Vivimos en la era de los influencers, lo cual no es gratuito. Los efectos de una red social virtual como Instagram han sido documentados en varias ocasiones; particularmente, produce ansiedad y depresión en muchos de sus usuarios. El estudio más reciente que mostró esto apareció en un documento filtrado por una empleada de Facebook. Una de cada tres adolescentes se siente deprimida por tener un cuerpo inadecuado después de navegar en Instagram.
Pese a que Instagram y otras redes sociales tienen notorios efectos nocivos en las personas, no existe ninguna medida seria para restringir su uso en las sociedades occidentales. La razón no es sólo económica, tiene que ver con una particular visión que supuestamente defiende la libertad o, más precisamente, el ejercicio del libre albedrío (algo que casi siempre significa libertad de comprar más cosas, elegir entre más formas de entretenimiento y exigir más derechos).
Si bien China ha abrazado el capitalismo -y con ello una contradicción, pues oficialmente es un país comunista- se ha mantenido un estrecho poder estatal con el que se ejerce un control de la «libertad» que para Occidente es escandaloso. Pero más allá de las polémicas decisiones que China ha tomado para vigilar y controlar a sus ciudadanos, su injerencia en la vida pública tiene algunos aspectos que podrían ser benéficos para la sociedad. Uno de ellos ha sido la capacidad que ha tenido de controlar los contagios de covid-19. Otro es que el Estado tiene todavía el peso suficiente para hacer frente a las grandes corporaciones de tecnología y sus efectos deletéreos en los individuos, o al menos intentar hacer un contrapeso.
Un ejemplo de esto es la reciente decisión del departamento de Administración del Ciberespacio que anunció que las celebridades no podrán «presumir su riqueza» o sus «placeres extravagantes» en las redes sociales virtuales. El comunicado también menciona que las celebridades no deben promover información inapropiada e incitar violencia entre los fanáticos. Así que existe un aspecto de represión en la medida, como era de esperarse. Las razones que se dieron: promover las buenas costumbres y preservar un estilo de vida sano y de buen gusto.
El Partido Comunista llamó a las celebridades a «oponerse a los conceptos degenerados de idolatría del dinero, hedonismo e individualismo extremo». Esto es algo que se encuentra como moneda corriente en las redes sociales virtuales y que claramente haría bien disminuir, cuando no eliminar. Sin embargo, viniendo del Partido Comunista chino, donde la corrupción ha imperado en los últimos años, muchos podrían cuestionar la pureza de estas medidas.
Más allá de esto, China ha demostrado que aún tiene el poder de regular a la sociedad y hacer frente a los poderes tecnológicos. Recientemente ha multado a varios conglomerados tecnológicos y ha empezado a disolver sus monopolios. Esta medida ha sido interpretada como un intento de prevenir la formación de poderes como Google o Facebook en China, en este caso propinando sendos golpes a empresas como Alibaba o Tencent Holdings.
Así pues, mientras en otros sitios la pandemia ha significado el incremento del poder y la afluencia tanto de los gigantes de la tecnología como de las celebridades -o influencers-, China ha iniciado una especie de cacería en contra de estos «poderes».
Cabe mencionar que desde hace varios años numerosos sitios de común acceso en la gran mayoría de los países del mundo, como Facebook, están prohibidos en China. La reciente medida es solamente una más dentro de muchas controversiales decisiones que algunos consideran como mera censura pero que otros entienden como una defensa de la moral y los valores tradicionales de la sociedad.
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