Como es bien sabido, la pasada entrega de los Premios Óscar estuvo dominada por un hecho: la bofetada que Will Smith le propinó al comediante Chris Rock luego de que este, como parte de su rutina, hiciera una broma en alusión a la calvicie de Jada Pinkett-Smith, esposa del actor (condición que, cabe decir, se deriva de una enfermedad autoinmune que la también actriz padece).
La acción de Will Smith fue juzgada con severidad por la opinión pública, en particular por la demostración de violencia que su acto implicó. Asimismo, se invocaron argumentos relacionados con el patriarcado y la “masculinidad tóxica”. En su momento se sugirió incluso que, como castigo, se le retirara a Smith el Óscar a Mejor actor que ganó en dicha ceremonia por su papel en King Richard (Reinaldo Marcus Green, 2021), en donde interpretó al papá de Venus y Serena Williams, las exitosas tenistas.
Si bien la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas no cedió a esta última posibilidad, aplicó una sanción al actor y se determinó expulsarlo por un periodo de diez años, lo cual lo excluye de toda actividad organizada por la Academia.
En aquel momento, otra consecuencia notable provocada por el altercado con Chris Rock fue que Apple TV+ pospuso la posproducción de la cinta Emancipation, protagonizada por Will Smith y que originalmente estaba prevista para su estreno en 2022, aplazado ahora tentativamente a 2023.
Todo este panorama es muy coherente con la tiranía contemporánea de lo políticamente correcto, bajo la cual casi cualquier acto que se salga del esquema de valores en que vivimos suele ser señalado con severidad y, cuando alcanza el tribunal anónimo y multitudinario de las redes sociales, acarrea una debacle para la persona que lo cometió. El efecto se maximiza en ocasiones con los personajes públicos, pero incluso personas comunes y corrientes han vivido este tipo contemporáneo de persecución y linchamiento de la imagen.
No es posible saber si la carrera de Will Smith terminó con aquella bofetada, pero por el momento no cabe duda de que el actor carga con un estigma del que será difícil deshacerse y, sobre todo, con el que otros –empresas productoras, directores, marcas patrocinadoras, etc.– difícilmente querrán lidiar ni asociarse con él.
En esta historia existe un episodio extraordinario hasta ahora poco difundido, que de alguna manera tiene tintes de profecía.
Según declaró Will Smith durante una entrevista con David Letterman hace unos meses, durante una sesión de toma de ayahuasca, una de las alucinaciones inducidas por el brebaje trataba precisamente sobre la ruina de su carrera actoral.
Smith contó el hecho en una de las emisiones preparadas para My Next Guest Needs No Introduction, el programa que Letterman conduce para Netflix. En el encuentro, el presentador le preguntó directamente al actor sobre su experiencia con las drogas, específicamente con la ayahuasca. Will Smith dijo que, una vez que experimentó con esta, pasó de nunca haber probado drogas en su vida a tomar ayahuasca catorce veces en dos años. Asimismo, destacó que con la ayahuasca “no se alucina, sino que ambas realidades están presentes al cien” [la realidad “real” y la “realidad” que la ayahuasca hace ver; nota de la redacción].
Fue en uno de esos “viajes” que Will Smith atisbó el fin de su carrera en estos términos:
Estoy bebiendo. Estoy sentado aquí y de pronto, de la nada, veo que mi dinero comienza a volar y a alejarse, mi casa también vuela y se aleja y mi carrera se desvanece. Intento recoger mi dinero, pero mi carrera y mi vida entera se han arruinado. Después escucho una voz que dice: “Esto es lo que es. Esto es de lo que se trata la vida”, a lo cual yo respondo “Mierda…”.
Después de este relato y a pregunta expresa de Letterman, Will Smith acepta que dicha visión representa un miedo auténtico suyo.
Cabe mencionar que la experiencia con ayahuasca en la que tuvo lugar la visión descrita ocurrió algunos meses antes del incidente con Chris Rock.
El episodio es sin duda ominoso, tomando esta palabra en un doble sentido. Primero, por el aire profético de la alucinación, como si en verdad la ayahuasca o cualquier otra sustancia psicodélica (o incluso cualquier otro medio) tuvieran la capacidad de ofrecernos un atisbo del porvenir.
Ominoso también desde una perspectiva más racional y específicamente psicoanalítica. Como también es sabido, un texto particularmente célebre de Sigmund Freud se titula precisamente así, Lo ominoso (1919; Das Unheimliche en alemán). En este, Freud realiza una de las exposiciones más lúcidas de una idea en sí misma genial: la sensación inexplicablemente siniestra que a veces nos inspira una experiencia muy familiar.
En parte, el concepto de Freud apunta al vínculo estrecho que existe entre ciertos elementos que, por un lado provocan miedo y angustia en el sujeto y, por otro, tienen un origen “familiar”, esto es, un arraigo profundo en la historia íntima de la persona. Dicho de otro modo: aquello que más nos asusta (mejor aún: aquello que nos angustia) se encuentra entretejido fuertemente con los momentos, episodios y personajes fundacionales de nuestra subjetividad.
Lo ominoso, sin embargo, no termina ahí. En relación con otros caminos que el inconsciente hace seguir al sujeto, puede ocurrir que lo ominoso se convierta en elemento de autosabotaje bajo la forma de la “profecía autocumplida”: una situación que atemoriza tanto al sujeto, que dice rehuirla y buscar a toda costa que no ocurra y, no obstante, inconscientemente incurre en actos fallidos, equivocaciones y todo tipo de actos que la propician.
Esta referencia es pertinente porque más allá de atribuirle una cualidad “premonitoria” a la ayahuasca, vale la pena enmarcar las alucinaciones que provoca en la propia subjetividad de quien la consume. Al final, las visiones son producto de la propia psique del sujeto, la cual está conformada por recuerdos, temores, anhelos y toda suerte de representaciones ligadas con la historia que conformó su deseo.
Si Will Smith vio su carrera arruinada durante un viaje de ayahuasca, no es posible descartar que su propia psique lo haya llevado a cumplir esa “profecía».
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