Si conduces solo, conduces con Putin. Bueno, en realidad es una manera de decir que hacer uso del combustible ahora mismo como conductor es alejarse aún más de los objetivos de la Unión Europea de dejar atrás la dependencia del gas y petróleo rusos a los que llevamos años atados. Este país era, hasta hace muy poco, el principal exportador de estos materiales a la mayoría de países europeos. ¿Y cómo podemos reducir su consumo y emprender un camino hacia la descarbonización?
Alemania lo tiene claro: ofreciendo viajes baratos en trenes, buses, metros y toda la red de transporte público. Un abono de 9 euros al mes para gobernarlos a todos.
Una medida desesperada. Al igual que España, el país germano vive una crisis energética sin precedentes desde que se inició el conflicto en Ucrania. Por eso, el parlamento aprobaba hace unas semanas la nueva medida que medios como Der Tagesspiegel calificaban de «loca, pero genial» y que en su primer día de puesta en marcha ha sido un «éxito». Veamos de qué se trata. Sin ningún tipo de letra pequeña, cualquier ciudadano podrá comprar un billete mensual por 9 euros para todos los metros, buses, tranvías y trenes regionales. Eso sí, la medida de momento sólo tendrá lugar durante los tres meses de verano (a partir del 1 de junio) y no incluye los trenes ICE, la alta velocidad alemana, ni tampoco los Intercity.
¿Ahorro o gasto? En comparación con lo que se pagaba antes, cualquiera que usaba estos medios de transporte ya fuera para ir a la oficina o desplazarse por la ciudad, ahorrará casi 100 euros al mes, ya que hasta ahora el abono mensual para solo dos zonas costaba 86 euros al mes y el billete sencillo tres euros. Y el acaloramiento de ir a reponer gasolina, claro, que ahora mismo no es lo que más le apetece a nadie. La medida le va a costar a las arcas del Estado 2.500 millones de euros para compensar a las empresas de transporte público, pero, como veremos ahora, socialdemócratas, ecologistas y liberales creen que les va a salir a cuenta.
¿Conseguirá esto sacar coches de la carretera? Sí, al menos a parte de ellos. Según una investigación del Centro de Estudios de Sostenibilidad de la Universidad de Lund publicada en Case Studies on Transport Policy que examinó 800 casos en toda Europa sobre medidas efectivas para reducir el uso del coche, esta se encontraba entre las mejores.
Concretamente, proporcionar bonos de transporte público gratuitos o transporte privado gratuito (en forma de autobuses) a empleados en Utrecht logró una reducción del 37% en la proporción de viajeros que se desplazan en coche. Eso sí, no es tampoco la medida más poderosa, que recae en las tasas de congestión. Es decir, pagar para poder entrar en el centro de la ciudad, como es el caso de Madrid Central.
En España, a contracorriente. En nuestro país está ocurriendo justo lo contrario, estamos poniéndole más obstáculos al crecimiento del tren. Desde la llegada de las llamadas marcas «low cost» en la alta velocidad y la liberalización del ferrocarril, los precios se han encarecido sobremanera. Si bien es cierto que algunas empresas como AVLO ofrecen billetes ultrabaratos durante ciertos días, los clientes llevan denunciando robos a mano armada en el precio de los billetes de AVE que van desde los 90 euros a los 100 en algunas épocas.
De hecho, hace poco, un estudio realizado por KPMG concluía que un viaje entre Madrid y Barcelona en tren sigue siendo el doble de caro que en coche. Veamos: poniendo que el taxi cuesta unos 20-25 euros desde casa hasta la estación, se sumaría un coste de casi 70 euros por billete (de media o comprándolo con días de antelación), frente a los 34,2 euros que costaría el diésel de un coche. Además, en España sigue habiendo zonas a las que no se puede acceder con AVE, como Extremadura o Galicia.
Ayudas para solventar la crisis. El transporte público gratuito no siempre se traduce en un 100% de absorción de demanda, como demuestra este famoso estudio del experimento de Tallín, porque la gente valora muy positivamente la comodidad. Por eso abaratar el transporte público no es la única medida que Alemania y otros países están llevando a cabo para paliar la crisis energética. En el país germano, por ejemplo, los empleados tienen un pago de 300 adicional en sus salarios para hacer frente a las devastadoras facturas de luz y los autónomos pagan menos impuestos. Además, las familias con hijos aún recibirán otros 100 euros más. No solo eso: los impuestos al combustible se reducirán en 0,30 euros por litro.
En España sí hemos seguido un camino similar en este sentido. Quizás más una medida para «contentar» a los ciudadanos que para poner fin al agujero energético. En abril entró en vigor una subvención gubernamental de 20 céntimos/litro al precio de todos los combustibles. Otra gran medida fue poner un máximo de 50 euros el megavatio hora para el precio del gas, lo que permite reducir algo la factura de la luz en un momento en el que el precio se encontraba en máximos históricos. Y mientras, los españoles seguiremos esperando nuestros propios bonos de transporte público.
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