El sentido de la vida

Querido amigo:

Hoy la explosión de colores al salir el sol en el mar no sólo era visible desde la galería de casa sino que invadía el cielo de este a oeste, de norte a sur, envolvente.
Accesible también desde la cama o cualquier ventana de casa.
Una explosión de tonos rosas, violetas, grises, azules y blancos, con una red de estelas anaranjadas de aviones.
Ha durado un buen rato, la maravilla.
Ha sido impactante.
Magníficas situaciones de asombro y fascinación
que dan sentido a la vida,
nada más abrir los ojos por la mañana.

Me acordé de tu comentario anoche, sobre despertarse cada mañana
con o sin sentido de la vida.
Y me hizo pensar
que perdemos el sentido de la vida solo cuando perdemos el centro.
Y eso es lo único que deberíamos buscar, el centro, en el centro.
Y quizás cualquier objetivo o meta externa es sólo una engañifa,
como decía la abuelita del cuento de Rabjor.*

Que no nos pase como a aquel hombre que busca la llave bajo la farola, y no la encuentra.
¿Estás seguro de que se te ha caído por aquí?, le pregunta alguien de paso, que intenta ayudarle.
No, aquí no ha sido -responde él-,
pero es que aquí es donde hay luz.

*
La anciana que en el momento próximo a la muerte dice:
«Ya pasó.
Tanto que me lo creí
y era todo una engañifa.»

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