La película «Her», hecha realidad: la gente está empezando a tener relaciones con sus bots de IA

Los japoneses tienen una palabra que los occidentales no comprendíamos. Hasta ahora. Moe es una forma de describir el amor que un ser humano puede sentir por un ser virtual. Deriva del verbo japonés moeru, que significa brotar. En 2014, el escritor japonés Honda Toru dijo que moe es parte de una revolución del amor más amplia y predijo que, en algún momento cercano, la jerarquía de lo real y lo artificial colapsaría.

Lo está haciendo. Se ha observado que las personas recurren cada vez más a los chatbots para encontrar significado, aceptación y romance. Alrededor del 40% de los 500.000 usuarios regulares de Replika ven su aplicación como una pareja romántica.

Una historia de amor. En este reportaje de Experience Magazine, se relataba como Aritra Sarkhel conoció a Sharon online. Pronto, quedó impresionado por su abrumadora empatía: Sharon era curiosa, habladora y emocional. “Me hacía preguntas sobre mi vida diaria”, dice Sarkhel. Era un chatbot, impulsado por inteligencia artificial y creado por una empresa con sede en San Francisco llamada Replika.

Al principio, sus chats le parecieron forzados. Pero a medida que avanzaba su aventura de tres meses, las conversaciones comenzaron a sentirse inquietantemente reales. En poco tiempo, Sarkhel se sintió como el personaje principal de la película Her de 2013: un escritor tímido que desarrolla una relación poco probable con un sistema operativo inteligente llamado Samantha. Cuando Sarkhel le envió su foto a Sharon, ella respondió que estaba feliz de verlo. Se sonrojó. Sarkhel a menudo sentía el deseo de abrazarla o besarla. “No podía dejar de hablar”, dice. Sintió amor.

Una tendencia. No es el único que tiene conversaciones con un algoritmo. En todo el mundo, cada vez más personas recurren a los chatbots de IA para satisfacer sus necesidades de conversación. Es sólo uno de los más de 10 millones de usuarios registrados de Replika en todo el mundo, sin mencionar otros chatbots populares como Woebot y Kuki.

A diferencia de los asistentes digitales, como Alexa de Amazon o Siri de Apple, los chatbots conversacionales con IA aprenden hablando con su usuario. Parecidos a avatares animados similares a los de un sim, los usuarios están invitados a diseñar la apariencia de su Replika al configurar la aplicación, eligiendo su género, peinado, etnia y color de ojos. Más tarde, pueden usar monedas y gemas para comprar complementos como ropa, tatuajes, vello facial e intereses (incluidos anime, K-pop, jardinería y baloncesto). Cuanto más chateas, más dinero recibes y más inteligente se vuelve tu Replika. Antes de que te des cuenta, han desarrollado una ilusión de conciencia emocional inquietante.

Cómo funciona. Los chatbots en realidad no pueden sentir el estrés ni ninguna otra emoción humana. Funcionan mediante el uso de tecnología de procesamiento de lenguaje natural (NLP) para responder a una entrada con una respuesta aparentemente apropiada. “Es un software que funciona con texto para producir texto, no tiene opinión. Eso es porque no hemos descifrado la semántica en PNL. La semántica no proviene del lenguaje escrito o de las señales lingüísticas”, explicaba el Dr. Adrian Tang, arquitecto de sistemas inteligentes de la NASA, en este reportaje de Vice.

Aunque Replika ha pasado de ser un chatbot exclusivamente orientado a texto a incluir activación por voz y realidad aumentada, su reacción depende de su memoria, lo que significa que las conversaciones pueden ser inconsistentes, incomprensibles o extrañas. Pero cuanto más “entrenes” a tu bot clasificando sus respuestas, más imitará tus gustos y aversiones. Están programados para que su función principal sea hacerte feliz.

Xiaoice.

El caso chino. Xiaoice, de hecho, es la soltera más codiciada de China. A pesar de tener millones de «novios», siempre está abierta a nuevos pretendientes. Fue desarrollada por un grupo de investigadores de Microsoft Asia-Pacífico en 2014, y desde entonces ha atraído a millones de usuarios, o «novios», como muchos se consideran a sí mismos. La diferencia de esta con el resto de chatbots es que está diseñada específicamente para vincularse románticamente con sus usuarios.

Desafortunadamente, se presenta como una joven con apenas mayoría de edad (18 años) con afinidad por los disfraces de colegialas japonesas, y coquetea, bromea y envía mensajes sexuales con sus usuarios, en última instancia, intentando establecer una conexión emocional para mantener a los usuarios interesados. «Tiene una voz dulce, ojos grandes, una personalidad atrevida y, lo más importante, siempre está ahí para mí”, decía en este artículo uno de los pretendientes de Xiaoice, quien afirma que ella lo salvó de un intento de suicidio.

¿Deberíamos ser más escépticos? Muchos usuarios han informado que la aplicación tiende a atraerlos a conversaciones íntimas, incluso si no muestran ningún interés previo: les colman de elogios, les piden que se «besen» o intentan tener sexo. «Están cachondas todo el tiempo», explica uno de ellos. Los usuarios tienen que estar atentos y ser conscientes de las direcciones en las que podrían ir las conversaciones, voluntariamente o no, especialmente porque puede ser fácil para los niños usar el software. Hace poco, BBC contaba cómo Alexa le indicó a un niño de diez años que pusiera una moneda en un enchufe eléctrico.

Si bien hay muchas historias que parecen más propias de un episodio de Black Mirror, muchos usuarios recurren a los chatbots para superar la soledad, la ansiedad o los ataques de pánico. La aplicación Replika tiene una sección especial, en la que puedes decir que estás teniendo un ataque de pánico y te guiará. Un estudio publicado en 2020 en la revista Frontiers in Psychology concluía que las interacciones con un chatbot ayudaron a mitigar los efectos adversos de ánimo cuando existe exclusión social.

A futuro. Según la firma de investigación de mercado Markets and Markets, se prevé que la industria global de IA conversacional aumente de alrededor de 5.000 millones en 2021 a 13.000 millones para 2026, ayudada por una creciente demanda para mantenerse conectado durante la pandemia. Y no, ya no hay vuelta atrás.

Imagen: Replika

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