoción o una sensación.
¿De qué están hechos los recuerdos? Son constelaciones de estrellas
Fue Carl Sagan quien dijo aquello de que somos polvo de estrellas reflexionando sobre las estrellas. Ahora bien, si nos preguntamos de qué están hechos los recuerdos también nos puede ayudar visualizar un conjunto de estrellas conformando pequeñas galaxias. ¿Por qué decimos esto? Es fácil de entender y maravilloso si lo vemos de este modo.
Como hemos señalado, un recuerdo no es más que un conjunto de células neuronales unidas entre sí. A medida que acumulamos más y más experiencias y recuerdos se van formando protuberancias de células formando complejas estructuras que, vistas con las nuevas técnicas de diagnóstico como las resonancias magnéticas, parecen pequeñas estrellas en el interior de una galaxia emitiendo pulsos eléctricos.
Cada recuerdo integrado en esas células nerviosas unidas casi como pequeñas galaxias emite un patrón de actividad único y singular, registrado en esa vasta red celular que erige nuestra memoria personal.
Asimismo, es importante tener en cuenta otro aspecto. Si bien es cierto que el cerebro organiza los recuerdos a modo de patrones, en ocasiones comete fallos. Puede distorsionar eventos, puede rellenar información con datos inventados y puede también dar por válidos hechos que nunca han sucedido, como ocurre con el efecto Mandela.
Es decir, aunque nuestro cerebro funcione como un ordenador y tengamos en nuestro ADN partículas de antiguas estrellas, como decía Carl Sagan, lo cierto es que, a veces, es falible y se equivoca. No obstante, esto no lo hace menos fascinante.
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¿ Las proteínas crean el recuerdo o el recuerdo usa las proteínas para ser ?