El aficionado a las armas nucleares y aficionado también a la pornografía que heredó el estado estalinista conocido como Corea del Norte de su padre, está muerto. Y nada mas terminar su vida terrenal Kim Jong-il sus militares han puesto en práctica la beligerancia que Kim predicó: Corea del Norte ha lanzado un misil de pruebas. Sutil.
La agencia de noticias Yonhap de Corea del Sur informa que un misil de «corto alcance» fue lanzado en «el mar frente a la costa [de Corea del Norte] oriental» apenas unas horas después del anuncio de la muerte de Kim Jong-il. Nadie parece estar herido, y parece que la prueba fue planeada de antemano. Pero el mensaje es claro: Corea del Norte quiere que los 28.000 soldados de EE.UU. que están en su frontera sur sepan que ahora no es el momento de meterse con éllos.
Los surcoreanos están en la misma página. En las primeras horas desde que Kim murió, han reforzado la seguridad del aeropuerto, prohibido a sus ciudadanos viajar al norte, y hecho hincapié en «la paz y la estabilidad» con su vecino del norte. Nadie quiere provocar a los nuevos dirigentes de Pyongyang en un momento en que su control sobre el poder no puede ser absoluto, una situación que se presta a errores de cálculo violentos.
Al mismo tiempo, Corea del Norte se ha estado preparando para este momento durante años. La boquilla de la propaganda estatal ha llamado a Kim Jong-un, el hijo de 20 y tantos de Kim Jong-il, el «Gran Sucesor» – quizás no tan pegadizo como los alias de «Querido Líder» de su padre o el «Gran Líder» de su abuelo, pero con la clara intención de acabar con la idea de que Kim Jong-un tiene rivales por el poder. Nadie sabe si eso es realmente cierto, porque Corea del Norte es una sociedad cerrada. Sin embargo, desde 2008, Kim Jong-un se ha estado preparando para la sucesión, poco a poco haciéndose con el control del partido en el poder, los militares – ahora es un general de cuatro estrellas, a pesar de no haber servido ni un día de uniforme – y el resto del aparato de gobierno de Corea del Norte.
Sin embargo, la Casa Blanca no está dejando mucho a la suerte. Una declaración de este lunes por la mañana muy temprano reiteró el «firme compromiso de Wahsington con la estabilidad de la península coreana y la seguridad de nuestro aliado, la República de Corea.» Equipos de la seguridad nacional de ambos países están en «estrecha colaboración» para disuadir a Corea del Norte de actuar – como lo hizo hace un año, provocando una mini-crisis durante unos ejercicios militares de Corea del Sur.
Sin embargo, el lanzamiento de misiles de Corea del Norte y las respuestas de Seúl y Washington hacen parecer que ambas partes están tratando de intimidar a la otra para que no actúen precipitadamente.
«Corea del Norte y sus fuerzas armadas, probablemente están en estado de alerta de semi-guerra para asegurarse una respuesta rápida en caso de que cualquier intento del enemigo o de que este perciba que se intenta sacar provecho de un período de dolor o de juzgar débil a Corea del Norte por el cambio de liderazgo», escribe el analista John McCreary en su influyente boletín de seguridad NightWatch. «La preocupación a largo plazo es la presión sobre el nuevo líder para probarlo.»
En otras palabras, no esperemos del nuevo «chico al mando» de Corea del Norte un acuerdo de repente para reanudar las conversaciones sobre la renuncia del apreciado programa de armas nucleares de su padre. El costo de funcionamiento de los regímenes estalinistas es saber que siempre hay alguien dispuesto a matarte si te ven débil.
Sobre todo si eres joven y no probado. McCreary señala que por primera vez en la historia de Corea del Norte, la «nueva gente clave no tiene vínculos directos con las tres guerras – la guerra contra Japón antes de la Segunda Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, que ha sido el sello para el liderazgo – y no tienen ningún entrenamiento militar ni experiencia».
Ese tipo de continuidad fue tal vez la única cosa que Kim Jong-il no podía garantizar. Sin embargo, aceleró la belicosidad legendaria de su propio padre. Bajo la vigilancia de Kim Jong-il, Corea del Norte se convirtió en una potencia nuclear y una aún más errática amenaza para la alianza de EE.UU., Corea del Sur y Japón, exportando su tecnología mortal a sus compañeros pícaros de Irán y Siria.
En su vida personal, Kim disfrutado de grandes cantidades de pornografía y de alta cocina, mientras su pueblo moría de hambre. El brazo oficial de propaganda de Corea del Norte afirma que Kim murió «de un gran agotamiento mental y físico» durante el viaje «en un tren durante un viaje de orientación de campo», signifique eso lo que signifique. Ahora la tensión está sobre su hijo para no meter la pata de provocar una guerra.
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