La escucha debe ser receptiva, pero la mirada debe ser activa. El principal defecto de la escucha es la sordera, no escucharse más que a sí mismo. El principal defecto de la mirada es ser agresiva, lo que en realidad significa no saber ver.
Alejandro Jodorowsky tiene 93 años y una viveza poco común. En el siguiente texto Jodorowsky nos muestra los trucos de la mirada mágica. Uno de los primeros pasos en la iniciación espiritual es el de aprender a ver. Hay varias formas de mirar.
La Mirada Mágica
Una de ellas es la «mirada material». Esta mirada solo ve en el otro lo que este tiene de valor material. «Si le robo sus anteojos, puedo venderlo en tantos billetes». «Tiene equis años, es muy viejo, muy joven». «Sus cabellos son teñidos, sucios, largos, cortos, mal peinados». «Sus manos son grandes, chicas, finas, rugosas». «Tiene senos así, asá. trasero así, asá». «Está bien vestido, mal vestido». Vemos a las personas solo por su aspecto corporal, por su raza, por su forma. Es la mirada del comerciante que todo el tiempo se está diciendo: «Esta persona vale tanto». Mirada que en el fondo juzga cuánto dinero vale el otro. La mirada mágica no critica con desprecio, solo constata con amor.
También está la mirada «exclusivamente sexual». Esa mirada convierte a cada persona en objeto de deseo o repulsión. «Este, esta, me es simpático o me es antipático». Convierte al otro en extranjero, en cosa, siendo incapaz de ver al ser que habita en ese cuerpo. Para liberarse de esta mirada que anula a la magia, debemos preguntarnos en cada momento: «¿Cómo estoy mirando? ¿De dónde parte mi mirada? ¿Qué edad tiene mi mirada: mis ojos en este momento son los míos o los del niño que fui? ¿Estoy imitando la mirada de otro? ¿De quién? ¿El motor de mis miradas es mi interés material, mi interés sexual? ¿Tienen corazón mis miradas?».
Mirar con amor es difícil porque en todo amor hay también odio. Cada idea, cada sentimiento, cada luz tienen su sombra. Si lanzo una mirada de amor posesivo, va con ella el rencor de no ser capaz de tener al ser amado por completo. Poseerlo por completo significaría poder darle la muerte. Tendríamos que mirar no con un amor humano, sino con un amor divino, que es una mirada que no damos nosotros mismos, sino que se da a través de nosotros, proveniente de la conciencia que crea al cosmos.
La mirada intelectual también es antimágica, porque consiste en un juicio mental del otro, un juicio por esencia negativo. El intelecto quiere serlo todo, y todo lo que no es él o como él, le parece digno de ser condenado.
La mirada mágica debe unir cuatro puentes: el mental, el emocional, el sexual y el material, a la fuerza universal que da vida a todo. Se conecta la mirada, vuelta impersonal, a la conciencia divina. Solamente a través de lo impersonal logramos mirar con la fuerza del amor que todo lo construye. Se dice que los monjes iluminados bendicen todo lo que ven.
Hay miradas que son muros que encierran a las mentes en calabozos. Cuando tu mirada se abre, otorga a los prisioneros una luz de libertad.
Tú puedes hacer este ejercicio: durante todo el día bendice lo que veas, sean seres vivientes o cosas. Cuando se logra transformar la mirada en bendición constante se llega a la mirada mágica. Esta mirada dice: “Cuando te miro no te poseo, no te critico, no te juzgo, no voy a pedirte nada ni a darte nada, solo me comunico contigo. ¿Tienes necesidad de mí? ¡Aquí yo no estoy, pero sí está el Ser esencial!”. No hay nada personal en esta mirada. El que mira y el mirado se comunican de alma a alma.
Si miras de esta manera a la gente que conoces o a aquellas con las que te debes relacionar, tu vida cambiará. Ve a tu hogar y mira a todos los objetos con los cuales convives, mira todos los recuerdos que encierran, mira a todos tus familiares y por sobre todo, mira la mirada que tienen y constata hasta qué punto sus ojos ven y cuáles son sus límites. Ponte en su lugar, trata de comprenderlos y aceptar que sufren. Cualquier tipo de mirada que no sea mágica nos sumerge en el sufrimiento. Y no te preocupes si descubres en sus miradas sentimientos agresivos, porque una vez que te hayas liberado del ego artificial, sabrás transformar las agresiones en manifestaciones de amor.
Debemos separarnos de la mirada de los otros para recuperar la nuestra, porque si vemos al mundo con una mirada ajena no veremos a los otros, sino lo que ellos estén viendo.