En 1932 el musicólogo Wilfrid Perrett recordaba al público de la Royal Musical Association de Londres las palabras de un profesor de griego con inclinaciones musicales: «A la música de la Antigua Grecia nadie ha conseguido encontrarle nunca ni pies ni cabeza, ni nadie lo conseguirá nunca. Es así de compleja».
Es cierto que la música de la Antigua Grecia lleva muchos años siendo todo un enigma. Sin embargo, la música estaba muy presente en la Grecia Clásica y la mayoría de la poesía lírica entre los años 750 y 350 a.C. (como los poemas de Homero y Safo, entre otros) se componía y recitaba como música cantada, a veces acompañada por bailes. Los textos literarios nos proporcionan detalles abundantes y muy específicos sobre las notas, escalas, efectos e instrumentos utilizados. La lira solía estar siempre presente junto al popular aulós, compuesto un tubo doble que se tocaba a la vez para que sonara como dos oboes potentes en un concierto.
Pese a toda esta información es extremadamente difícil hacernos una idea del sentido y del sonido de la música de la Antigua Grecia. Esto se debe a que los términos y las nociones de los textos antiguos (el modo, la enarmonía, la diesis, etc) son complejos y poco familiares. Aunque existe música con partituras que podemos interpretar de forma fidedigna, suele ser escasa y fragmentaria y por eso todo lo que hemos podido reconstruir hasta ahora ha sonado raro y poco atractivo, haciendo que la música de la Antigua Grecia sea considerada por muchos como un arte perdido.
(Una reconstrucción antigua de la música de la Antigua Grecia).
Sin embargo, los últimos avances han cambiado mucho las cosas y un proyecto que investiga la música de la Antigua Grecia y en el que llevo trabajando desde el 2013 ha revelado mucha información valiosa sobre la manera en la que los griegos componían. Gracias a mi investigación se han llevado a cabo actuaciones y con suerte habrá muchas más en el futuro.
Nuevos enfoques
La situación ha cambiado primordialmente porque durante los últimos años se han podido reconstruir varios aulós muy bien conservados por un equipo de técnicos expertos como Robin Howell o los investigadores asociados al European Music Archaeology Project. Los instrumentos, tocados por gaiteros altamente cualificados como Barnaby Brown y Callum Armstrong, nos proporcionan una indicación fidedigna del rango de tonos de la música antigua, así como el propio tono, timbre y sintonía de los instrumentos.
La parte central de las canciones antiguas era su ritmo y el ritmo de la música de la Antigua Grecia procedía de la métrica de la poesía que a su vez se basaba estrictamente en la duración de las sílabas de las palabras que creaban intervalos de elementos largos y breves. Pese a que no existen indicaciones del ritmo de las canciones antiguas, suele estar claro si un compás ha de ser rápido o lento (hasta la invención de los cronómetros modernos, el ritmo nunca era algo fijo y cambiaba en cada interpretación). Establecer un ritmo adecuado es esencial para que la música suene bien.
¿Qué pasa con la sintonía: la melodía y la armonía? Es aquí donde la mayoría dice que se ha perdido la «música» de la Antigua Grecia. En los escritos de autores antiguos como Platón, Aristóteles, Aristóxeno, Tolomeo y Arístides Quintiliano han sobrevivido miles de palabras sobre la teoría de la melodía y la harmonía y en el siglo XVI aparecieron en Florencia fragmentos de partituras con anotaciones musicales de la antigüedad. Sin embargo, todas estas pruebas sobre la música real no encajaban con la riqueza de la melodía y de la armonía descritas en las fuentes literarias.
Desde 1581 han ido apareciendo poco a poco más documentos con partituras antiguas en papiro o piedra y ahora contamos con cerca de 60 fragmentos que han sido recopilados, transcribidos e interpretados cuidadosamente por académicos como Martin West y Egert Pöhlmann y que nos ofrecen más posibilidades de comprender cómo sonaba la música.
Interpretación de la música de la Antigua Grecia
El documento musical sólido más antiguo, encontrado en el año 1982, preserva parte del estribillo de la tragedia ateniense Orestes de Eurípides del año 408 a.C. Hace tiempo que ha supuesto quebraderos de cabeza para su interpretación, sobre todo por sus intervalos de cuarto de tono que parecen sugerir una sensibilidad melódica alienígena. La música occidental funciona con tonos enteros y semitonos; cualquier intervalo menor nos suena como si la nota estuviera fuera de tono.
Pero gracias a mi análisis del fragmento de Orestes que publiqué a principios de año hemos podido avanzar mucho en este campo. Primero, demostré que algunos elementos de la partitura claramente indicaban descripciones en texto a modo de imitación de los significados según la forma de la línea melódica. Nos dimos cuenta que había una cadencia decreciente asociada a la palabra «lamento» y un intervalo largo ascendiente acompañando a la palabra «apurarse».
Segundo, demostré que si los cuartos de tono funcionaban como «notas de paso», la composición era de hecho tonal (centrada en un tono en el que la melodía cambia de forma regular). No debería ser muy sorprendente porque este tipo de tonalidad existe en todos los documentos de música antigua procedentes de siglos posteriores, incluyendo los peanes délficos de gran escala preservados en piedra.
Teniendo en cuenta estas premisas, en 2016 reconstruí la música del papiro de Orestes para su interpretación coral con acompañamiento de aulós estableciendo un ritmo enérgico tal y como se indica en la métrica y en el contenido de las palabras del estribillo. Este estribillo de Orestes fue interpretado por un coro y por un auleta en el Museo Ashmolean de Oxford en julio de 2017 junto a otras partituras antiguas.
Todavía me queda analizar en los próximos años las pocas docenas de partituras antiguas que existen, muchas de ellas solo en forma de fragmentos, y poder recrear un drama antiguo completo con su música fidedigna en un teatro antiguo como el de Epidauro.
Mientras tanto podemos sacar una conclusión importante de todo esto: normalmente se dice que la tradición occidental de música clásica comenzó con los cantos llanos gregorianos del siglo IX d.C., pero la reconstrucción e interpretación de la música griega ha demostrado que la música griega antigua debería ser reconocida como el origen de la tradición musical europea
Autor: Armand D’Angour, profesor asociado de Filología Clásica en la Universidad de Oxford.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Fotos: WolfgangRieger, kylix.
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