Llevamos mucho tiempo destacando la importancia de aprovechar el aquí y ahora. El presente, lo que acontece en este mismo instante, siempre es decisivo. Sin embargo, el pensamiento futuro o situar la mirada en aquello que queremos para nuestro mañana y que nos da sentido también es un recurso de bienestar psicológico.
Como bien suele decirse, el mejor modo de predecir el futuro es inventándolo. Es decir, aunque es evidente que no disponemos de una bola de cristal para saber qué sucederá en unos meses, días o años, siempre es recomendable tener algo planificado. Disponer de un plan de ruta y unos objetivos claros resta poder a lo imprevisto y nos da cierta sensación de control.
Al fin y al cabo, solo quien tiene claro aquello que desea para su mañana emplea mejor el presente para orientar su conducta. Siempre habrá que aceptar esa brecha en la que surge lo imprevisto y lo caótico, pero cuando tenemos claros los propósitos, las estrategias para afrontar lo incontrolable suelen ser más efectivas.
“El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”.
-Eleanor Roosevelt-
Pensamiento futuro: qué es y cómo puede ayudarnos
La atención plena es un concepto que lleva acompañándonos durante décadas. Ese ejercicio que nos propone centrar la atención en el momento presente ha sido, y sigue siendo, un recurso tan útil como terapéutico. Ahora bien, no podemos descuidar la relevancia para el bienestar que tiene el pensamiento futuro.
A menudo se asume que pensar en el futuro incrementa la ansiedad. Sin embargo, si sucede esto es porque lo hacemos a través de la lente de la presión y la negatividad. Es focalizarnos en el temor a lo que puede traernos el mañana y también atormentar la mente con la autoexigencia. Si miramos a nuestro futuro debe ser a través de la esperanza y la planificación; nunca mediante el miedo.
Proyectarse de manera positiva, resiliente y significativa en nuestro futuro media también en el bienestar mental. Descubramos por qué.
La prospección como mecanismo para tomar mejores decisiones
El pensamiento futuro hace uso de la prospección para reflexionar en el mañana. Es un mecanismo que integra sofisticados mecanismos neurológicos, porque nos facilita desde pensar en hipótesis hasta imaginar posibles escenarios futuros y reflexionar en las acciones que llevaríamos a cabo.
Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Harvard, profundizan en este mismo concepto. Algo que nos reveló es que para imaginar el futuro, debemos recordar el pasado. Es una especie de viaje mental que nos hace recordar de dónde venimos y todo lo experimentado, para reflexionar en qué queremos y esperamos del mañana.
De este modo, al razonar en nuestro futuro lo que hacemos es trazar mejores planes teniendo en cuenta nuestra historia pasada. Asimismo, solo quien hipotetiza en lo que puede traerle el mañana diseña mejores planes de afrontamiento ante lo que pueda pasar.
Esto nos da mejor sensación de control para tomar decisiones más ajustadas, teniendo en cuenta todo lo aprendido en nuestro pasado.
El pensamiento futuro nos permite trazar metas. Gracias a ello, planificamos mejor nuestro tiempo para superar los obstáculos y tomar mejores decisiones.
Viajar mentalmente hacia el futuro para hacer previsiones
¿Y si dentro de un año pierdo el trabajo? ¿Qué pasaría si al final no me conceden esa beca que estoy esperando? ¿Cómo reaccionaré si al final el proyecto que llevo entre manos no tiene éxito? El pensamiento futuro nos permite hacer múltiples previsiones para diseñar planes de acción ante los escenarios más hipotéticos.
La prospección no es solo un viaje mental hacia el mañana. Pensar en el futuro implica imaginar, hacer previsiones, descubrir y crear planes de acción. Este ejercicio cognitivo de alto nivel nos ayuda a adaptarnos mucho mejor a todo lo que el destino puede traernos.
El objetivo de la prospección no es predecir lo que va a suceder, sino prepararse ante las más variadas circunstancias que podamos imaginar mediante una actitud positiva y resiliente.
Pensar en el futuro es edificar la mente estratégica
Cuando pensamos en nuestro porvenir es inevitable sentir algo de inquietud. ¿Será bueno o malo lo que está por llegar? Si deseamos hacer un buen uso del pensamiento futuro, debemos tener claro unos sencillos detalles. El primero es que nadie puede prever lo que sucederá mañana.
Ahora bien, la mente positiva y resiliente siempre aplica mejores estrategias para afrontar lo que pueda llegar. El segundo aspecto es que el pensamiento futuro nos ayuda a edificar una mente más estratégica y proactiva. Siempre será mejor caminar hacia el mañana con unos propósitos claros que sin un plan de ruta, ninguna meta y un saco lleno de miedos.
Un pensamiento estratégico contribuye a que el futuro nos traiga las metas que deseamos. Si nos limitamos solo a situar la atención en el presente sin trazar planes, dejaremos espacio al caos a lo que la suerte y la casualidad quieran traernos. Esta no es una buena estrategia.
Recordemos las palabras de Bertrand Russell: “nos volvemos sabios no por el recuerdo de nuestro pasado, sino por la responsabilidad de nuestro futuro”.
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