Desde el pasado 18 de febrero, el Sol transita por el signo de Piscis, el último signo de la rueda zodiacal, lo que implica en su sentido más profundo el último eslabón de un ciclo evolutivo, por lo que la energía pisciana se asocia a vibraciones más elevadas y sutiles.
En esta ocasión, el mes en el que estará activado Piscis, será favorecido por la presencia de Júpiter en esta franja del zodíaco; bien sabemos que el signo del pez representa el mar profundo y por eso se asocia al subconsciente, pero con la presencia de Júpiter, tendremos la oportunidad de descubrir los tesoros ocultos que guardamos en lo más profundo de nuestra mente.
El Sol transitando por Piscis llegará a colocarse en conjunción con Júpiter, que de acuerdo a los significados de astrología mundial, puede significar un tiempo de tregua, acuerdos de paz, y soluciones pacíficas, lo que es una buena noticia en medio de otros aspectos que están generando tensiones a nivel internacional.
Piscis es un signo de mucha sensibilidad y perceptibilidad, con cualidades para captar aquello que está más allá del mundo físico, para conectarse con el infinito, con el ser superior. Es un signo de agua y se asocia a los mares profundos, al igual que el planeta que lo rige, Neptuno, que actualmente se encuentra en esta franja del zodíaco, que es su casa, y por tanto, la está reforzando en sus cualidades extrasensoriales.
La relación de Piscis con el mar implica el desarrollo de cualidades que dan profundidad, misterio, una tendencia a no saber establecer límites, a vivir la vida desde una perspectiva universal que no sabe de principios ni fines, y que por ende le cuesta comprender la división entre el bien y el mal.
Por eso Piscis une estos dos conceptos (bien y mal) de una manera desconcertante para los demás: es un signo de mucha compasión, de mucha caridad y espíritu humanitario, pero a la vez es capaz de cometer sin desenfado hechos ilícitos en nombre de una causa noble.
Ilustración: Pedro González Rondón
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