Vangelis murió hace un par de días de un paro cardiaco en París. A lo largo de más de 50 años de carrera Evangelos Odysseas Papathanassiou (su nombre de nacimiento, tan épico y con resonancias religiosas como su música) trazó una trayectoria musical difícil de igualar, disolviendo las fronteras entre la música culta y la música popular y empleando el medio del cine para comunicar las más grandilocuentes emociones.
Vangelis ganó el Óscar por su banda sonora de la película Chariots of Fire en 1980, musicalizó la gran película de ciencia ficción de los 80, Blade Runner y la serie Cosmos de Carl Sagan, colaboró con la NASA y con videojuegos como Fifa World Cup. Su música se convirtió en sinónimo del espacio y en, general, de la exploración de mundos reales e imaginarios.
Se hizo conocido por utilizar múltiples instrumentos, incluyendo instrumentos tradicionales de las más diversas culturas y por ser él mismo capaz de resolver las diversas necesidades de una pieza, convirtiéndose en una orquesta de un solo hombre. Aunque por supuesto su elemento preferido fue el sintetizador. Vangelis fue, junto con bandas como Tangerine Dream y artistas como Jean Michel Jarre, el gran maestro del sintetizador, creador de un sonido emblemático.
En los 80 tuvo una carrera paralela haciendo pop en dúo con Jon Anderson, un fan de su banda Aphrodite’s Child.
Vangelis mantuvo una vida más bien privada, pero se sabe que optó por no llevar la vida de un rockstar -pese a que en los sesenta formó dos exitosas bandas de rock-, no consumía ni drogas ni alcohol y despreciaba los reflectores. Fue además un músico autodidacta, cosa que celebró como la razón por la que su creatividad no fue coartada. Esas pistas dadas a lo más alto que puede experimentar el espíritu humano, a melodías y marchas épicas, eran las sobrias e independientes creaciones de un músico preciso y matemático.
Se movió sin ningún sobresalto entre la psicodelia, el ambient, el new age, el rock progresivo, el jazz. Su música y su vida estuvieron inspiradas por la filosofía griega y el pensamiento oriental (especialmente el taoísmo). Vangelis creía que la música era una especie de ciencia pitagórica (Pitágoras había enseñado que el cosmos, la música y el número son tres aspectos de una misma armonía universal). Su visión mística le llevó a afirmar que la música antecedía al mundo, acaso similarmente a como en la India védica se creía que los Vedas antecedían al mundo.
No hay duda que Vangelis, como pocos otros, utilizando a veces la imagen en movimiento como inspiración, logró elevar al público a estados emotivos del más alto vuelo, ensueños divinos, triunfos celestiales, momentos de eternidad en el tiempo, cantos de amor a una realidad desconocida.
Seguramente el perpetuo romance de Evangelos Odysseas Papathanassiou con el universo continúa más allá de su muerte física.
Rain and Tears
Era 1968 y su banda Aphrodite’s Child demostraba que estaba a la altura de lo mejor del rock psicodélico y experimental de la época.
To the Unknown Man
Del disco del 2013 Spiral, inspirado en el taoísmo.
Chariots of Fire
Ask the Mountains
Del álbum Voices, una pieza de lounge celestial con las voces de Stina Nordenstam.
Heaven and Hell
Del disco del mismo nombre de 1975, su concepto: la dualidad.
Alpha
Un disco basado en la física espacial, producido por el mismo, como siempre en 1976, en su estudio Nemo, en Londres.
Chung Kuo
Una de las piezas más emblemáticas de uno de sus grandes discos China (1979), en el que musicaliza su idea de una cultura tan vasta como la china.
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