“Hay un poema Zen que habla de la experiencia de la realización de LO QUE SOMOS, como energía eterna del universo. El poema dice: ‘No puedes asirla, ni puedes deshacerte de ella. Al no intentar poseerla, la consigues. Cuando hablas, permanece en silencio. Cuando estás en silencio, habla.
Esta frase —no siendo capaz de entenderlo, lo entiendes— es el sentimiento que Krishnamurti trata de transmitir a la gente cuando dice: ‘¿Por qué pides un método? No existe ningún método. Todos los métodos son simples trucos para fortalecer tu ego ‘. ¿Cómo obramos si no pedimos un método? Él responde: ‘Al preguntar eso, todavía estás pidiendo un método’.
No existe ningún método.
Si realmente comprendes lo que es el «yo», verás que no hay método. Creemos que esto es triste, pero no lo es. Es bueno, porque si no puedes tratar de lograr nada, si no puedes obsesionarte con mejorar, cambiar o lograr algo… eso significa que el principal obstáculo para la visión mística se ha derrumbado. Ese obstáculo eras tú.
¿Qué pasa después?
A estas alturas ya estás perdido, pero ¿qué vas a hacer?
No puedes controlar tus pensamientos y no puedes controlar tus sentimientos, porque no hay controlador, y ellos corren, corren, corren.
Simplemente siéntate y obsérvalos. Ahí van.
Sigues respirando, ¿no? Sigue creciendo tu cabello; todavía estás viendo y oyendo.
¿Realmente estás haciendo eso? ¿Tú lo haces? …Sucede: es un suceso, un suceder.
Tu respiración está sucediendo. Tu pensamiento está sucediendo. Tu sentimiento está sucediendo. Tu oído, tu vista, las nubes están pasando por el cielo. El cielo se vuelve azul; el sol está pasando. Todo esto está sucediendo.
Esta es una visión de quién eres realmente y de la forma en que realmente funcionas. Funcionas sucediendo, es decir, por ocurrencia espontánea.
Este no es un estado de cosas del que debas darte cuenta. No es posible que alguien pueda enseñarte demasiado sobre esto, porque en el momento en que empiezas a pensar, ‘Debería entender eso’, surge de nuevo la idea estúpida de que ‘yo’ debería provocarlo, cuando en realidad la consciencia es lo que sucede y provoca un suceder.
Una vez que hayas visto esto, puedes volver al mundo de los asuntos prácticos con un nuevo espíritu. Has visto que el universo es en su raíz una ilusión mágica y un juego fabuloso, y que no hay un «tú» separado para obtener algo de él, como si la vida fuera un banco al que robar.
El único «tú» real es el que va y viene, se manifiesta y se retira eternamente en todo ser consciente. Porque «tú» eres el universo que se mira a sí mismo desde miles de millones de puntos de vista, puntos que van y vienen para que la visión sea siempre nueva.
El pequeño «yo» se funde en todo el universo, formando una unidad. Cuando miras hacia adentro, la profundidad es ilimitada; cuando miras hacia afuera, la amplitud es ilimitada. Ya que estás unido y uno con el universo, el mundo de tu propio cuerpo y mente solo existe relativamente, en la corriente del tiempo dual.
Lo que existe es el SER que es infinito en profundidad y amplitud. Tú mismo no solo eres parte del universo, sino también la totalidad del mismo.
Eres Conciencia, no solo consciencia.
La conciencia es primordial; es el estado original, sin principio, sin fin, sin causa, sin apoyo, sin partes, sin cambio. La consciencia, en cambio, es contacto, un reflejo sobre una superficie, un estado de dualidad. No puede haber consciencia sin conciencia, pero puede haber conciencia sin consciencia, como en el sueño profundo. La conciencia es absoluta, la consciencia es relativa a su contenido. La consciencia es parcial y cambiante, la conciencia es total, inmutable, tranquila y silenciosa. Y es la matriz común de todas las experiencias.
El simple hecho de permanecer continuamente en una brillante sensación de presencia sin aferrarnos a nada nos traerá una sensación de dicha inexpresable.
Seguimos viendo todas las montañas, lagos, árboles, casas, personas, etc., que existen en el mundo, pero no nos distraerá nada que veamos o escuchemos.
Permanecemos en un sentido de presencia que es brillante y claro, como un espejo que refleja todas estas mismas cosas en el mundo, pero que no se ve afectado ni cambiado por lo que refleja.
Nos volvemos como ese espejo.
La vida dual se trata de meros reflejos y ellos no hacen cambios ni modificaciones a nuestro Estado Natural, eterno, infinito…UNO.
Al desvincularnos de la identificación con esos reflejos, con la corriente de objetos mentales, se crea un espacio para que la conciencia brille sin obstáculos.
Este es el propósito de la meditación, liberar la atención del desfile neuronal que pasa de “ser consciente de” a SER CONCIENTE.
De esta manera, la atención puede penetrar las capas superficiales donde normalmente reside y volver a su fuente: el silencio y la conciencia.
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