Hay determinados trastornos cuyo nombre puede parecernos extraño, incluso es posible que no lo hayamos escuchado nunca y, sin embargo, resulte más frecuente de lo que crees. Así sucede con el trastorno dismórfico corporal, un problema relacionado con la autoestima y con cómo se ve uno a sí mismo que, en tiempos en que la presión sobre el aspecto se ha disparado en algunos entornos como redes sociales, puede contribuirse a acrecentarlos.
Hoy te contamos qué es el trastorno dismórfico corporal para que puedas estar alerta por si tú o alguno de los tuyos padece este problema. Sigue leyendo para poder comprender mejor en qué consiste y cómo puedes ayudarte a ti mismo o a aquellos que más quieres si es necesario.
Trastorno dismórfico corporal
El trastorno dismórfico corporal consiste en que la persona que lo padece se obsesiona por determinados aspectos de su físico, que ni siquiera tienen por qué ser defectos, pero que ella los percibe como tal, exagerándolos sobremanera. De tal modo, se siente avergonzada y oculta esa parte de su físico que aborrece, sobrevalorando su importancia y distorsionando su apariencia.
Este trastorno de salud mental condiciona en parte la vida de quien lo sufre, pues se dedica a prestar a su aspecto físico una atención desmedida y, mediante su comportamiento, está constantemente intentando arreglar, subsanar o disimular lo que considera que es un problema. Curiosamente, ese defecto o defectos que hacen que se sienta tan mal suelen resultar imperceptibles para los demás.
Comportamiento de las personas con trastorno dismórfico corporal
Esa afección, que causa ansiedad y malestar en quien la sufre, conlleva una serie de comportamientos y síntomas fácilmente detectables, al menos gran parte de ellos. Las conductas son repetitivas, la persona se mira constantemente al espejo y, en vez de estar concentrada en lo que está haciendo o viviendo, está pendiente de ocultar ese defecto o disimularlo. Puede ser cualquier cosa: desde el peso corporal hasta el tamaño del pecho y los abdominales, pasando por la nariz, la dentadura, el cabello o algún lunar o espinilla.
Cualquier faceta del aspecto físico que puede afectar a cómo nos ven los demás puede convertirse en protagonista y ser amplificada por aquel que tiene un trastorno de este tipo. Pero debes tener en cuenta que aquí el problema es cómo se ve uno a sí mismo, fijándose en algo que considera un defecto de su cuerpo, multiplicándolo exageradamente sin importar cuál es la realidad.
Síntomas del trastorno dismórfico corporal
Podemos resumir los síntomas del trastorno dismórfico corporal en una preocupación extrema por un defecto o defectos percibidos en el aspecto personal que son nimios o que las demás personas ni siquiera ven; una creencia inamovible de que ese defecto te convierte en alguien feo y deforme; y una sensación de que todos los demás se burlan de ti por ello y se fijan constantemente en él.
Todo ello conlleva un comportamiento obsesivo por disimularlo, además de una búsqueda constante de la aceptación y los elogios respecto a la apariencia personal que te hagan los demás.
De tal modo, no hablamos de un simple complejo, sino de una afección que condiciona la vida de quien la padece. De tal forma, el trastorno puede llegar a provocar que quien lo sufre deje de acudir a determinadas reuniones sociales, evite determinadas experiencias, por mucho que le apetezcan porque prioriza su aspecto físico, se obsesiona con el maquillaje o la ropa para ocultar eso que no soporta y, cuando no le parece suficiente, se decide por echar mano de tratamientos y de la cirugía estética.
Sin embargo, cuando hablamos de un trastorno mental como el dismórfico corporal, la cirugía no va a ser la solución. No olvidemos que, en este caso, el problema no está en el cuerpo, que la persona ve distorsionado en todo momento, sino en su autoestima y su mente. La imagen que su cabeza les devuelve de sí mismos cuando se miran a un espejo es falsa. Así que puede pasar que se opere del defecto que más le obsesiona y luego vuelva a angustiarse por otra parte de su cuerpo. Como resultado, estará continuamente en un ciclo repetitivo de tratamientos y cirugías sin resolver el problema de verdad.
Por eso es tan importante en estos casos acudir a un profesional como un psicólogo o un psiquiatra para solicitar asesoramiento y que te ayude a comprender realmente cuál es la relación contigo mismo y con tu cuerpo, y si esta es sana y equilibrada o esconde algún tipo de problema como el trastorno dismórfico corporal. En este caso, será necesario tratarlo a través de terapia cognitiva-conductual.
Con paciencia y sinceridad, trabajando con tu terapeuta, modificarás esas percepciones y malos hábitos que te provocan angustia, hacen sufrir y no te dejan disfrutar de la vida. Sonreirás de nuevo y mirarte al espejo no será ni una obsesión ni un problema. El esfuerzo merece la pena.