El trastorno dismórfico corporal (TDC) se caracteriza por una preocupación excesiva por una o más características físicas; la persona identifica en ellas un defecto físico y sobredimensiona su importancia en el plano social (APA, 2014).
Quienes tienen este trastorno pasan mucho tiempo centrados en sus imperfecciones y en la forma de ocultarlos. Sus pensamientos negativos pueden consumir la mayor parte de sus días, lo que interfiere en la calidad de vida y en su capacidad de llevar a cabo las actividades cotidianas.
La prevalencia del TDC oscila entre 0,7 % y 2,5 %, llegando al 12 % en pacientes obsesivo-compulsivos. Con respecto al género, las prevalencias son muy similares, aunque existen ligeras diferencias en la parte del cuerpo que genera preocupación. En los hombres, la percepción sobre el defecto más habitual se centra en los genitales, la estructura corporal y el cabello, mientras que en las mujeres las preocupaciones suelen recaer sobre la piel, el abdomen y el peso (Rincon, 2022).
En este artículo abordaremos el sustento neurobiológico de este trastorno y revisaremos qué nos dicen algunas investigaciones sobre su etiología a nivel cortical. Profundicemos.
El hemisferio izquierdo del cerebro en personas con TDC
Una investigación no identificó alteraciones significativas en los cerebros de las personas con TDC; lo que sí se vio es que funcionan de manera anormal al procesar los detalles visuales. Este hallazgo fue uno los primeros en apoyar la idea de que existe un correlato neurobiológico para la imagen corporal distorsionada de los pacientes con este trastorno.
“Nuestro descubrimiento sugiere que el hardware del cerebro TDC está bien, pero hay una falla en el software operativo que impide que los pacientes se vean a sí mismos como lo hacen los demás”, explicó el Dr. Jamie Feusner, investigador principal.
Para desarrollar esta investigación se utilizó la resonancia magnética funcional (fMRI) con el objetivo de observar cómo los cerebros de los participantes procesaban la información visual. Para ello, los investigadores equiparon a 12 pacientes con TDC con gafas especiales que les permitieron ver fotografías digitales de varios rostros mientras se sometían a un escáner cerebral.
Cada participante observó tres tipos de imágenes. El primer tipo era una foto intacta. El segundo tipo era una foto alterada para eliminar detalles faciales, como pecas, arrugas y cicatrices. El tercer tipo de imagen tenía rostros alterados de manera significativa.
Un hallazgo sorprendente
Los investigadores compararon las respuestas de los pacientes con TDC con 12 sujetos de control. Lo que observaron les sorprendió a todos.
“Observamos una clara diferencia en cómo funcionaban los lados derecho e izquierdo del cerebro en las personas con TDC en comparación con las que no tenían el trastorno”, afirmó Feusner.
Los pacientes con TDC utilizaban con más frecuencia el lado izquierdo de su cerebro, el lado analítico en sintonía con los detalles complejos, incluso cuando procesaban las imágenes menos complejas y de baja frecuencia. Sus hemisferios izquierdos se activaban con independencia del tipo de imagen. Por el contrario, en las personas sanas, el lado izquierdo solo se activaba para interpretar la información de las imágenes que se habían alterado más.
“Los hallazgos sugieren que los cerebros con TDC están programados para extraer detalles, o rellenarlos donde no existen. Es posible que estén pensando en su propia cara incluso cuando miran a los demás”, dijo Feusner.
En este estudio también se vio que las limitaciones en número y gravedad se asociaban de manera positiva a la intensidad con la que se activaba el hemisferio izquierdo durante el procesamiento visual.
Funcionamiento neurocognitivo en el trastorno dismórfico corporal
En 1998, Hanes encontró que las personas con TDC y con TOC se desempeñaron deficientemente en relación con los controles sanos en las pruebas de función ejecutiva, incluida la inhibición y planificación de respuestas. Por otro lado, en un estudio realizado en 2010 se encontró que los participantes con TDC cometieron significativamente más errores en tareas de memoria de trabajo espacial y tuvieron tiempos de pensamiento más lentos en una prueba de Stockings of Cambridge, empleada para investigar los déficits en la planificación.
Otros estudios neuropsicológicos en personas con trastorno dismórfico corporal han destacado que estos pacientes parecen tener deficiencias en el reconocimiento facial de las emociones. De hecho, se ha encontrado que, en situaciones autorreferenciales, los pacientes con TDC tienen más probabilidades de malinterpretar rostros neutrales como enojados o despectivos.
Neuroquímica de los cerebros con TDC
Se ha hallado una reducción del transportador de serotonina en los trastornos relacionados con el TOC, incluido el TDC. Además, resultados de diversos estudios señalan que los medicamentos inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) son efectivos para el tratamiento del TDC (Ipser, 2010; Phillips & Hollander, 2008).
Es más, el tratamiento con ISRS reduce la frecuencia e intensidad de las preocupaciones. Además, mejora el control sobre la impulsividad y disminuye la angustia asociada con el TDC (Allen et al., 2008; Phillips & Hollander, 2008).
Otros estudios sobre la participación de la serotonina en el TDC señalan que los síntomas de este trastorno se intensifican a medida que se reduce el triptófano (precursor de la serotonina) en la dieta. También muestran que la psilocibina, agonista de la serotonina, atenúa la sintomatología del trastorno dismórfico corporal.
Neuroanatomía del trastorno dismórfico corporal
Las investigaciones realizadas por Grace en 2017 y 2019 evidenciaron que los pacientes con TDC presentaban una hipoactividad en la corteza occipital lateral (relacionada con procesos visuales) y el precuneus (relacionado con el reconocimiento de rostros), particularmente dentro del hemisferio izquierdo. Esto afecta el procesamiento visual de la información asociada con rostros y figuras. Otros resultados ponen de manifiesto una posible alteración en los circuitos fronto-estriados y temporo-parieto-occipitales (donde se procesan las imágenes faciales y la información emocional).
Teniendo en cuenta lo anterior, Li et al. (2013) afirma que las alteraciones de percepción visual, junto con la disfunción del sistema límbico y frontoestriatal, pueden combinarse para contribuir a los síntomas del TDC, tales como el deterioro de la percepción, los pensamientos obsesivos y las compulsiones.
Para terminar, el trastorno dismórfico corporal es un trastorno psiquiátrico complejo en el que convergen diversos factores ambientales y biológicos. Su fundamento neurobiológico aún no es claro y definitivo, sin embargo, los resultados de las investigaciones que hemos revisado nos dan luces para comprender un poco más cómo funciona el cerebro de los pacientes que lo padecen.
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