El denominador común de los fenómenos transpersonales es una sensación de que la consciencia se ha extendido más allá de las barreras normales del ego y ha trascendido las limitaciones del tiempo y el espacio. En los estados ordinarios de consciencia nos experimentamos a nosotros mismos como seres que existen dentro de los límites del cuerpo físico y nuestra percepción del entorno está limitada por el alcance de nuestros órganos sensoriales. Podemos recordar el pasado y anticipar acontecimientos futuros o fantasear sobre ellos; sin embargo, el pasado y el futuro no resultan accesibles a la experiencia directa.
En las experiencias transpersonales parece trascenderse una o más de las limitaciones usuales. Estas experiencias pueden dividirse en tres grandes categorías:
1.- En los estados de consciencia no ordinarios, mucha gente experimenta episodios muy concretos y realistas que ellos mismos identifican como recuerdos fetales o embrionarios. No es extraño, en tales circunstancias, experimentar a nivel de la consciencia celular, una identificación con el esperma y el óvulo en el momento de la concepción. Algunas veces la regresión histórica va más allá, y el individuo tiene una convencida sensación de revivir recuerdos de sus antepasados o procedentes de la memoria del inconsciente racial o colectivo. En ocasiones, algunas personas tienen una marcada sensación de revivir episodios dramáticos de encarnaciones anteriores.
2.- Las experiencias transpersonales que implican trascendencia de las barreras espaciales parecen indicar que las fronteras entre el individuo y el resto del universo no son fijas ni absolutas. En circunstancias especiales, es posible identificarse vivencialmente con cualquier cosa en el universo, incluido el propio cosmos en su totalidad. Aquí se dan experiencias de fusión con otra persona en un estado de unidad dual, o se toma la identidad de otra persona, se sintoniza con la consciencia de un grupo específico de personas, o incluso la propia consciencia alcanza un extremo en que parece abarcar a toda la humanidad.
3.- Un amplio grupo de experiencias transpersonales parece llevar la extensión de la consciencia más allá del mundo fenoménico y de la continuidad espacio-tiempo tal como lo percibimos en la vida cotidiana. Aquí podemos situar numerosas visiones de personajes y temas arquetípicos, encuentros con deidades y demonios de varias culturas, y secuencias mitológicas complejas. Otros ejemplos son relatos de apariciones de los espíritus de personas ya fallecidas, de entidades supra humanas o de habitantes de otros universos. Entre las experiencias más interesantes de esta categoría encontramos visiones de modelos arquetípicos abstractos y símbolos universales ―la cruz, el yin-yang, la svástika, el pentágono, la estrella de seis puntas― que a menudo van acompañados de la percepción profunda de su significado. Muchas personas han descrito también experiencias relacionadas con las energías del cuerpo sutil (etérico) que conocemos por la literatura mística y esotérica: la corriente de energía chi a través de los meridianos tal como lo describe la antigua medicina china, el despertar de la kundalini, la activación de distintos centros de energía psíquica o chakras, y visiones de auras de colores. En el límite de su alcance, la consciencia individual puede identificarse con la Consciencia Cósmica o la Mente Universal. La experiencia máxima parece ser la identificación con el Vacío Supra cósmico y Meta cósmico, la misteriosa vacuidad primordial ―la nada― que es consciente de sí misma y contiene toda la existencia en forma germinal y potencial.
Las experiencias transpersonales hacen pedazos los presupuestos más básicos de la ciencia materialista y de la visión mecanicista del mundo. Los investigadores que han estudiado seriamente estos fenómenos han comprendido que los intentos de la psiquiatría tradicional por descartarlos ―considerándolos productos irrelevantes de la imaginación, o fantasmagorías erráticas generadas por procesos patológicos del cerebro― son superficiales e inadecuados.
A pesar de que las experiencias transpersonales se dan en el proceso de autoexploración profunda, parecen beber directamente, sin la mediación de órganos sensoriales, de fuentes de información que se encuentran claramente fuera del alcance del individuo, tal como se lo define convencionalmente.
Las experiencias que tienen que ver con los antepasados, la memoria racial y colectiva en el sentido junguiano, y los recuerdos de encarnaciones pasadas, brindan frecuentemente detalles bastante específicos sobre la arquitectura, las costumbres, las armas, el arte, la estructura social y las prácticas religiosas de la cultura y del período correspondiente, o incluso sobre acontecimientos históricos concretos.
Existe otro interesante grupo de fenómenos transpersonales que frecuentemente pueden comprobarse e incluso investigarse experimentalmente. A ese grupo pertenecen la telepatía, la diagnosis psíquica, la clarividencia, la clariaudiencia, la precognición, la psicometría, el desdoblamiento, y otros ejemplos de percepción extrasensorial. Este es el único grupo de fenómenos transpersonales que en el pasado se ha venido tratando ocasionalmente en círculos académicos, aunque con afán de descalificarlos.
Desde una perspectiva más amplia, no hay razón para clasificar los llamados fenómenos paranormales en una categoría especial. Muchos otros tipos de experiencias transpersonales implican, de manera bastante tipificada, el acceso a nuevas informaciones sobre el universo a través de canales extrasensoriales. Las barreras entre la psicología y la parapsicología desaparecen, o se hacen un tanto arbitrarias cuando se reconoce la existencia del ámbito transpersonal.
El desafío filosófico asociado con estas observaciones se ve aun aumentado por el hecho de que, en los estados de consciencia no ordinarios, las experiencias transpersonales que reflejan correctamente el mundo material aparecen con la misma continuidad y se encuentran íntimamente entretejidas con otras cuyo contenido, según la visión occidental del mundo, no forma parte de la realidad objetiva. En este contexto podemos mencionar los arquetipos junguianos: el mundo de las deidades, demonios, semidioses, superhéroes, y complejas secuencias mitológicas, legendarias y de cuentos de hadas. Estas experiencias pueden incluso comunicar informaciones exactas y nuevas sobre el simbolismo religioso, el folclore y las estructuras míticas de varias culturas acerca de las cuales el sujeto no tenía previamente ningún conocimiento.
La capacidad de las experiencias transpersonales para comunicar información intuitiva instantánea sobre cualquier aspecto del universo en el presente, el pasado y el futuro, quebranta algunos de los más básicos supuestos de la ciencia mecanicista. Estas experiencias contienen nociones tan aparentemente absurdas como la relatividad y la arbitrariedad de todas las barreras físicas, las conexiones no locales en el universo, la comunicación a través de medios y canales desconocidos, la memoria sin un sustrato material, la no linealidad del tiempo, o la consciencia asociada con todos los organismos vivientes.
Muchas experiencias transpersonales implican acontecimientos del microcosmos y del macrocosmos ―esferas que no pueden ser directamente alcanzadas por los sentidos humanos― o de períodos que históricamente preceden al origen del sistema solar, a la formación del planeta Tierra, a la aparición de organismos vivos, al desarrollo del sistema nervioso central y al surgimiento del Homo sapiens. Esto implica claramente que, de un modo todavía inexplicado, cada ser humano contiene información sobre el universo entero o sobre toda la existencia, tiene en potencia acceso experiencial a todas sus partes y, en cierto sentido, es todo el tejido cósmico, en la misma medida en que es justamente una parte infinitesimal de él, una entidad biológica separada e insignificante.
Los fenómenos transpersonales revelan entre el individuo y el cosmos conexiones que por ahora permanecen más allá de toda comprensión. Todo lo que podemos decir es que, en algún lugar del proceso de confrontación con el nivel perinatal de la psique, aparece algo así como una extraña cinta de Moebius cualitativa, a través de la cual la autoexploración profunda del inconsciente se convierte en una aventura en el universo global.
Como lo ha demostrado Ken Wilber en sus escritos, la introducción de las experiencias transpersonales en la psicología crea un puente entre la ciencia occidental y la filosofía perenne. Además arroja nueva luz sobre muchos problemas de la historia, la antropología, sociología, psicología, psiquiatría, filosofía y religiones comparadas.
Si bien la naturaleza de las experiencias transpersonales es incompatible con la ciencia mecanicista, puede integrarse perfectamente en los desarrollos revolucionarios de varias disciplinas científicas que algunos han calificado de paradigma naciente. Entre las disciplinas y conceptos que han contribuido significativamente a este cambio drástico de la visión científica del mundo están la física cuántico-relativista, la astrofísica, la cibernética, las teorías de la información de sistemas, la teoría de Sheldrake sobre la resonancia mórfica, el estudio de Prigogine sobre las estructuras disipativas y el orden por fluctuación, la teoría de David Bohnn sobre el holomovimiento, y el modelo holográfico del cerebro creado por Karl Pribram.
Este modelo de la mente presenta una importancia crucial para todo enfoque serio de fenómenos como los estados psicodélicos, el chamanismo, la religión, el misticismo, los ritos de paso, la mitología, la parapsicología, la tanatología, y la psicosis. Además, tiene implicaciones revolucionarias para la comprensión de la psicopatología y ofrece nuevas posibilidades terapéuticas que la psiquiatría tradicional nunca soñó.