Asaltar la catedral de San Patricio de Nueva York se ha convertido en el objetivo de los ultraizquierdistas estadounidenses. El sábado por la mañana bloquearon la entrada al templo en respuesta, según dijeron, a la filtración del borrador de la opinión sobre el caso Roe v. Wade, ya que seis de los nueve jueces actuales del Tribunal Supremo son católicos.
A pocos metros, un grupo de manifestantes antiabortistas entonaba rezos.
“¡Voy a matar a los bebés!”, gritaba una manifestante, que llevaba un mono, mientras agitaba un muñeco de bebé. Otro montó una imagen de la Virgen María dentro de un útero y la colocó frente a un grupo de personas que se reunieron para defender la iglesia.
“Estamos orgullosos de ver a los miembros de nuestro grupo católico @CatholicNYYRC defendiendo sus creencias y los derechos fundamentales de todos los estadounidenses no nacidos”, escribió el New York Young Republican Club en un tuit.
La ciudad de Nueva York había planeado protestas a favor del aborto durante el fin de semana, que continuaron el domingo.
El grupo de extrema izquierda “Ruth Sent Us” llamó a sus seguidores a asaltar las iglesias católicas. Por este motivo, las iglesias católicas de todo el país se han preparado para la posible violencia de los extremistas pro-aborto. En Colorado, una iglesia católica fue marcada con grafitis a favor del aborto y se rompieron varias de sus ventanas.
Se espera que el Tribunal Supremo se pronuncie sobre la cuestión a finales de junio.
Decidió abortar a su bebé solo porque sería niño
Estos sucesos no hacen sino confirmar el grado de extremismo criminal al que están llegando tanto las organizaciones de extrema izquierda como las feministas estadounidenses. Una de ellas, conocida con el sobrenombre de Lana, relató en su blog que en 2012 supo que se había quedado embarazada, y que cuando una ecografía reveló que su bebé sería niño, decidió abortar precisamente por esa razón.
“Mi cuerpo me había traicionado. Estaba en estado shock, empecé a llorar […] llorando, sollozando, con incontrolable llanto y una angustia mental del tipo que solo puede ser experimentada por aquellos que han visto sus vidas destruidas por una guerra”, contó en su relato, durante el que se refirió al padre como “el donante” y al estado de embarazo como “diagnóstico”.
Al cabo de tres días “descubrió” que no podía traer a otro “monstruo” al mundo. Lana escribe: “Para el tercer día comencé a recuperar mi fuerza mental y supe qué hacer. No podría traer otro monstruo a este mundo. Ya tenemos suficientes enemigos ahora. No importa que yo lo críe. Igualmente entraría en contacto con chicos, hombres, y diría: “Estos hombres no son tan malos. Cómo puede ser que mamá diga que me están oprimiendo”.
Pese al gran revuelo que su decisión causó en la opinión pública, Lana aseguró que si volviera a estar en la misma tesitura “lo haría otra vez en un abrir y cerrar de ojos”. “No puedo creerme algunos de los correos que se me han enviado, ¿realmente existen personas que desean mi muerte por elegir qué hacer con mi propio cuerpo? Eso es propio de un individuo mentalmente perturbado”, comentó entonces.