Las emociones cumplen una misión fundamental en nuestra vida, orientan nuestro comportamiento hacia la acción, nos avisan de situaciones peligrosas y, si las sabemos gestionar con inteligencia, nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos. Del mismo modo, conocer nuestras emociones y aprender a expresarlas es vital para nuestro bienestar psicológico y para la construcción de vínculos afectivos positivos.
Así, el concepto de plasticidad emocional hace referencia, justamente, a la capacidad que tenemos de adaptarnos a diferentes situaciones a través de nuestras emociones y de utilizarlas a nuestro favor.
En este artículo vamos a entender cómo la plasticidad emocional puede potenciarse en distintas dimensiones de nuestra vida y convertirse en un apoyo en la consecución de nuestras metas.
¿Qué es la plasticidad emocional?
En primer lugar, podríamos iniciar preguntándonos, ¿qué uso le damos a nuestras emociones? ¿Somos conscientes de ellas en nuestra cotidianidad? Estas preguntas nos ayudarán a identificar el lugar de la plasticidad emocional en la forma en la que gestionamos diariamente nuestras emociones.
La plasticidad emocional nos permite orientarnos hacia metas que consideramos convenientes a través del redireccionamiento de nuestras emociones. Es decir, muestra cómo podemos moldear nuestros pensamientos y la forma en la que estos inciden en nuestros estados emocionales.
De este modo, podemos usar las emociones como apoyo para dirigir nuestras acciones a metas específicas y adaptarnos a distintas situaciones. Esto implica hacer de nuestros estados emocionales agentes activos en nuestra cotidianidad para asumir de manera efectiva los retos del día a día.
Por otra parte, el concepto de plasticidad emocional nos permite repensar la dicotomía entre razón y emoción y plantear esta separación desde otro ángulo. Dicho de otro modo, este concepto nos ayuda a comprender que razón y emoción guardan una relación estrecha, se complementan y juntos se encargan de consolidar información compleja sobre el mundo que nos rodea.
Esta información es fundamental para nuestros procesos de toma de decisiones y para la formación de opiniones y conceptos. Las emociones no son obstáculos para la razón, sino todo lo contrario.
También es importante tener en cuenta que la plasticidad emocional puede entrenarse. Por ejemplo, algunos estudios muestran cómo a través del entrenamiento sobre emociones, como la compasión, podemos generar vínculos más empáticos y tener actitudes más efectivas hacia la solución de problemas. Del mismo modo, el uso de recuerdos de eventos pasados y la imaginación sobre acontecimientos futuros son también recursos para desarrollar nuestra plasticidad emocional.
¿Cómo potenciar nuestra plasticidad emocional?
Esta capacidad para hacernos conscientes de lo que estamos sintiendo, de lo que estamos pensando y de cómo nos sentimos sobre lo que pensamos puede ser muy útil para lograr nuestras metas. Para esto, es bueno aprender a aprovecharla al máximo, aquí te presentamos algunas ideas:
1. Fijar metas sencillas
Para empezar, podemos aprovechar la relación entre las emociones y la motivación. Podemos iniciar poniéndonos metas sencillas y utilizar las emociones positivas que generemos al lograrlas. Progresivamente, podremos trazarnos objetivos más grandes y aprovechar el potencial de nuestras emociones para conseguirlos.
La importancia de las metas pequeñas es que nos hacen conscientes de nuestro progreso y nos impulsan a seguir adelante.
2. Cultivar la empatía
En segundo lugar, la plasticidad emocional puede ayudarnos a fortalecer la empatía y a mejorar nuestra conexión con otros. Al ser una capacidad que facilita la adaptación, podemos orientarla a generar vínculos emocionales con otras personas, promover la escucha activa y reconocer las emociones de otros.
Así mismo, podemos ponerla en práctica para integrarnos a grupos, fortalecer la relación con nuestros seres queridos o para conocer personas nuevas.
3. Utilizar las emociones para fomentar el recuerdo
De otro lado, podemos aprovechar de manera práctica las ventajas de la plasticidad emocional. Por ejemplo, convirtiéndola en una herramienta para recordar datos importantes o para estudiar para un examen. Podemos asociar emociones a ideas que estemos intentando recordar, o a conceptos complejos, para traerlos a la memoria más fácilmente.
4. Reconocer y aceptar el universo emocional
Por último, la plasticidad emocional tiene una relación muy importante con la noción de resiliencia. La resiliencia se entiende como nuestra capacidad para recuperarnos psicológicamente después de una situación de tensión o crisis. Llegar a esto implica reconocer nuestras emociones, aceptarlas y hacernos capaces de asumir los cambios y adaptarnos a nuevas situaciones.
Recuerda que nuestras emociones son nuestras aliadas más importantes a la hora de alcanzar nuestros objetivos y, por extensión, nuestro crecimiento personal.
https://lamenteesmaravillosa.com/plasticidad-emocional/