El Concepto Jerárquico del Ser

Por Germán Ancochea y María Toscano
hombre-cósmos

El concepto jerárquico del Ser se fundamenta, en occidente, en la filosofía platónica y neoplatónica ―sin olvidar, la «catena aurea» que, en la poesía homérica, religa dioses, daimones y hombres― que ha creado una metafísica del Ser-Uno desde el cual todo tipo de realidad se forma o es. La situación real con respecto del Ser se define en una posición jerárquica, que se mide desde dentro, es decir metafísicamente, y no desde fuera. Cualquier valoración de tipo axiológico sería insuficiente e inexacta. Se trata de medir el ser en función del Ser, y lo que va a medir esta distinción es «la cantidad de Ser» contenida en el interior de cada realidad.

La Realidad se difunde, emana desde el UNO pasando por distintas posiciones: el Alma del Mundo, el Intelecto, el alma individual y el mundo sensible, etcétera, para así ordenar metafísicamente, y en función de la proximidad óntica, el grado y la situación de cada uno de los seres. Esta jerarquía no tiene nada que ver con una valoración externa al propio Ser, si no que, insistimos, es una concepción metafísica y cosmológica de toda la Realidad, desde las realidades inteligibles a las sensibles.

La influencia de esta concepción platónica de la realidad puede detectarse no solamente en los neoplatónicos sino también en el pensamiento tradicional islámico y en la Kabbalah judía.

Platón en el mito de la caverna expone de forma poética, clara y ordenada su concepción de la Realidad. El hombre esclavo de la materia, vive encadenado en el interior de la caverna, confundiendo las sombras con la realidad (ignorancia). Cuando el esclavo logra romper las cadenas descubre la luz que viene de «otro mundo», el mundo de lo inteligible, el mundo de la Verdadera Realidad, iluminado por el Sol del Bien. Ese mundo es aquel donde las cosas «son lo que son». El esclavo trata de alcanzar la luz partiendo de la oscuridad; este camino es la dialéctica platónica, auténtica gnosis que eleva el alma de la pseudo-realidad a la realidad verdadera. Este ascenso del alma a la luz es una verdadera carrera iniciática que comienza en el momento en que el hombre se da cuenta de la oscuridad en la que vive y define lo que le rodea como no-realidad y oscuridad.

Este esquema básico ha servido a la Gnosis y a los neoplatónicos para plantear la Realidad como una auténtica graduación que va desde el pseudo-ser (sombras, imágenes) al verdadero Ser, y es el hombre, precisamente, el llamado a recorrer esta distancia entre los dos mundos.

Proclo expone con detenimiento este proceso de emanación que va del UNO a las realidades particulares y concretas, para después, terminada la «procesión» del Ser, volver a reintegrarse todas las realidades en la Unidad (epistrofé).

Cada momento del proceso emanativo contiene el Todo según su modo propio, cada momento estará caracterizado por una manera de producir, pues todo poder verdadero actúa por su ser mismo. «La Naturaleza engendra sus derivaciones según el modo de la Naturaleza. El Alma, según su modo de Alma. El Espíritu, según su modo pensante. El Uno es, pues, la causa universal según su modo de unidad, y la emanación que parte de él está marcada por el sello de la unidad».

La función del Uno es ir pasando la Unidad a los órdenes o grados inferiores, es decir, conferirles su propia naturaleza, de ahí que «unificar sea deificar». Por ello es como un derramamiento del Ser que no implica alteridad sino que el Uno transmite Unidad, formando así la multiplicidad de las cosas.

La emanación es, pues, el proceso mediante el cual lo superior produce lo inferior por sobreabundancia, el Uno no pierde nada en el proceso, como ocurre con la difusión de la luz. Es un autodespliegue del Ser; lo emanado conserva así una identidad con el Ser del que emana.

También en el Islam encontramos la justificación filosófica de la jerarquización de la realidad. Ibn-Sina mantiene que la creación de la existencia de las cosas es producto de una emanación. «El pensamiento divino se piensa a sí mismo y este conocimiento que el Ser divino tiene eternamente de sí no es otra cosa que la primera emanación, el primer nous o inteligencia primera». Resultado de estas emanaciones consecutivas son diez inteligencias «querubínicas» y las «almas celestes» que carecen de facultades sensibles pero que poseen la imaginación en estado puro. De la décima inteligencia, que es activa, deriva la Tierra y el alma de los hombres, que es una sustancia indivisible, inmaterial o inalterable. El filósofo es aquel que encuentra el camino de estas inteligencias, dice Ibn-Sina, por lo tanto, ha de ser también un verdadero místico.

Según Ibn-Arabi la revelación del ser divino se lleva a cabo como una sucesión de epifanías que presentan tres grados: epifanía de la esencia divina a sí misma, de la que sólo se puede hablar por alusión; una segunda teofanía que es el conjunto de las teofanías en las cuales y por las cuales la esencia divina se manifiesta a sí misma bajo las formas de los nombres divinos; la tercera es la teofanía en las formas de los individuos concretos, dando existencia concreta y manifiesta a los nombres divinos. Experimentalmente no los conocemos más que por nuestro conocimiento de nosotros mismos: Dios se describe a nosotros por nosotros mismos.

Mullá Sadrá considera que todas las cosas existentes son grados o fases de un solo ser, que se extiende desde el Ser Puro o Dios hasta las materias primas. Todas las cosas del mundo, en la esfera de la manifestación corpórea y psíquica, se hallan en un estado de continuo cambio y flujo sustancial. Afirma incluso que al principio el alma humana es lo mismo que el cuerpo y sólo a través del movimiento transubstancial gradual se separa del cuerpo hasta alcanzar la catarsis completa.

La tradición oral de la Kabbalah afirma que la razón de la existencia es que «Dios deseaba contemplar a Dios». Hubo, pues, previamente una no-existencia en la que según la tradición escrita «el Rostro no contemplaba al Rostro». En un acto de voluntad totalmente libre (1), Dios extrajo de su lugar al Todo Absoluto (AIN SOF) para que apareciera un vacío en el que pudiera manifestarse el espejo de la existencia. A este acto alude el dicho rabínico: «el lugar de Dios es el mundo, pero el mundo no es el lugar de Dios».

En este contexto de la tradición kabalística, Isaac Luria mantiene que la existencia del universo es posible gracias a una «contracción» de Dios (2). Como si Dios hubiese tenido que «hacer sitio». Así pues, el primer acto del ser infinito no fue hacia fuera sino hacia dentro y, como dice Scholem, es el exilio de Dios en sí mismo. Más tarde, en un segundo momento, Dios lanza un rayo de luz y así empieza su revelación creadora.

En el proceso de creación hay dos tendencias, una de flujo y otra de reflujo. La creación es aquí como un organismo gigante cuyo ritmo se mide por la inspiración y la expiración. Los destellos emanados del Ain Sof (lo ilimitado) son recibidos y conservados en cada una de las sefirot (manifestaciones de lo creado) (3).

Todas estas concepciones jerárquicas del Ser colocan al hombre en el lugar que le permite reiniciar la vuelta al Uno, la «epistrofé», que implica conversión, volver la cabeza hacia la verdadera patria, reencontrar su verdadera naturaleza y ese camino del reencuentro ha de realizarse en el interior de cada hombre, pasando por las etapas correspondientes hasta alcanzar la plenitud, objetivo de todo verdadero camino iniciático. Los pasos iniciáticos no son más que las puertas de entrada que nos permiten ascender, pasar a cada uno de nuestros descansillos interiores. Implica siempre la culminación de una etapa previa; muerte, pues, a todo lo anterior, y paso a una nueva etapa, a una nueva esfera, que implica nacer a un nuevo momento de nosotros mismos.

Las gnosis de todos los tiempos han propuesto este esquema con la base de todo verdadero conocimiento. La Gnosis salva en la medida en que el hombre, caminante, se da cuenta de dónde está, es decir, en qué lugar se encuentra en la situación general del Ser y, dentro de ella, en qué momento personal y evolutivo está, en el largo proceso que lo separa del Ser Uno.

El igualitarismo espiritual sería la proclamación de la ignorancia de esta situación. Los hombres no podemos ser iguales partiendo de un concepto jerárquico del Ser, en la medida en que cada uno ocupa un lugar muy determinado en la escala de ascensión del Ser y, por lo tanto, es «la cantidad de ser» que hemos ido realizando la que nos permite estar más o menos cerca «ónticamente» de nuestro objetivo.

«La gente nunca debería pensar tanto en lo que tienen que hacer, tendrían que meditar más bien sobre lo que son… Que no se pretenda fundamentar la santidad en el actuar, la santidad se debe fundamentar en el ser… Quienes no tienen grande el ser cualquier obra que ejecutan no dará resultado». (M. Eckhart. Tratado 4)

Notas:

  1. «La Consciencia-Energía absoluta, por su propia voluntad libre, es la causa del surgimiento, mantenimiento y reabsorción del universo (…) Por el poder de su propia voluntad libre, la Consciencia-Energía despliega el universo sobre su propia pantalla. (se despliega la totalidad de las manifestaciones, a saber: principios (tattvas), mundos, entidades y sus experimentadores respectivos que son solamente una forma solidificada de la esencia de la Consciencia-Energía)» (PRATYABHIJÑAHRDAYAM, slokas 1 y 2)
  2. «La Consciencia-Energía universal misma, descendiendo de la etapa de cetana (el estado de consciencia no-contractada), llega a ser citta (consciencia individual) en la medida en la que ella se contracta a causa de los objetos de la consciencia (…) Y a pesar de que Él sea uno, cuando se manifiesta dualmente y se recubre del velo de la ilusión llega a ser triple, cuádruple y de la naturaleza de los treinta y cinco tattvas (principios).» (PRATYABHIJÑAHRDAYAM, slokas 5 y 8)
  3. «Incluso en esta condición de yo empírico, él (el alma individual) realiza las cinco acciones (emanación, mantenimiento, reabsorción, disimulación de la naturaleza real del Ser y liberación de la ignorancia) como Él (como Shiva). (Incluso en esta condición densificada el ser limitado es de una naturaleza absoluta y sus actos son reflejos limitados de las acciones del Absoluto)» (PRATYABHIJÑAHRDAYAM sloka 10 )
Fuente: Germán Ancochea-María Toscano. iniciación a la iniciación – el camino de retorno en la tradición de occidente (Ed. Obelisco)
https://www.nodualidad.info/textos/el-concepto-jerarquico-del-ser.html

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